/ jueves 12 de mayo de 2022

¿A qué fue a Cuba?

“Del fanatismo a la barbarie solo media un paso”.

Denis Diderot

Ante la pregunta que da título a este artículo, seguramente habría varias respuestas. Veamos: Un cuadrado y ecuménico funcionario de la Secretaría de Relaciones afirmaría que “a fortalecer las relaciones regionales”; otro, más vinculado al viejo nacionalismo priista, diría: “A reivindicar la hermandad de nuestros pueblos”; un castrista nostálgico enfatizaría: “A saludar y abrazar a los estoicos dirigentes de la revolución cubana” y un derechista furibundo gritaría: “Fue a aprender para imponernos el modelo comunista”.

Más o menos así se leyó el reciente viaje de AMLO a La Habana. ¿Qué interés tiene AMLO en un pequeño país donde desde hace 63 años gobierna una burocracia autoritaria y privilegiada, que impide, con la fuerza de la represión, partidos opositores, prensa independiente, manifestaciones de crítica al régimen y tiene las cárceles llenas de opositores? Sin olvidar que los dirigentes del Estado-partido tienen acceso a lujos, sus viviendas están en regiones protegidas y los artistas del régimen, como Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, no sufren racionamiento. Nada que ver con las aspiraciones justicieras y humanistas de Marx y Engels. Todo amparado por la ofensiva estadounidense.

Imagen ilustrativa | Freepik

A las juventudes les han tratado de programar su vida con costumbres y estereotipos, de manera similar como lo hace la dominación capitalista. Pocas veces los jóvenes han podido romper con la rutina castrista y la música ha sido fundamental para ello. Veamos dos ejemplos: Aunque el rock del “imperio” fue prohibido, la presencia de los Rolling Stones en la isla (el conjunto inglés cubrió todos los costos de la presentación), dejó ver una luz de libertad y quebró la cáscara castrista. Otro momento fundamental fue el grito que lanzaron las nuevas generaciones bajo la canción “Patria y Vida”, al calor de las movilizaciones que fueron reprimidas. La letra crítica exponía el exilio, la carestía, el fin de la dictadura y a los viejos y rancios lemas del régimen.

AMLO halagó y legitimó al gobierno cubano. Su discurso en la recepción oficial fue una pobre pieza de oratoria. Además, no dejó pasar una visita al símbolo de la dictadura, Raúl Castro. ¿A qué fue?, ¿a comprar vacunas?, ¿a contratar 500 médicos cubanos? Aquí ya hay miles de galenos desempleados y/o mal pagados. La respuesta, quizá, pueda ser que busca encarar a Biden y erigirse como un contrapeso regional. Seguramente Luis Echeverría está orgulloso de su seguidor.

El resto de la gira no tuvo la menor importancia. Más allá de encubrir y acordar ayudas con el miserable fascista, presidente de El Salvador, el tal Bukele.

pedropenaloza@yahoo.com

“Del fanatismo a la barbarie solo media un paso”.

Denis Diderot

Ante la pregunta que da título a este artículo, seguramente habría varias respuestas. Veamos: Un cuadrado y ecuménico funcionario de la Secretaría de Relaciones afirmaría que “a fortalecer las relaciones regionales”; otro, más vinculado al viejo nacionalismo priista, diría: “A reivindicar la hermandad de nuestros pueblos”; un castrista nostálgico enfatizaría: “A saludar y abrazar a los estoicos dirigentes de la revolución cubana” y un derechista furibundo gritaría: “Fue a aprender para imponernos el modelo comunista”.

Más o menos así se leyó el reciente viaje de AMLO a La Habana. ¿Qué interés tiene AMLO en un pequeño país donde desde hace 63 años gobierna una burocracia autoritaria y privilegiada, que impide, con la fuerza de la represión, partidos opositores, prensa independiente, manifestaciones de crítica al régimen y tiene las cárceles llenas de opositores? Sin olvidar que los dirigentes del Estado-partido tienen acceso a lujos, sus viviendas están en regiones protegidas y los artistas del régimen, como Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, no sufren racionamiento. Nada que ver con las aspiraciones justicieras y humanistas de Marx y Engels. Todo amparado por la ofensiva estadounidense.

Imagen ilustrativa | Freepik

A las juventudes les han tratado de programar su vida con costumbres y estereotipos, de manera similar como lo hace la dominación capitalista. Pocas veces los jóvenes han podido romper con la rutina castrista y la música ha sido fundamental para ello. Veamos dos ejemplos: Aunque el rock del “imperio” fue prohibido, la presencia de los Rolling Stones en la isla (el conjunto inglés cubrió todos los costos de la presentación), dejó ver una luz de libertad y quebró la cáscara castrista. Otro momento fundamental fue el grito que lanzaron las nuevas generaciones bajo la canción “Patria y Vida”, al calor de las movilizaciones que fueron reprimidas. La letra crítica exponía el exilio, la carestía, el fin de la dictadura y a los viejos y rancios lemas del régimen.

AMLO halagó y legitimó al gobierno cubano. Su discurso en la recepción oficial fue una pobre pieza de oratoria. Además, no dejó pasar una visita al símbolo de la dictadura, Raúl Castro. ¿A qué fue?, ¿a comprar vacunas?, ¿a contratar 500 médicos cubanos? Aquí ya hay miles de galenos desempleados y/o mal pagados. La respuesta, quizá, pueda ser que busca encarar a Biden y erigirse como un contrapeso regional. Seguramente Luis Echeverría está orgulloso de su seguidor.

El resto de la gira no tuvo la menor importancia. Más allá de encubrir y acordar ayudas con el miserable fascista, presidente de El Salvador, el tal Bukele.

pedropenaloza@yahoo.com

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