/ martes 20 de noviembre de 2018

AMLO y la vieja historia

Vientos


Algunas personas que me escriben no me han entendido: NO estoy en contra NI en favor del presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Simplemente no apruebo lo que me parece negativo y le aplaudo lo que hace positivo. Ambas calificaciones desde mi persona apreciación.

Ni soy un fanático de oposición ni un furibundo radical de mis ideas políticas y administrativas, pues tengo muy bien asentados los principios éticos y morales que recibí dentro de mi familia y en los cursos educativos desde el Jardín de Niños (ya había) hasta mi escuela profesional, más los recogidos durante mi ya muy larga existencia.

Más aún, debo guardar compostura respecto de mis personales juicios políticos, pues además del compromiso social con mi colectividad, tengo que respetar la magnífica y evidente neutralidad de LA VOZ DE LA FRONTERA que me publica mis opiniones.

No estuve ni estoy de acuerdo con la dirección muy sesgada de la “consulta” popular en el caso del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, porque las consultas de ese tipo deben ser con los especialistas en la materia, grupos multidisciplinarios necesarios y nunca para un pueblo que sólo hizo valer su simpatía para el tabasqueño medio atolondrado y enemigos del PAN, del PRI y de todos aquellos que suponen seguidores de una “mafia del poder” que inventó un “Peje” en campaña para captar votos.

En cambio le aplaudo, recibo con beneplácito la vieja idea del ferrocarril ítsmico, que nació durante el gobierno (interino) del general Abelardo L. Rodríguez y que aparece con los planos en su “Autobiografía” (1962) y que más tarde


Vientos


Algunas personas que me escriben no me han entendido: NO estoy en contra NI en favor del presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Simplemente no apruebo lo que me parece negativo y le aplaudo lo que hace positivo. Ambas calificaciones desde mi persona apreciación.

Ni soy un fanático de oposición ni un furibundo radical de mis ideas políticas y administrativas, pues tengo muy bien asentados los principios éticos y morales que recibí dentro de mi familia y en los cursos educativos desde el Jardín de Niños (ya había) hasta mi escuela profesional, más los recogidos durante mi ya muy larga existencia.

Más aún, debo guardar compostura respecto de mis personales juicios políticos, pues además del compromiso social con mi colectividad, tengo que respetar la magnífica y evidente neutralidad de LA VOZ DE LA FRONTERA que me publica mis opiniones.

No estuve ni estoy de acuerdo con la dirección muy sesgada de la “consulta” popular en el caso del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, porque las consultas de ese tipo deben ser con los especialistas en la materia, grupos multidisciplinarios necesarios y nunca para un pueblo que sólo hizo valer su simpatía para el tabasqueño medio atolondrado y enemigos del PAN, del PRI y de todos aquellos que suponen seguidores de una “mafia del poder” que inventó un “Peje” en campaña para captar votos.

En cambio le aplaudo, recibo con beneplácito la vieja idea del ferrocarril ítsmico, que nació durante el gobierno (interino) del general Abelardo L. Rodríguez y que aparece con los planos en su “Autobiografía” (1962) y que más tarde