/ sábado 2 de octubre de 2021

2 de octubre... mitos y verdades

VIENTOS


Para entender los fenómenos sociológicos, cruentos o no, de nuestro país que concentran eventos políticos, religiosos, educacionales, de asuntos de interés público y privado y cultura en general, hay que poseer una ilustración suficiente.

El 2 de octubre que se concreta en la Plaza de las Tres Culturas (Tlatelolco) es la conclusión de la incidencia de varios fenómenos: pleito estudiantil común e irrelevante y controlable; el oportunismo de líderes comunistas; la fuerza constitucional de las autoridades obligadas a satisfacer el orden; la ocurrencia e inocencia mitotera natural de nuestro pueblo y las Olimpiadas de 1968 que se preparaban en México y que tuvo que sortear el presidente Gustavo Díaz Ordaz, hoy defenestrado para el escenario histórico satisfacedor de la estupidez y la comicidad de la incultura, por un Congreso de la Unión que supone fácil, en su basural intelectual, borrar por decreto estulto las páginas de la Historia Nacional.

Lo que sucedió tiene una diversidad de vertientes narrativas: Las que comunicaron lo que vieron cómo los reporteros que cubrieron el evento y opinaron (cada quien a la manera e inclinaciones políticas de sus medios) e interpretaron “la masacre” buscando culpabilidades gubernamentales; las que inventaron los concurrentes al “mitote” invitados por un Comité de Huelga Estudiantil de olores apócrifos y las tesis del “terror” que corrieron por cuenta de escritores que no estuvieron en las acciones de esa tarde-noche de Tlatelolco, como la entonces todavía rozagante princesa Elena Poniatowska (“La noche de Tlatelolco”) siempre oportuna y novelera... Los primeros, los comunicadores, escribieron sus notas y sus jefes dieron la línea intencional... Los de la izquierda, con sus declaraciones antigubernamentales; los de la derecha, soltando los billetes, aunque odiaran a “los comunistas”; los otros, los inventores de historias tenebrosas, soslayando que los balazos iniciales salieron del cuarto piso del edificio Chihuahua, cuando Pedro del Valle Carranco (shooter pagado sandieguino) disparó contra el general Hernández Toledo derrumbándolo y provocando la respuesta del Ejército, que estaba para cuidar el orden, contra ese cuarto piso hasta desalojarlo dejando cuatro muertos.



Los responsables supervivientes Alonso y Emeterio huyeron y alguien los apuntó como líderes marxistas... Lo que hubieran declarado cuando los aprendieron más tarde pudo haber sido la verdad o la mentira... las autoridades también tienen responsabilidades en eso de “las confesiones”.

Los muertos se multiplicaron a placer con Zabludowsky en Televisa. Hacer escándalo proveería más billetes para los dueños y, claro, más poder. Teoría tardía en Berlusconi en Italia.

Mitos y verdades en confusión para espantar a un pueblo o para la utopía de lanzarlo a “la nueva revolución” de señoritos pintureros... A salvo, sea dicho, el limpio batallador socialista Heberto Castillo, que terminó en la cárcel salvado luego por Echeverría. Y luego, como hoy, los receptores de mitos y leyendas de los falsos héroes de hace 53 años que comunicaron como autovalores legendarios de una etapa que vivieron sin saber origen real y su condición de empujados, en el mejor de los casos, a una historia cuya verdad resulta imposible discernir hoy porque faltan datos para la historia.

El 2 de octubre de 1968 hoy es para el relato cantinero, en donde el alcohol tiene la magia de volver héroes a los trampas de entonces... ¿O usted tiene algo que contarnos?

VIENTOS


Para entender los fenómenos sociológicos, cruentos o no, de nuestro país que concentran eventos políticos, religiosos, educacionales, de asuntos de interés público y privado y cultura en general, hay que poseer una ilustración suficiente.

El 2 de octubre que se concreta en la Plaza de las Tres Culturas (Tlatelolco) es la conclusión de la incidencia de varios fenómenos: pleito estudiantil común e irrelevante y controlable; el oportunismo de líderes comunistas; la fuerza constitucional de las autoridades obligadas a satisfacer el orden; la ocurrencia e inocencia mitotera natural de nuestro pueblo y las Olimpiadas de 1968 que se preparaban en México y que tuvo que sortear el presidente Gustavo Díaz Ordaz, hoy defenestrado para el escenario histórico satisfacedor de la estupidez y la comicidad de la incultura, por un Congreso de la Unión que supone fácil, en su basural intelectual, borrar por decreto estulto las páginas de la Historia Nacional.

Lo que sucedió tiene una diversidad de vertientes narrativas: Las que comunicaron lo que vieron cómo los reporteros que cubrieron el evento y opinaron (cada quien a la manera e inclinaciones políticas de sus medios) e interpretaron “la masacre” buscando culpabilidades gubernamentales; las que inventaron los concurrentes al “mitote” invitados por un Comité de Huelga Estudiantil de olores apócrifos y las tesis del “terror” que corrieron por cuenta de escritores que no estuvieron en las acciones de esa tarde-noche de Tlatelolco, como la entonces todavía rozagante princesa Elena Poniatowska (“La noche de Tlatelolco”) siempre oportuna y novelera... Los primeros, los comunicadores, escribieron sus notas y sus jefes dieron la línea intencional... Los de la izquierda, con sus declaraciones antigubernamentales; los de la derecha, soltando los billetes, aunque odiaran a “los comunistas”; los otros, los inventores de historias tenebrosas, soslayando que los balazos iniciales salieron del cuarto piso del edificio Chihuahua, cuando Pedro del Valle Carranco (shooter pagado sandieguino) disparó contra el general Hernández Toledo derrumbándolo y provocando la respuesta del Ejército, que estaba para cuidar el orden, contra ese cuarto piso hasta desalojarlo dejando cuatro muertos.



Los responsables supervivientes Alonso y Emeterio huyeron y alguien los apuntó como líderes marxistas... Lo que hubieran declarado cuando los aprendieron más tarde pudo haber sido la verdad o la mentira... las autoridades también tienen responsabilidades en eso de “las confesiones”.

Los muertos se multiplicaron a placer con Zabludowsky en Televisa. Hacer escándalo proveería más billetes para los dueños y, claro, más poder. Teoría tardía en Berlusconi en Italia.

Mitos y verdades en confusión para espantar a un pueblo o para la utopía de lanzarlo a “la nueva revolución” de señoritos pintureros... A salvo, sea dicho, el limpio batallador socialista Heberto Castillo, que terminó en la cárcel salvado luego por Echeverría. Y luego, como hoy, los receptores de mitos y leyendas de los falsos héroes de hace 53 años que comunicaron como autovalores legendarios de una etapa que vivieron sin saber origen real y su condición de empujados, en el mejor de los casos, a una historia cuya verdad resulta imposible discernir hoy porque faltan datos para la historia.

El 2 de octubre de 1968 hoy es para el relato cantinero, en donde el alcohol tiene la magia de volver héroes a los trampas de entonces... ¿O usted tiene algo que contarnos?