/ miércoles 15 de diciembre de 2021

A Santa

EL MURO

Sí, los niños de las casas hogar serán momentáneamente felices con una cena de pavo, tamales, champurrado, con juguetes, regalos sorpresa, una fiesta con piñata, dulces, pastel. Sí, los administradores de esos sitios estarán muy agradecidos con los nobles gestos de caridad navideña.

Sí, pero todos, incluidos los niños, los administradores, la sociedad en general, estarían más agradecidos si la solidaridad se extendiera más tiempo. Sí, los bienes materiales son una aportación significativa, pero cientos de niños en esta ciudad son hijos del desinterés y para ellos, un gramo de atención permanente vale tanto o más como un gramo de oro.

Foto Ilustrativa|Cortesía Web

Quizá el donante esté satisfecho con su buena obra porque las fiestas decembrinas son la fecha ideal para hacer el bien. Pero en casos como éste involucrarse en la realidad es más importante, pero no porque se sospeche de quien maneja las casas hogar, sino porque en dichos espacios comienza la cadena de acontecimientos que afecta la tranquilidad comunitaria.

En el menos peor de los casos, en los albergues viven menores de forma temporal, mientras la situación de sus padres tiene algún arreglo, ya sea una solución al problema de la adicción o un equilibrio en la convivencia hogareña. En los casos más complejos, que viene siendo una mayoría, esos niños fueron abandonados por sus padres y prácticamente su primera luz la vieron en un espacio que no es su casa.

Esos niños crecen sin ningún tipo de guía familiar a su lado, salvo la de sus cuidadores, quienes deben desdoblarse lo suficiente para cumplir todas las tareas. Los niños deben comer tres veces al día, vestir, tener un espacio donde dormir, acceso a educación, pero sobre todo tener sueños y cumplirlos.

Es hasta cierto punto normal que los niños continúen el mismo patrón de comportamiento que sus padres porque ninguno de quienes los rodeamos les pusimos la atención debida, así que en cierta forma es nuestra responsabilidad también. Unos niños incapaces de socializar bajo reglas básicas buscarán el camino menos complicado para ellos. Esos menores, recién llegados a su adultez, ingresarán a las filas del crimen organizado porque ahí obtendrán dinero constante, vehículo, teléfono celular a cambio de matar personas. Las niñas terminarán embarazadas.

Es muy probable que las cosas comiencen a ser mejores, si al menos unos cuantos de las decenas de miles de profesionistas, empresarios, líderes sociales de Mexicali, dedican pro bono, una hora al mes para platicarles sobre el mundo productivo. Si algunos de los miles de estudiantes aprovechan sus 300 horas de servicio social para atender a un menor. Quienes administran las casas hogar saben que éste es un buen camino de solución, quizá el más viable, pero no se atreven a pedírselo a Santa o a quien corresponda.

vicmarcen09@gmail.com

EL MURO

Sí, los niños de las casas hogar serán momentáneamente felices con una cena de pavo, tamales, champurrado, con juguetes, regalos sorpresa, una fiesta con piñata, dulces, pastel. Sí, los administradores de esos sitios estarán muy agradecidos con los nobles gestos de caridad navideña.

Sí, pero todos, incluidos los niños, los administradores, la sociedad en general, estarían más agradecidos si la solidaridad se extendiera más tiempo. Sí, los bienes materiales son una aportación significativa, pero cientos de niños en esta ciudad son hijos del desinterés y para ellos, un gramo de atención permanente vale tanto o más como un gramo de oro.

Foto Ilustrativa|Cortesía Web

Quizá el donante esté satisfecho con su buena obra porque las fiestas decembrinas son la fecha ideal para hacer el bien. Pero en casos como éste involucrarse en la realidad es más importante, pero no porque se sospeche de quien maneja las casas hogar, sino porque en dichos espacios comienza la cadena de acontecimientos que afecta la tranquilidad comunitaria.

En el menos peor de los casos, en los albergues viven menores de forma temporal, mientras la situación de sus padres tiene algún arreglo, ya sea una solución al problema de la adicción o un equilibrio en la convivencia hogareña. En los casos más complejos, que viene siendo una mayoría, esos niños fueron abandonados por sus padres y prácticamente su primera luz la vieron en un espacio que no es su casa.

Esos niños crecen sin ningún tipo de guía familiar a su lado, salvo la de sus cuidadores, quienes deben desdoblarse lo suficiente para cumplir todas las tareas. Los niños deben comer tres veces al día, vestir, tener un espacio donde dormir, acceso a educación, pero sobre todo tener sueños y cumplirlos.

Es hasta cierto punto normal que los niños continúen el mismo patrón de comportamiento que sus padres porque ninguno de quienes los rodeamos les pusimos la atención debida, así que en cierta forma es nuestra responsabilidad también. Unos niños incapaces de socializar bajo reglas básicas buscarán el camino menos complicado para ellos. Esos menores, recién llegados a su adultez, ingresarán a las filas del crimen organizado porque ahí obtendrán dinero constante, vehículo, teléfono celular a cambio de matar personas. Las niñas terminarán embarazadas.

Es muy probable que las cosas comiencen a ser mejores, si al menos unos cuantos de las decenas de miles de profesionistas, empresarios, líderes sociales de Mexicali, dedican pro bono, una hora al mes para platicarles sobre el mundo productivo. Si algunos de los miles de estudiantes aprovechan sus 300 horas de servicio social para atender a un menor. Quienes administran las casas hogar saben que éste es un buen camino de solución, quizá el más viable, pero no se atreven a pedírselo a Santa o a quien corresponda.

vicmarcen09@gmail.com