/ lunes 18 de junio de 2018

“Ay, cómo es cruel la incertidumbre”

Vientos


El domingo anterior los mexicanos nos volvimos locos: el TRI vendió al seleccionado alemán, contra todos los vaticinios, 1-0. Un golazo producto de una combinación maestra y el “Chuki” Lozano clavó su primer gol en una selección nacional en juego oficial y que era su primera incursión en estas fruncias de las patadas.

Al fin ha quedado demostrado que la pelota es redonda, el campo rectangular y verde, un público lleno de pasión y patriotismo de hojalatería y una ocasión de sacar de la ignominia a un entrenador que llaman director técnico y a un conjunto de jóvenes atletas con indubitable fortaleza en sus pies y piernas para correr largo tiempo con vitalidad asombrosa.

México salió del rincón de los humildes soportadores de todas las críticas de los comunicadores en televisión que habían venido propalando el fin del profesor Juan Carlos Osorio como director técnico del seleccionado mexicano, porque nunca les dijo que él sabía cómo se iba a jugar y quiénes harían el cuadro titular.

Los “sabios” de un programa que se llama “La Última Palabra” que este escribidor esperaba que muriera en su primer programa en el que un André Marín con su “no, no, no, no” eterno, suelta sus cuestiones más tontas y cuatro más se enredan en discusiones que nadie entiende porque todos hablan a la vez, lo que demuestra que su educación está en los pies y no en el cerebro. ¿No les enseñaron en su casa que hay que saber escuchar y que no somos dueños de la verdad y por tanto debemos aceptar y oír las opiniones ajenas para tener derecho a emitir las propias?

Ellos acabaron en el papel y en la pantalla de TV con Osorio. Y Osorio les devuelve con guante blanco el cómo fue posible que los mexicanos, bien dotados, bien ajustados al plan de Osorio, mostraron las garras ante un seleccionado que modificado por las circunstancias, no era el conjunto del anterior campeonato mundial que se adjudicaron por su gran calidad futbolística. Estos son otros y algunos “viejos”. Pero la tarea sirvió para callar bocas de exaltados “sabiondos” que ganan su dinero denostando lo que a su gusto es la verdad. Lo peor es que hay mexicanos que les siguen la corriente como las manadas de animales a sus guías naturales.

Me gustó, claro, el triunfo paupérrimo mexicano. Pero al fin, triunfo y eso vale 3 puntos en el calificador oficial. Y México, orgulloso de su hazaña -¡cómo que no!- salió a festejar la fiesta de las patadas mientras los sabios eran vapuleados por un compañero que al final André Marín le cerró la comunicación cuando sintió que la calificación en su contra podría en realidad obligarlo a pronunciar, ahora sí, la última palabra…

Ahora se hacen bolas: ¿Cómo Osorio hizo eso? Pues como todos ahí son del mismo palo, para guardar el pellejo ahora discuten si vale más el entrenador que los jugadores. Una discusión bizantina que, claro, nos hace reír. Pero ignoran que es de hombres reconocer su triste realidad. Por y para eso los ayudamos hoy.

Vientos


El domingo anterior los mexicanos nos volvimos locos: el TRI vendió al seleccionado alemán, contra todos los vaticinios, 1-0. Un golazo producto de una combinación maestra y el “Chuki” Lozano clavó su primer gol en una selección nacional en juego oficial y que era su primera incursión en estas fruncias de las patadas.

Al fin ha quedado demostrado que la pelota es redonda, el campo rectangular y verde, un público lleno de pasión y patriotismo de hojalatería y una ocasión de sacar de la ignominia a un entrenador que llaman director técnico y a un conjunto de jóvenes atletas con indubitable fortaleza en sus pies y piernas para correr largo tiempo con vitalidad asombrosa.

México salió del rincón de los humildes soportadores de todas las críticas de los comunicadores en televisión que habían venido propalando el fin del profesor Juan Carlos Osorio como director técnico del seleccionado mexicano, porque nunca les dijo que él sabía cómo se iba a jugar y quiénes harían el cuadro titular.

Los “sabios” de un programa que se llama “La Última Palabra” que este escribidor esperaba que muriera en su primer programa en el que un André Marín con su “no, no, no, no” eterno, suelta sus cuestiones más tontas y cuatro más se enredan en discusiones que nadie entiende porque todos hablan a la vez, lo que demuestra que su educación está en los pies y no en el cerebro. ¿No les enseñaron en su casa que hay que saber escuchar y que no somos dueños de la verdad y por tanto debemos aceptar y oír las opiniones ajenas para tener derecho a emitir las propias?

Ellos acabaron en el papel y en la pantalla de TV con Osorio. Y Osorio les devuelve con guante blanco el cómo fue posible que los mexicanos, bien dotados, bien ajustados al plan de Osorio, mostraron las garras ante un seleccionado que modificado por las circunstancias, no era el conjunto del anterior campeonato mundial que se adjudicaron por su gran calidad futbolística. Estos son otros y algunos “viejos”. Pero la tarea sirvió para callar bocas de exaltados “sabiondos” que ganan su dinero denostando lo que a su gusto es la verdad. Lo peor es que hay mexicanos que les siguen la corriente como las manadas de animales a sus guías naturales.

Me gustó, claro, el triunfo paupérrimo mexicano. Pero al fin, triunfo y eso vale 3 puntos en el calificador oficial. Y México, orgulloso de su hazaña -¡cómo que no!- salió a festejar la fiesta de las patadas mientras los sabios eran vapuleados por un compañero que al final André Marín le cerró la comunicación cuando sintió que la calificación en su contra podría en realidad obligarlo a pronunciar, ahora sí, la última palabra…

Ahora se hacen bolas: ¿Cómo Osorio hizo eso? Pues como todos ahí son del mismo palo, para guardar el pellejo ahora discuten si vale más el entrenador que los jugadores. Una discusión bizantina que, claro, nos hace reír. Pero ignoran que es de hombres reconocer su triste realidad. Por y para eso los ayudamos hoy.