/ miércoles 28 de noviembre de 2018

De la invasión migratoria

Vientos


Trataré de puntualizar mi opinión personal sobre el fenómeno social de las migraciones de un país a otro u otros de diferente cultura, con todos los riesgos que derivan de un choque frontal de esta naturaleza.

Estamos presenciando una invasión migrante a nuestro territorio que pueden derivar enfermedades y muertes y por lo mismo responsabilidades que inopinadamente nuestras autoridades han dejado que se sucedan en oleadas al parecer organizadas de origen. Cuando les son exigidas el cumplimiento de nuestras normas, las eluden y reclaman derechos humanos que olvidaron también tenemos los invadidos.

Nuestras fronteras al sur han sido violadas sin castigo, es decir, impunemente. Y las del norte empiezan a abarrotarlas con infinitud de problemas que afectan la buena marcha de nuestras vidas nacionales cuando tenemos que disponer de nuestros exiguos ingresos públicos para sostener los problemas de hambre, sed y salud y las de cobijo, que significan reducción o nulificación de los objetivos de una buena y saludable vida local o regional.

Para el lado norteamericano ya les demostraron en San Ysidro que no pasarán. Y que pueden, constitucionalmente, hasta causarles defunciones. Pero insisten en seguir esperando. Y cuando tengan hambre por falta de apoyos a la fuerza, los encontrarán asaltando y robando residencias con el grave riesgo de los invasores de ser muertos en tales circunstancias. Uno defiende su hogar y tiene derecho el defensor de hacerlo con el apoyo de la ley, en este caso más que justamente.

He visto por la televisión lideresas invasoras peleando en nuestro país “sus” derechos humanos, con la ceguera de que están hollando tierra extranjera para ellos, algunos de los cuales, ya estamos advertidos, están huyendo de órdenes de aprehensión, lo que nos indica la calidad moral de los mismos. Hay mil razones por las que deben de ser devueltas, deportadas a sus países. No deben olvidar el viejo dicho español: el muerto y el arrimado, a los tres días apesta. Y ellos, con mucha pena lo escribo, pero son los arrimados y ya empiezan a apestar…

Ellos no han llegado para quedarse aquí, pero se atoraron en la frontera nuestra, en nuestro territorio. Hay que sacarlos de aquí. Y lo digo lamentando el tener que escribirlo. Pero si hay que ayudar, primero los nuestros. Lo demás es demagogia que sirve para un rato de campaña. Y eso ya pasó.


Vientos


Trataré de puntualizar mi opinión personal sobre el fenómeno social de las migraciones de un país a otro u otros de diferente cultura, con todos los riesgos que derivan de un choque frontal de esta naturaleza.

Estamos presenciando una invasión migrante a nuestro territorio que pueden derivar enfermedades y muertes y por lo mismo responsabilidades que inopinadamente nuestras autoridades han dejado que se sucedan en oleadas al parecer organizadas de origen. Cuando les son exigidas el cumplimiento de nuestras normas, las eluden y reclaman derechos humanos que olvidaron también tenemos los invadidos.

Nuestras fronteras al sur han sido violadas sin castigo, es decir, impunemente. Y las del norte empiezan a abarrotarlas con infinitud de problemas que afectan la buena marcha de nuestras vidas nacionales cuando tenemos que disponer de nuestros exiguos ingresos públicos para sostener los problemas de hambre, sed y salud y las de cobijo, que significan reducción o nulificación de los objetivos de una buena y saludable vida local o regional.

Para el lado norteamericano ya les demostraron en San Ysidro que no pasarán. Y que pueden, constitucionalmente, hasta causarles defunciones. Pero insisten en seguir esperando. Y cuando tengan hambre por falta de apoyos a la fuerza, los encontrarán asaltando y robando residencias con el grave riesgo de los invasores de ser muertos en tales circunstancias. Uno defiende su hogar y tiene derecho el defensor de hacerlo con el apoyo de la ley, en este caso más que justamente.

He visto por la televisión lideresas invasoras peleando en nuestro país “sus” derechos humanos, con la ceguera de que están hollando tierra extranjera para ellos, algunos de los cuales, ya estamos advertidos, están huyendo de órdenes de aprehensión, lo que nos indica la calidad moral de los mismos. Hay mil razones por las que deben de ser devueltas, deportadas a sus países. No deben olvidar el viejo dicho español: el muerto y el arrimado, a los tres días apesta. Y ellos, con mucha pena lo escribo, pero son los arrimados y ya empiezan a apestar…

Ellos no han llegado para quedarse aquí, pero se atoraron en la frontera nuestra, en nuestro territorio. Hay que sacarlos de aquí. Y lo digo lamentando el tener que escribirlo. Pero si hay que ayudar, primero los nuestros. Lo demás es demagogia que sirve para un rato de campaña. Y eso ya pasó.