/ miércoles 17 de junio de 2020

… Serena, Morena

EL MURO

Es sencillo suponer que un gobernante en edad madura, millonario, exitoso en sus negocios, con autoestima alta, haría un excelente trabajo en el ejercicio del poder. Es triste comprobar que terminó siendo un caprichoso, inestable, de ideas errantes, ocurrencias insensatas, que busca la reelección. Este Donald Trump es un loquillo.

Pero Trump no está solo, como él hay otros que aprovechándose de las circunstancias sociopolíticas, de las carencias afectivas de un pueblo, valiéndose de su poderío económico y sobredimensionando su capacidad intelectual, han llegado al poder. Jair Bolsonaro, de Brasil, es un ejemplo; quien gobierna Baja California bajo la bandera del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), otro.

A comienzos de año Trump sentía seguro su triunfo en las votaciones de noviembre, pero la pandemia lo ha golpeado duro. En estos momentos las proyecciones estadísticas establecen -en el mejor de los casos- un empate técnico con el candidato del Partido Demócrata. Si la gente de Morena confía en ganar las próximas votaciones para elegir, entre otros tantos puestos, a un gobernador por 6 años, podría llevarse una sorpresa. Y es que han hecho hasta lo imposible por desperdiciar el capital político acumulado y el que han producido en la actualidad (entiéndase por capital político, una buena percepción ante la sociedad, resultado de acciones o promesas, como encarcelar a corruptos). Se granjean simpatías comunitarias con una habilidad sin precedentes, pero rápido las derrochan.

En este mismo espacio, en diciembre de 2018 habíamos advertido el riesgo al que se enfrentaba Morena: “Que alguien muy cercano, de todas las confianzas (…) les haga ver que la ambición desmedida es una mala compañera de viaje. Que en la vida obtener todo lo que se busca, a la larga termina por descomponer hasta el más recto (…), la soberbia suele brindar consejos que suenan atractivos, pero resultan ser dañosos”.

Poco les ha importado que su fortaleza dependa casi en su totalidad de la aprobación del Presidente de la República, un político honesto, como el que quizá no volvamos a ver otro, pero cuyos atributos no le han alcanzado para realizar una tarea acorde a las necesidades del país. Llegaron al gobierno estatal bien arropados, pero cada traspié del titular del Poder Ejecutivo federal representa un golpe para ellos.

Por si fuera poco y por cuenta propia, casi todos los meses han estado envueltos en escándalos, desde sospechas de corrupción, alta rotación en puestos principales del gabinete (5 personas han ocupado el cargo de Oficial Mayor), groseras intentonas de modificaciones a la ley para ajustar períodos de gobierno que terminan en ridículo.

Tal parece que a lo único que se atienen es a que los miembros de la oposición, viendo el apetecible pastel casi al alcance de sus manos, se desesperen y sean incapaces de ponerse de acuerdo para designar a candidat@s competitivos. Para que su proyecto no sea una triste llamarada de petate, la gente de Morena haría bien en serenarse.

vicmarcen09@gmail.com


EL MURO

Es sencillo suponer que un gobernante en edad madura, millonario, exitoso en sus negocios, con autoestima alta, haría un excelente trabajo en el ejercicio del poder. Es triste comprobar que terminó siendo un caprichoso, inestable, de ideas errantes, ocurrencias insensatas, que busca la reelección. Este Donald Trump es un loquillo.

Pero Trump no está solo, como él hay otros que aprovechándose de las circunstancias sociopolíticas, de las carencias afectivas de un pueblo, valiéndose de su poderío económico y sobredimensionando su capacidad intelectual, han llegado al poder. Jair Bolsonaro, de Brasil, es un ejemplo; quien gobierna Baja California bajo la bandera del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), otro.

A comienzos de año Trump sentía seguro su triunfo en las votaciones de noviembre, pero la pandemia lo ha golpeado duro. En estos momentos las proyecciones estadísticas establecen -en el mejor de los casos- un empate técnico con el candidato del Partido Demócrata. Si la gente de Morena confía en ganar las próximas votaciones para elegir, entre otros tantos puestos, a un gobernador por 6 años, podría llevarse una sorpresa. Y es que han hecho hasta lo imposible por desperdiciar el capital político acumulado y el que han producido en la actualidad (entiéndase por capital político, una buena percepción ante la sociedad, resultado de acciones o promesas, como encarcelar a corruptos). Se granjean simpatías comunitarias con una habilidad sin precedentes, pero rápido las derrochan.

En este mismo espacio, en diciembre de 2018 habíamos advertido el riesgo al que se enfrentaba Morena: “Que alguien muy cercano, de todas las confianzas (…) les haga ver que la ambición desmedida es una mala compañera de viaje. Que en la vida obtener todo lo que se busca, a la larga termina por descomponer hasta el más recto (…), la soberbia suele brindar consejos que suenan atractivos, pero resultan ser dañosos”.

Poco les ha importado que su fortaleza dependa casi en su totalidad de la aprobación del Presidente de la República, un político honesto, como el que quizá no volvamos a ver otro, pero cuyos atributos no le han alcanzado para realizar una tarea acorde a las necesidades del país. Llegaron al gobierno estatal bien arropados, pero cada traspié del titular del Poder Ejecutivo federal representa un golpe para ellos.

Por si fuera poco y por cuenta propia, casi todos los meses han estado envueltos en escándalos, desde sospechas de corrupción, alta rotación en puestos principales del gabinete (5 personas han ocupado el cargo de Oficial Mayor), groseras intentonas de modificaciones a la ley para ajustar períodos de gobierno que terminan en ridículo.

Tal parece que a lo único que se atienen es a que los miembros de la oposición, viendo el apetecible pastel casi al alcance de sus manos, se desesperen y sean incapaces de ponerse de acuerdo para designar a candidat@s competitivos. Para que su proyecto no sea una triste llamarada de petate, la gente de Morena haría bien en serenarse.

vicmarcen09@gmail.com