/ miércoles 10 de febrero de 2021

Cambiar y seguir igual

El Muro

Cada vacuna que se inyecta a una persona en cualquier lugar del mundo, representa un avance hacia la normalidad. De repente, un día cualquiera, en una reunión, repararemos en el hecho de que solo unos cuantos portan cubrebocas, pero será más por costumbre que por necesidad o quizá alguien decidió que la contaminación de Mexicali es motivo suficiente para seguir protegido.

Será tan lento que no veremos una transición simbólica, sólo una mezcla entre anuncios gubernamentales sobre disminución de contagios, una campaña política que resultará distractora, mucha gente en muchos lugares públicos.

Así ocurrirá, gradual será la curación para una abrupta infección. Por más que lo deseemos, no habrá una fiesta mundial llena de besos y apapachos, tampoco se instaurará una fecha oficial de la terminación de la pandemia, un anuncio de parte de la Organización de Salud o esto último quizá sí ocurra, pero creará polémica porque para ese entonces aún habrá países atrasados en vacunas.

Hoy luce complicado imaginar que algún día volveremos a ser los mismos, aunque si nos fijamos bien, nunca dejamos de ser los mismos, solo que asustados y solo durante un tiempo. Usamos protección sanitaria excesiva (algunos) y permanecimos más tiempo en casa (también algunos). Salvo quienes perdieron familiares a causa del coronavirus, el resto tiene ya semanas integrándose a la cotidianeidad, más allá de que pudiera haber una tercera ola semanas más adelante. Incluso quienes pasaron momentos complicados por el fallecimiento de gente cercana, eventualmente llegarán a un punto de equilibrio.

Y con todo esto encima, éste es el momento propicio para tomar conciencia de que jamás seremos conscientes de los peligros que implican los eventos inusuales. Nadie retiene información sobre algo que deja de usar por mucho tiempo. La mente no evolucionó para ayudarnos a memorizar las claves de las tarjetas bancarias ni los hechos de la vida diaria, como Funes, el personaje creado por Borges, sino para darnos ideas generales sobre hechos concretos.

Cuando llegue otro contagio masivo, podemos estar seguros que volverá a recorrer el mismo camino que hemos vivido desde hace casi un año: La ansiedad, la desconfianza, la negación, la construcción de teorías conspiratorias, volveremos a hacer cosas estúpidas del tipo acumular papel sanitario. La pandemia nos cambió para seguir iguales.

El Muro

Cada vacuna que se inyecta a una persona en cualquier lugar del mundo, representa un avance hacia la normalidad. De repente, un día cualquiera, en una reunión, repararemos en el hecho de que solo unos cuantos portan cubrebocas, pero será más por costumbre que por necesidad o quizá alguien decidió que la contaminación de Mexicali es motivo suficiente para seguir protegido.

Será tan lento que no veremos una transición simbólica, sólo una mezcla entre anuncios gubernamentales sobre disminución de contagios, una campaña política que resultará distractora, mucha gente en muchos lugares públicos.

Así ocurrirá, gradual será la curación para una abrupta infección. Por más que lo deseemos, no habrá una fiesta mundial llena de besos y apapachos, tampoco se instaurará una fecha oficial de la terminación de la pandemia, un anuncio de parte de la Organización de Salud o esto último quizá sí ocurra, pero creará polémica porque para ese entonces aún habrá países atrasados en vacunas.

Hoy luce complicado imaginar que algún día volveremos a ser los mismos, aunque si nos fijamos bien, nunca dejamos de ser los mismos, solo que asustados y solo durante un tiempo. Usamos protección sanitaria excesiva (algunos) y permanecimos más tiempo en casa (también algunos). Salvo quienes perdieron familiares a causa del coronavirus, el resto tiene ya semanas integrándose a la cotidianeidad, más allá de que pudiera haber una tercera ola semanas más adelante. Incluso quienes pasaron momentos complicados por el fallecimiento de gente cercana, eventualmente llegarán a un punto de equilibrio.

Y con todo esto encima, éste es el momento propicio para tomar conciencia de que jamás seremos conscientes de los peligros que implican los eventos inusuales. Nadie retiene información sobre algo que deja de usar por mucho tiempo. La mente no evolucionó para ayudarnos a memorizar las claves de las tarjetas bancarias ni los hechos de la vida diaria, como Funes, el personaje creado por Borges, sino para darnos ideas generales sobre hechos concretos.

Cuando llegue otro contagio masivo, podemos estar seguros que volverá a recorrer el mismo camino que hemos vivido desde hace casi un año: La ansiedad, la desconfianza, la negación, la construcción de teorías conspiratorias, volveremos a hacer cosas estúpidas del tipo acumular papel sanitario. La pandemia nos cambió para seguir iguales.