/ miércoles 12 de agosto de 2020

Bozales para los payasos

EL MURO

No hay cosa más desagradable que una persona con poder que le dé por hacerse el payaso. Suele pasarle a los políticos de moda. El problema es que debemos aguantarlos porque cualquier manifestación de desagrado trae consecuencias, aunque sobren ganas de colocarles un bozal.

A comienzos de abril, el delegado federal único en Baja California ofreció una charla a través de redes sociales, en la cual mostró sus dotes como analista pronosticador del futuro social. Aseguró socarronamente que tras la pandemia emergería una sociedad solidaria, así como “un nuevo fortalecimiento de la familia… las que sobrevivan”.

En Mexicali existe al menos el caso de una familia nuclear (papá, mamá y tres hijos) que desapareció a causa del virus y otras tantas de la misma cantidad -o mayor- de miembros, de las cuales sobrevive un integrante, lo cual prueba que el funcionario sí fue certero en al menos una de sus acuciosas observaciones sociológicas.

Es justo decir que tras su despropósito, salió a explicar que sus palabras fueron sacadas de contexto, ya que en realidad él refería a la desintegración producto de divorcios, lo cual tampoco deja de ser desagradable, básicamente porque la tarea de la autoridad es hacer lo posible para proteger la integridad comunitaria (párrafo V del artículo 4 de la Constitución: “Toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar. El Estado garantizará el respeto a este derecho…”).

Existen payasadas más dañosas, sobre todo aquellas relacionadas con la resistencia a utilizar el cubrebocas. El Presidente de Brasil dijo hace días que usar ese tipo de protección era de gais. El Presidente de México antepuso el valor de las imágenes religiosas como un escudo. Trump decía que portarlo era para débiles, hasta que sus asesores le hicieron saber que su reelección estaba enclenque justo por su negativa a protegerse.

Usar cubrebocas para prevenir contagios es algo que ni siquiera debería estar a discusión, pero qué podíamos esperar si la Organización Mundial de la Salud, organismo guía para el entendimiento de la pandemia, se resistió durante meses a darle el visto bueno.

Sí es verdad que no existe evidencia científica suficiente que muestre la efectividad de usarlo, pero eso no significa que no sea útil. Sin embargo, en semanas recientes han surgido investigaciones que validan el hecho de que la protección de nariz y boca no solo sirve para disminuir la probabilidad de contagio, sino que incluso en caso de que adquirir el virus, la defensa que otorga la mascarilla permite que ingrese una cantidad de virus limitada, lo que hace que la enfermedad sea asintomática o leve (“Mask do more than protect others during Covid-19: Reducing the inoculum or SARS- CoV2 to protect the wearer” y “Surgical mask partition reduces the risk of non-contact transmission in a golden Syrian hamster model for Coronavirus Disease 2019 (COVID-19)”). Bozales para los payasos, cubrebocas para los demás.

vicmarcen09@gmail.com


EL MURO

No hay cosa más desagradable que una persona con poder que le dé por hacerse el payaso. Suele pasarle a los políticos de moda. El problema es que debemos aguantarlos porque cualquier manifestación de desagrado trae consecuencias, aunque sobren ganas de colocarles un bozal.

A comienzos de abril, el delegado federal único en Baja California ofreció una charla a través de redes sociales, en la cual mostró sus dotes como analista pronosticador del futuro social. Aseguró socarronamente que tras la pandemia emergería una sociedad solidaria, así como “un nuevo fortalecimiento de la familia… las que sobrevivan”.

En Mexicali existe al menos el caso de una familia nuclear (papá, mamá y tres hijos) que desapareció a causa del virus y otras tantas de la misma cantidad -o mayor- de miembros, de las cuales sobrevive un integrante, lo cual prueba que el funcionario sí fue certero en al menos una de sus acuciosas observaciones sociológicas.

Es justo decir que tras su despropósito, salió a explicar que sus palabras fueron sacadas de contexto, ya que en realidad él refería a la desintegración producto de divorcios, lo cual tampoco deja de ser desagradable, básicamente porque la tarea de la autoridad es hacer lo posible para proteger la integridad comunitaria (párrafo V del artículo 4 de la Constitución: “Toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar. El Estado garantizará el respeto a este derecho…”).

Existen payasadas más dañosas, sobre todo aquellas relacionadas con la resistencia a utilizar el cubrebocas. El Presidente de Brasil dijo hace días que usar ese tipo de protección era de gais. El Presidente de México antepuso el valor de las imágenes religiosas como un escudo. Trump decía que portarlo era para débiles, hasta que sus asesores le hicieron saber que su reelección estaba enclenque justo por su negativa a protegerse.

Usar cubrebocas para prevenir contagios es algo que ni siquiera debería estar a discusión, pero qué podíamos esperar si la Organización Mundial de la Salud, organismo guía para el entendimiento de la pandemia, se resistió durante meses a darle el visto bueno.

Sí es verdad que no existe evidencia científica suficiente que muestre la efectividad de usarlo, pero eso no significa que no sea útil. Sin embargo, en semanas recientes han surgido investigaciones que validan el hecho de que la protección de nariz y boca no solo sirve para disminuir la probabilidad de contagio, sino que incluso en caso de que adquirir el virus, la defensa que otorga la mascarilla permite que ingrese una cantidad de virus limitada, lo que hace que la enfermedad sea asintomática o leve (“Mask do more than protect others during Covid-19: Reducing the inoculum or SARS- CoV2 to protect the wearer” y “Surgical mask partition reduces the risk of non-contact transmission in a golden Syrian hamster model for Coronavirus Disease 2019 (COVID-19)”). Bozales para los payasos, cubrebocas para los demás.

vicmarcen09@gmail.com