/ viernes 10 de septiembre de 2021

Adiós a un buen amigo

PRISMA

En el marco de una misa solemne oficiada en la Catedral por el obispo de Mexicali, con profunda tristeza despedimos al “bueno amigo” --así solía llamarnos--, Gustavo de Hoyos Guevara, quien el perder la batalla contra enfermedades que afectaron su salud, Dios dispuso que emprendiera el viaje que no tiene regreso.

Gustavo gran ser humano que vivió su vida a plenitud y de manera intensa, como esposo, padre de familia, abuelo y profesionista que, además, hizo de la amistad un verdadero culto.

Foto | Cortesía Gustavo de Hoyos Walther

Solía decir: “La amistad es como una planta o un árbol que, para crecer y mantenerse necesita arrimarle agua y otras cositas”. “Hagámoslo”, sugería.

Respondiendo a un mensaje, quejándome de las enfermedades que minan mi salud, me respondió: “Mi buen amigo Chava, ánimo y adelante con la alegría de los que hemos sobrevivido estos tiempos”. Fue el último contacto virtual que tuvimos.

Siempre generoso con sus amigos nunca escatimó un consejo u orientación. Recuerdo: mi esposa y yo vivíamos tiempos de incertidumbre. Había necesidad de hacerle una operación riesgosa de corazón abierto. Recomendó, siempre apegado a su fe católica: “te haré una cita con el párroco de la Iglesia de Los Pinos, Juan Carlos Valencia, para que vayan a platicar con él”. Fuimos y salimos fortalecidos espiritualmente y seguros que todo saldría bien. La operación fue exitosa, sin complicación alguna.

Viajero incansable, platicaba sobre los periplos que lo llevaron a visitar países europeos y orientales, explicando las experiencias adquiridas.

Quienes formamos el “café de los martes”: Raúl Bejarano, Alfonso Berrocal, Feliciano Rentería, Juan José Velazco y Enrique Espinoza, tuvimos el privilegio de escuchar su charla amena haciendo añoranzas de hechos y cosas que vivimos en tiempos pasados, sin faltar --desde luego-- comentarios sobre el acontecer cotidiano del país y nuestra entidad.

Después de varias décadas de amistad, quedan muchas vivencias dignas de comentar. A la señora María Luisa, su esposa y sus hijos Luisa Fernanda, Gustavo, Jorge, Carlos y Francisco, nuestro afecto y amistad, ante la pérdida de quien fue y será por siempre, luz y guía de una gran familia.

salgares4@gmail.com

PRISMA

En el marco de una misa solemne oficiada en la Catedral por el obispo de Mexicali, con profunda tristeza despedimos al “bueno amigo” --así solía llamarnos--, Gustavo de Hoyos Guevara, quien el perder la batalla contra enfermedades que afectaron su salud, Dios dispuso que emprendiera el viaje que no tiene regreso.

Gustavo gran ser humano que vivió su vida a plenitud y de manera intensa, como esposo, padre de familia, abuelo y profesionista que, además, hizo de la amistad un verdadero culto.

Foto | Cortesía Gustavo de Hoyos Walther

Solía decir: “La amistad es como una planta o un árbol que, para crecer y mantenerse necesita arrimarle agua y otras cositas”. “Hagámoslo”, sugería.

Respondiendo a un mensaje, quejándome de las enfermedades que minan mi salud, me respondió: “Mi buen amigo Chava, ánimo y adelante con la alegría de los que hemos sobrevivido estos tiempos”. Fue el último contacto virtual que tuvimos.

Siempre generoso con sus amigos nunca escatimó un consejo u orientación. Recuerdo: mi esposa y yo vivíamos tiempos de incertidumbre. Había necesidad de hacerle una operación riesgosa de corazón abierto. Recomendó, siempre apegado a su fe católica: “te haré una cita con el párroco de la Iglesia de Los Pinos, Juan Carlos Valencia, para que vayan a platicar con él”. Fuimos y salimos fortalecidos espiritualmente y seguros que todo saldría bien. La operación fue exitosa, sin complicación alguna.

Viajero incansable, platicaba sobre los periplos que lo llevaron a visitar países europeos y orientales, explicando las experiencias adquiridas.

Quienes formamos el “café de los martes”: Raúl Bejarano, Alfonso Berrocal, Feliciano Rentería, Juan José Velazco y Enrique Espinoza, tuvimos el privilegio de escuchar su charla amena haciendo añoranzas de hechos y cosas que vivimos en tiempos pasados, sin faltar --desde luego-- comentarios sobre el acontecer cotidiano del país y nuestra entidad.

Después de varias décadas de amistad, quedan muchas vivencias dignas de comentar. A la señora María Luisa, su esposa y sus hijos Luisa Fernanda, Gustavo, Jorge, Carlos y Francisco, nuestro afecto y amistad, ante la pérdida de quien fue y será por siempre, luz y guía de una gran familia.

salgares4@gmail.com