/ viernes 23 de agosto de 2019

Con perspectiva HUMANA…

Quo Vadis


En el “torbellino” que a nivel nacional protagonizan en el primer plano la delincuencia en todas sus formas de manifestación y en segundo plano los reclamos de justicia de parte de víctimas, sus familiares y conocidos de todas las edades y sexos, la aspiración a vivir con seguridad y justicia parece alejarse cada vez más…

Una retrospectiva de contenidos de las noticias más relevantes durante los últimos 10 años nos refieren, por ejemplo, que los actos delictivos de bajo y alto impacto siguen “ganando” los principales espacios de los medios de comunicación masiva y redes, mientras el desempeño de autoridades que tienen la responsabilidad de prevenir el delito, procurar y administrar justicia, simple y llanamente se observa tan reducido que su impacto positivo es “pulverizado” por el “bombardeo” de informaciones negativas.

Esta realidad informativa conlleva a que las personas, de cualquier sexo, edad y posición socio-económica, tengan una percepción de inseguridad y casi nula aprobación de la vigencia del Estado de Derecho, por eso surgen las manifestaciones de todos los tamaños y estilos, con y sin violencia, para llamar la atención de las autoridades para que hagan algo que evite que las calles sigan siendo tierra de nadie y que los que delinquen sean enjuiciados hasta conseguir penas ejemplares.

Sin embargo y siendo realistas, en México no se tienen los componentes para garantizar plena seguridad y justicia a todos sus habitantes por la sencilla y simple razón de que no hay capacidad humana, material y presupuestal para ello, menos cuando hay un sinnúmero de instituciones que es preciso depurar de malos elementos y la sociedad sigue siendo el principal generador de personas que delinquen.

Entonces…y aquí va el Quo Vadis, lo que debe ocupar e importar a la sociedad en conjunto en tanto las autoridades alcanzan niveles aprobatorios, es evitar que desde el hogar surjan más delincuentes; que en casa seamos intolerantes con los actos violentos, empezando con aquellos de cualquier edad y sexo que gustan maltratar a los animales y que acaban asesinando personas y que reafirmemos valores no de manera hueca, sino con prácticas y compromisos a toda prueba, apostándole padres e hijos a un esfuerzo real y verdadero eliminando la premisa juvenil actual de “no te metas en mi vida…”.

De algo debemos estar satisfechos y orgullosos en cada hogar de México ante este “torbellino” de injusticias, actos violentos, criminales e inhumanos: De que ninguno de sus miembros será protagonista de algo reprobable y que como familia cumplimos con nuestra responsabilidad social no con perspectiva de género, sino HUMANA, porque toda persona es importante sea mujer u hombre, de cualquier edad, nacionalidad, color de piel y creencia espiritual. Así, al menos, creo que comenzará en serio una nueva era para la sociedad mexicana que --por si no lo ha notado-- parece conducirse a una autodestrucción nunca antes vista porque ya va más de una década sin mejorar nuestro entorno no obstante el altísimo costo que representan las instituciones de seguridad y justicia. ¿O no?

Quo Vadis


En el “torbellino” que a nivel nacional protagonizan en el primer plano la delincuencia en todas sus formas de manifestación y en segundo plano los reclamos de justicia de parte de víctimas, sus familiares y conocidos de todas las edades y sexos, la aspiración a vivir con seguridad y justicia parece alejarse cada vez más…

Una retrospectiva de contenidos de las noticias más relevantes durante los últimos 10 años nos refieren, por ejemplo, que los actos delictivos de bajo y alto impacto siguen “ganando” los principales espacios de los medios de comunicación masiva y redes, mientras el desempeño de autoridades que tienen la responsabilidad de prevenir el delito, procurar y administrar justicia, simple y llanamente se observa tan reducido que su impacto positivo es “pulverizado” por el “bombardeo” de informaciones negativas.

Esta realidad informativa conlleva a que las personas, de cualquier sexo, edad y posición socio-económica, tengan una percepción de inseguridad y casi nula aprobación de la vigencia del Estado de Derecho, por eso surgen las manifestaciones de todos los tamaños y estilos, con y sin violencia, para llamar la atención de las autoridades para que hagan algo que evite que las calles sigan siendo tierra de nadie y que los que delinquen sean enjuiciados hasta conseguir penas ejemplares.

Sin embargo y siendo realistas, en México no se tienen los componentes para garantizar plena seguridad y justicia a todos sus habitantes por la sencilla y simple razón de que no hay capacidad humana, material y presupuestal para ello, menos cuando hay un sinnúmero de instituciones que es preciso depurar de malos elementos y la sociedad sigue siendo el principal generador de personas que delinquen.

Entonces…y aquí va el Quo Vadis, lo que debe ocupar e importar a la sociedad en conjunto en tanto las autoridades alcanzan niveles aprobatorios, es evitar que desde el hogar surjan más delincuentes; que en casa seamos intolerantes con los actos violentos, empezando con aquellos de cualquier edad y sexo que gustan maltratar a los animales y que acaban asesinando personas y que reafirmemos valores no de manera hueca, sino con prácticas y compromisos a toda prueba, apostándole padres e hijos a un esfuerzo real y verdadero eliminando la premisa juvenil actual de “no te metas en mi vida…”.

De algo debemos estar satisfechos y orgullosos en cada hogar de México ante este “torbellino” de injusticias, actos violentos, criminales e inhumanos: De que ninguno de sus miembros será protagonista de algo reprobable y que como familia cumplimos con nuestra responsabilidad social no con perspectiva de género, sino HUMANA, porque toda persona es importante sea mujer u hombre, de cualquier edad, nacionalidad, color de piel y creencia espiritual. Así, al menos, creo que comenzará en serio una nueva era para la sociedad mexicana que --por si no lo ha notado-- parece conducirse a una autodestrucción nunca antes vista porque ya va más de una década sin mejorar nuestro entorno no obstante el altísimo costo que representan las instituciones de seguridad y justicia. ¿O no?