/ viernes 14 de mayo de 2021

Comunicólogos…

QUO VADIS

El pasado 12 de mayo se celebró el “Día del Comunicólogo”, que para unos significa “todólogo” o viceversa, cuestión de enfoques y esgrima verbal estéril porque se trata, a final de cuentas, de recordar “la identidad de quienes estudian dicha carrera o tienen la labor social de informar, expresar y convencer a través de cualquier medio” como suelen ser los periodistas, reporteros, publicistas, conductores, editores, escritores, etc., la mayoría ganándose el respeto de su audiencia por conducirse con ética y profesionalismo.

Sin embargo y gracias a la enorme penetración que en el mundo cibernético constituyen las redes, en la última década ha surgido otro tipo de “comunicólogos”, si es que así se les puede considerar a los “influencers” y “youtubers” que en no pocos casos y a costa de presentaciones, dichos o hechos de escándalo, léperos o francamente indeseables, se hacen de dinero. También están los “mercadólogos” modernos que abandonaron los sesudos estudios de mercado por la antesala recreativa del circo, maroma y teatro para que sus clientes protagonicen actos idiotas tratando de ganar votos, como ocurre con algunos candidatos (as) a puestos de elección popular que despilfarran el dinero del pueblo que la ley les concede para promover el voto en base a campañas políticas de propuestas, no desatinos ni confrontaciones.

Así, en este ramillete de cuestionables “comunicólogos” brillan sin pudor ni honor personalidades de la sociedad, cultura, arte, política o economía e igual, haciendo mella de quienes consideran sus adversarios sin respeto alguno, pero congraciándose con sus seguidores, siempre ávidos del amarre de navajas que confrontan, dividen y polarizan al grado de amenazar e insultar al adversario en medios que son del dominio público.

Y ni qué decir de los “comunicólogos” profesionales de la radio, televisión o prensa, con historial de envidia por su amplia trayectoria y credibilidad, pero que en un santiamén las devalúan al hacer eco vehemente de mensajes inútiles que generan mentes trastornadas como desquiciadas ya sea para anunciar, criticar o vanagloriarse de algo...o alguien.

En fin, en lo personal yo prefiero los contenidos de “comunicólogos” que en radio, televisión, cine, prensa, redes y todo tipo de medio posible hacen de la palabra un verdadero arte; que respetan y se respetan asimismo; que son tolerantes pero no repetidores de estupideces; que verifican sus “fuentes” de información y, sobre todo, que investigan el qué, quién, cómo, cuándo, porqué y para qué de tantos sucesos que impactan en el mundo de muchas formas cumpliendo así, cabalmente, con su responsabilidad social.

A esos, a los verdaderos “comunicólogos” que saben identificar el interés y sentido común que atraen a la mayoría de una sociedad constructiva y responsable comparto mi felicitación porque lo demás, simple y llanamente es lo de menos en el arte de comunicar que, hoy en día, hay quienes lo ejercen sin siquiera saber reglas básicas de ortografía. ¿O no?

pibenavarro@gmail.com


QUO VADIS

El pasado 12 de mayo se celebró el “Día del Comunicólogo”, que para unos significa “todólogo” o viceversa, cuestión de enfoques y esgrima verbal estéril porque se trata, a final de cuentas, de recordar “la identidad de quienes estudian dicha carrera o tienen la labor social de informar, expresar y convencer a través de cualquier medio” como suelen ser los periodistas, reporteros, publicistas, conductores, editores, escritores, etc., la mayoría ganándose el respeto de su audiencia por conducirse con ética y profesionalismo.

Sin embargo y gracias a la enorme penetración que en el mundo cibernético constituyen las redes, en la última década ha surgido otro tipo de “comunicólogos”, si es que así se les puede considerar a los “influencers” y “youtubers” que en no pocos casos y a costa de presentaciones, dichos o hechos de escándalo, léperos o francamente indeseables, se hacen de dinero. También están los “mercadólogos” modernos que abandonaron los sesudos estudios de mercado por la antesala recreativa del circo, maroma y teatro para que sus clientes protagonicen actos idiotas tratando de ganar votos, como ocurre con algunos candidatos (as) a puestos de elección popular que despilfarran el dinero del pueblo que la ley les concede para promover el voto en base a campañas políticas de propuestas, no desatinos ni confrontaciones.

Así, en este ramillete de cuestionables “comunicólogos” brillan sin pudor ni honor personalidades de la sociedad, cultura, arte, política o economía e igual, haciendo mella de quienes consideran sus adversarios sin respeto alguno, pero congraciándose con sus seguidores, siempre ávidos del amarre de navajas que confrontan, dividen y polarizan al grado de amenazar e insultar al adversario en medios que son del dominio público.

Y ni qué decir de los “comunicólogos” profesionales de la radio, televisión o prensa, con historial de envidia por su amplia trayectoria y credibilidad, pero que en un santiamén las devalúan al hacer eco vehemente de mensajes inútiles que generan mentes trastornadas como desquiciadas ya sea para anunciar, criticar o vanagloriarse de algo...o alguien.

En fin, en lo personal yo prefiero los contenidos de “comunicólogos” que en radio, televisión, cine, prensa, redes y todo tipo de medio posible hacen de la palabra un verdadero arte; que respetan y se respetan asimismo; que son tolerantes pero no repetidores de estupideces; que verifican sus “fuentes” de información y, sobre todo, que investigan el qué, quién, cómo, cuándo, porqué y para qué de tantos sucesos que impactan en el mundo de muchas formas cumpliendo así, cabalmente, con su responsabilidad social.

A esos, a los verdaderos “comunicólogos” que saben identificar el interés y sentido común que atraen a la mayoría de una sociedad constructiva y responsable comparto mi felicitación porque lo demás, simple y llanamente es lo de menos en el arte de comunicar que, hoy en día, hay quienes lo ejercen sin siquiera saber reglas básicas de ortografía. ¿O no?

pibenavarro@gmail.com