/ jueves 8 de noviembre de 2018

“Decíamos ayer…”

Vientos


Con la expresión filosófica histórica de fray Luis de León, abro hoy esta colaboración emparentada con la de ayer pretendiendo una más clara posición respecto de la peregrina teoría de mis mayores respecto a la justificación de la democracia representativa que, insisto, es una mera ilusión de efectividad, aunque no deje de ser una bella ilusión.

Cuando fue desarrollándose la teoría democrática, siempre se tuvo al actor principal, el humano, como un ser ideal. Pocos entraron a conocer su desarrollo social y las diferencias de su desarrollo según sus entornos. Y se insistió la teoría de la representatividad acomodada a una cama de humanos todos buenos, todos honestos, todos llenos de virtudes, cuando en realidad estaban acodándose con seres de naturaleza egoísta que aun trabajando en colectivos, miran siempre a su favor. El ser humano podría y muy bien escenificar una obra de cinematografía que se titulara “El rastrillo y yo”.

El hombre no ha podido separarse, como humano, de ese sentimiento del YO. Pocas veces piensa en el NOSOTROS, quizá apenas cuando se refiere a su familia, y aún así tengo mis dudas jaladas de un estudio de personalidades del Dr. Jung que habla, precisamente, del imán interior que sobrepone al humano en sus tareas del cotidiano existir en donde las luchas, a veces invisibles, se dan con carácter salvaje.

Pues así la teoría le dejó a la democracia representativa el descanso espiritual de la cesión de una pequeña parcela de poder político como parte del contrapeso frente a los poderes Ejecutivo y Judicial. Pero fue y sigue siendo un golpe de inocencia grande. Cada quien jala para su santo y si en las cámaras de representantes un asunto puede no ser benéfico para las mayorías, pero sí lo es para “algunos”, los “algunos” votarán favorablemente para ellos, a menos que el líder de la bancada partidista que lo somete, lo obligue a votar contra sí mismo, lo que generará un voto negativo futuro para quien marcó una ruta que lesionó al oportunista frustrado.

Ser representante en México, es además un factible vínculo con el poder del momento, bajo la mesa. Entonces “las baterías” del poder o de las oposiciones -según- se van fundiendo y nadie sabe qué sucede en realidad.

Pero ya les platicaré como sí se puede tener el voto de los ciudadanos comunes antes que sus representantes. Pero esto es otro rollo y otro largo espacio. Es otra teoría, un ensayo completo y eficaz. No las consultas sin ton ni son del “Peje” convertido, según él, en el dueño de la batuta… otro sueño… en fin.


Vientos


Con la expresión filosófica histórica de fray Luis de León, abro hoy esta colaboración emparentada con la de ayer pretendiendo una más clara posición respecto de la peregrina teoría de mis mayores respecto a la justificación de la democracia representativa que, insisto, es una mera ilusión de efectividad, aunque no deje de ser una bella ilusión.

Cuando fue desarrollándose la teoría democrática, siempre se tuvo al actor principal, el humano, como un ser ideal. Pocos entraron a conocer su desarrollo social y las diferencias de su desarrollo según sus entornos. Y se insistió la teoría de la representatividad acomodada a una cama de humanos todos buenos, todos honestos, todos llenos de virtudes, cuando en realidad estaban acodándose con seres de naturaleza egoísta que aun trabajando en colectivos, miran siempre a su favor. El ser humano podría y muy bien escenificar una obra de cinematografía que se titulara “El rastrillo y yo”.

El hombre no ha podido separarse, como humano, de ese sentimiento del YO. Pocas veces piensa en el NOSOTROS, quizá apenas cuando se refiere a su familia, y aún así tengo mis dudas jaladas de un estudio de personalidades del Dr. Jung que habla, precisamente, del imán interior que sobrepone al humano en sus tareas del cotidiano existir en donde las luchas, a veces invisibles, se dan con carácter salvaje.

Pues así la teoría le dejó a la democracia representativa el descanso espiritual de la cesión de una pequeña parcela de poder político como parte del contrapeso frente a los poderes Ejecutivo y Judicial. Pero fue y sigue siendo un golpe de inocencia grande. Cada quien jala para su santo y si en las cámaras de representantes un asunto puede no ser benéfico para las mayorías, pero sí lo es para “algunos”, los “algunos” votarán favorablemente para ellos, a menos que el líder de la bancada partidista que lo somete, lo obligue a votar contra sí mismo, lo que generará un voto negativo futuro para quien marcó una ruta que lesionó al oportunista frustrado.

Ser representante en México, es además un factible vínculo con el poder del momento, bajo la mesa. Entonces “las baterías” del poder o de las oposiciones -según- se van fundiendo y nadie sabe qué sucede en realidad.

Pero ya les platicaré como sí se puede tener el voto de los ciudadanos comunes antes que sus representantes. Pero esto es otro rollo y otro largo espacio. Es otra teoría, un ensayo completo y eficaz. No las consultas sin ton ni son del “Peje” convertido, según él, en el dueño de la batuta… otro sueño… en fin.