/ miércoles 28 de abril de 2021

Cultos ignorantes

EL MURO

La ignorancia brinda felicidad en ocasiones, pero también puede matar. Ser ignorante no necesariamente está ligado a la falta de conocimiento formal. Sé de gente culta que dice sandeces.

Algunos cultos no opinan, tienden a pontificar desde la soberbia y eso es peligroso. A comienzos de la pandemia leí comentarios de personas socialmente reconocidas en nuestra comunidad por su aportación al mundo de las artes, de las letras y de la academia, dudar sobre el proceso de contagio del Covid de persona a persona. Les resultaba inconcebible la idea de que el virus se distribuyera en todo el planeta solo por medio de la intervención de personas, para ellos eso no era posible, debía existir algo más allá, una conspiración por ejemplo.

Supongo que ante la evidencia de las variantes covidianas brasileña e inglesa presentes en nuestro país, les habrá quedado claro la mecánica del contagio. Seguro entenderán que no es casualidad que usemos el término viral para referirnos al hecho de que una publicación en redes se distribuya velozmente entre miles de personas a partir de una fuente de origen.

Supe de docentes en el mundillo de las humanidades que defendían a capa y a espada el uso del dióxido de cloro o de aquellos que estaban en contra del uso del cubrebocas, o qué tal los que sostenían que como ellos nunca se habían contagiado, entonces el virus no existía. Al final este tipo de ignorancia es más dañosa porque sus figuras ejercen guste o no, influencia comunitaria.

La ignorancia no distingue clases sociales, grados académicos acumulados, dinero, forma de vestir o carro que uses. Pandejo o covidiota puede ser cualquiera que luche por imponer su punto de vista sobre algo, sin la más mínima consideración al uso de la razón. En ocasiones, la escuela y los muchos libros resultan contraproducentes.

Ahora que vamos de nuevo rumbo al semáforo rojo, es bueno entender el problema desde la perspectiva más simple para no perdernos en la multitud de comentarios: Con vacuna o sin ella, podemos llevar una vida relativamente normal, siempre y cuando usemos el cubrebocas cuando estemos conviviendo con personas, además de respetar la distancia social.

Debimos haber aprendido que no conviene hacer caso a todo lo que leamos o escuchemos. Ya vimos que respetando las más elementales reglas sanitarias, ni siquiera gripa nos dio durante el pasado invierno.

vicmarcen09@gmail.com


EL MURO

La ignorancia brinda felicidad en ocasiones, pero también puede matar. Ser ignorante no necesariamente está ligado a la falta de conocimiento formal. Sé de gente culta que dice sandeces.

Algunos cultos no opinan, tienden a pontificar desde la soberbia y eso es peligroso. A comienzos de la pandemia leí comentarios de personas socialmente reconocidas en nuestra comunidad por su aportación al mundo de las artes, de las letras y de la academia, dudar sobre el proceso de contagio del Covid de persona a persona. Les resultaba inconcebible la idea de que el virus se distribuyera en todo el planeta solo por medio de la intervención de personas, para ellos eso no era posible, debía existir algo más allá, una conspiración por ejemplo.

Supongo que ante la evidencia de las variantes covidianas brasileña e inglesa presentes en nuestro país, les habrá quedado claro la mecánica del contagio. Seguro entenderán que no es casualidad que usemos el término viral para referirnos al hecho de que una publicación en redes se distribuya velozmente entre miles de personas a partir de una fuente de origen.

Supe de docentes en el mundillo de las humanidades que defendían a capa y a espada el uso del dióxido de cloro o de aquellos que estaban en contra del uso del cubrebocas, o qué tal los que sostenían que como ellos nunca se habían contagiado, entonces el virus no existía. Al final este tipo de ignorancia es más dañosa porque sus figuras ejercen guste o no, influencia comunitaria.

La ignorancia no distingue clases sociales, grados académicos acumulados, dinero, forma de vestir o carro que uses. Pandejo o covidiota puede ser cualquiera que luche por imponer su punto de vista sobre algo, sin la más mínima consideración al uso de la razón. En ocasiones, la escuela y los muchos libros resultan contraproducentes.

Ahora que vamos de nuevo rumbo al semáforo rojo, es bueno entender el problema desde la perspectiva más simple para no perdernos en la multitud de comentarios: Con vacuna o sin ella, podemos llevar una vida relativamente normal, siempre y cuando usemos el cubrebocas cuando estemos conviviendo con personas, además de respetar la distancia social.

Debimos haber aprendido que no conviene hacer caso a todo lo que leamos o escuchemos. Ya vimos que respetando las más elementales reglas sanitarias, ni siquiera gripa nos dio durante el pasado invierno.

vicmarcen09@gmail.com