/ martes 8 de septiembre de 2020

Cuéntame, pero nada de cuentos

CRUZANDO LÍNEAS

Arizona.- Mi familia creció hace seis años. En 2010 éramos dos y un perro; ahora somos cuatro: La mayoría de mis amigos también se reprodujeron. Somos muchos y nos multiplicamos muy rápido. ¿Sacamos cuentas? Cuéntame, pero nada de cuentos.

En el 2010, el censo no fue tan exitoso como debiera en Arizona. Se promulgó la SB1070, cientos de migrantes se mudaron, el sheriff Arpaio amenazaba con redadas, Jan Brewer se reeligió como gobernadora, hubo un boicot económico al Estado y, bueno, comenzó una cacería de indocumentados que vivían, trabajaban y contribuían… pero nadie contaba.

Hace diez años, la gente no quería abrir la puerta de sus casas por el miedo. ¿Y si es la migra? ¿El sheriff? ¿Censo para qué? ¡Aquí no votamos!

En el 2020 tampoco. ¡Estamos en aislamiento! En esta casa no aceptamos visitas. ¡Hasta que se acabe la pandemia!

El conteo poblacional de 2020 quizá no refleje la realidad de Estados Unidos. De acuerdo con un artículo del New York Times, una de cada tres personas que trabajaban en el censo han renunciado o no se han presentado durante la pandemia y aún faltan más de 38 millones de casas por contarse en el país. Además, este mes se acaba el tiempo. De esta manera, Donald Trump, aún como presidente, recibirá los resultados antes de las elecciones de noviembre y, bueno, muchas decisiones se pueden tomar a partir de ellos.

No hay censos perfectos. Cada diez años existen desafíos, teorías de conspiración y eventos extraordinarios -a veces provocados- que merman la participación. Este año fue la pandemia, pero también la controversia por la pregunta de la ciudadanía, los desastres naturales, la reducción del tiempo para encuestar, la imposibilidad de visitar casa por casa, la falta de acceso a internet, la polémica del correo postal, la premura por los resultados y las ganas de quitar a los indocumentados de la lista. ¿Algo más? Éste ha sido un año sin precedentes.

Nosotros nos contamos antes de que todo empezara. Pero nuestros amigos, esos que se reprodujeron, no. Quizá no lo hagan; a muchos de ellos no les interesa, independientemente de su situación migratoria o quizá por eso. No se sabe cuáles resultados y cómo llegarán en enero al Congreso. ¿Se contará solo a los ciudadanos? ¿Se compartirá la información recabada con otras agencias del gobierno? ¿Habrá suficientes hogares contados para que se muestre una verdadera representación del pueblo? Son muchos los escépticos que ya no creen en nada.

En el 2010, la mitad de Estados Unidos llenó el censo. Este año el panorama podría ser desalentador para aquellos lugares en donde los residentes han decidido no participar. Hasta el momento, uno de cada cinco hogares ha participado… pero todavía hay tiempo. Somos más, no podemos permitir que contemos menos.

maritzalizethfelix@gmail.com


CRUZANDO LÍNEAS

Arizona.- Mi familia creció hace seis años. En 2010 éramos dos y un perro; ahora somos cuatro: La mayoría de mis amigos también se reprodujeron. Somos muchos y nos multiplicamos muy rápido. ¿Sacamos cuentas? Cuéntame, pero nada de cuentos.

En el 2010, el censo no fue tan exitoso como debiera en Arizona. Se promulgó la SB1070, cientos de migrantes se mudaron, el sheriff Arpaio amenazaba con redadas, Jan Brewer se reeligió como gobernadora, hubo un boicot económico al Estado y, bueno, comenzó una cacería de indocumentados que vivían, trabajaban y contribuían… pero nadie contaba.

Hace diez años, la gente no quería abrir la puerta de sus casas por el miedo. ¿Y si es la migra? ¿El sheriff? ¿Censo para qué? ¡Aquí no votamos!

En el 2020 tampoco. ¡Estamos en aislamiento! En esta casa no aceptamos visitas. ¡Hasta que se acabe la pandemia!

El conteo poblacional de 2020 quizá no refleje la realidad de Estados Unidos. De acuerdo con un artículo del New York Times, una de cada tres personas que trabajaban en el censo han renunciado o no se han presentado durante la pandemia y aún faltan más de 38 millones de casas por contarse en el país. Además, este mes se acaba el tiempo. De esta manera, Donald Trump, aún como presidente, recibirá los resultados antes de las elecciones de noviembre y, bueno, muchas decisiones se pueden tomar a partir de ellos.

No hay censos perfectos. Cada diez años existen desafíos, teorías de conspiración y eventos extraordinarios -a veces provocados- que merman la participación. Este año fue la pandemia, pero también la controversia por la pregunta de la ciudadanía, los desastres naturales, la reducción del tiempo para encuestar, la imposibilidad de visitar casa por casa, la falta de acceso a internet, la polémica del correo postal, la premura por los resultados y las ganas de quitar a los indocumentados de la lista. ¿Algo más? Éste ha sido un año sin precedentes.

Nosotros nos contamos antes de que todo empezara. Pero nuestros amigos, esos que se reprodujeron, no. Quizá no lo hagan; a muchos de ellos no les interesa, independientemente de su situación migratoria o quizá por eso. No se sabe cuáles resultados y cómo llegarán en enero al Congreso. ¿Se contará solo a los ciudadanos? ¿Se compartirá la información recabada con otras agencias del gobierno? ¿Habrá suficientes hogares contados para que se muestre una verdadera representación del pueblo? Son muchos los escépticos que ya no creen en nada.

En el 2010, la mitad de Estados Unidos llenó el censo. Este año el panorama podría ser desalentador para aquellos lugares en donde los residentes han decidido no participar. Hasta el momento, uno de cada cinco hogares ha participado… pero todavía hay tiempo. Somos más, no podemos permitir que contemos menos.

maritzalizethfelix@gmail.com