/ miércoles 8 de agosto de 2018

Del lagrimeo perredista

Vientos


Magnífico que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y su Secretaría de Acción Electoral acepten, finalmente, que se equivocaron de la A a la Z al aceptar la coalición con el Partido Acción Nacional (PAN) para las pasadas elecciones presidenciales del 1 de julio.

No se trata de haberse equivocado con la candidatura del joven Ricardo Anaya Cortés, cuando éste estuvo en lo suyo ajustado a sus principios ideológicos (ya evidentes) y tuvo la capacidad de convencer al PRD que se le sumara y así aumentar el volumen de sus votos. Entonces se produjeron dos errores y tal vez obtuvieron PRD y PAN, la evidencia de la huida de sus sendas militancias leales para evadir “la mezcolanza ideológica” o como quiera llamarse eso, sumándose a los errores los “saltimbanquis” de la política, tan prolíficos en estas jornadas… y ahora motivados por otra perspectiva de anecdotario: matar al PRI cuando el enemigo era Morena, asunto que a esos especímenes humanos les da puerta abierta para cambiar a Dios por cualquier personaje de películas cómicas…

Respecto de los dos errores, vale aclarar que no fueron los partidos los equivocados; los partidos no piensan. Es error de sus dirigentes y nunca de sus bases a quienes no consultan: ni Anaya era el candidato ideal para el PAN y sí Margarita Zavala; y menos lo era de los perredistas. ¿Dónde estaban los “Chuchos”? Creo que cualquier cosa que al respecto se desee agregar, es sólo aumentar el desprestigio de esos partidos cuya coalición demostró a Tirios y Troyanos que el sentido de la política se les escapó de entre los dedos como el agua que se quiere contener en un puño.

Se perdió la dirigencia perredista en discusiones torpes para ir a caer en la habilidad de araña del dirigente panista. Cayó en su tela sin poder escapar. ¿Cómo se le olvidó a los pretensos prosocialistas, seguidores de una izquierda que no lo es en firme y de cierto y ponerse el anillo de compromiso con los hijos del sinarquismo que es exactamente su opuesto político? Sólo hay una respuesta en varias palabras: ignorancia, interés económico, vulgaridad política o, de plano, estupidez. Y la respuesta es igual o casi: el error del PAN, quien de ir solo hubiera tenido mejor cosecha política, lo que, como al PRD, solo tuvieron migajas del encuentro.

Qué bueno que el PRD ya reconoció su errar. Eso es el principio para acometer la lucha por el retorno y el apunte definitivo: cuando se tiene una ideología y se hace respetar, vale más ir solo que mal acompañado. Y ese consejo es también para el PRI que hoy, de nuevo, salió desorejado por culpa del dirigente mayor que hace cuatro años prometió al priísmo, públicamente, que dejaría el PRI y la presidencia a manos de un priísta. Y cumplió, pero a manos de un priísta retobado y con cicatrices tricolores, que arrebató las banderas de la Revolución Mexicana que los partidos PNR, PRM y PRI jamás cumplieron. Ojalá y no se arrepientan de su inepcia dirigencial.


Vientos


Magnífico que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y su Secretaría de Acción Electoral acepten, finalmente, que se equivocaron de la A a la Z al aceptar la coalición con el Partido Acción Nacional (PAN) para las pasadas elecciones presidenciales del 1 de julio.

No se trata de haberse equivocado con la candidatura del joven Ricardo Anaya Cortés, cuando éste estuvo en lo suyo ajustado a sus principios ideológicos (ya evidentes) y tuvo la capacidad de convencer al PRD que se le sumara y así aumentar el volumen de sus votos. Entonces se produjeron dos errores y tal vez obtuvieron PRD y PAN, la evidencia de la huida de sus sendas militancias leales para evadir “la mezcolanza ideológica” o como quiera llamarse eso, sumándose a los errores los “saltimbanquis” de la política, tan prolíficos en estas jornadas… y ahora motivados por otra perspectiva de anecdotario: matar al PRI cuando el enemigo era Morena, asunto que a esos especímenes humanos les da puerta abierta para cambiar a Dios por cualquier personaje de películas cómicas…

Respecto de los dos errores, vale aclarar que no fueron los partidos los equivocados; los partidos no piensan. Es error de sus dirigentes y nunca de sus bases a quienes no consultan: ni Anaya era el candidato ideal para el PAN y sí Margarita Zavala; y menos lo era de los perredistas. ¿Dónde estaban los “Chuchos”? Creo que cualquier cosa que al respecto se desee agregar, es sólo aumentar el desprestigio de esos partidos cuya coalición demostró a Tirios y Troyanos que el sentido de la política se les escapó de entre los dedos como el agua que se quiere contener en un puño.

Se perdió la dirigencia perredista en discusiones torpes para ir a caer en la habilidad de araña del dirigente panista. Cayó en su tela sin poder escapar. ¿Cómo se le olvidó a los pretensos prosocialistas, seguidores de una izquierda que no lo es en firme y de cierto y ponerse el anillo de compromiso con los hijos del sinarquismo que es exactamente su opuesto político? Sólo hay una respuesta en varias palabras: ignorancia, interés económico, vulgaridad política o, de plano, estupidez. Y la respuesta es igual o casi: el error del PAN, quien de ir solo hubiera tenido mejor cosecha política, lo que, como al PRD, solo tuvieron migajas del encuentro.

Qué bueno que el PRD ya reconoció su errar. Eso es el principio para acometer la lucha por el retorno y el apunte definitivo: cuando se tiene una ideología y se hace respetar, vale más ir solo que mal acompañado. Y ese consejo es también para el PRI que hoy, de nuevo, salió desorejado por culpa del dirigente mayor que hace cuatro años prometió al priísmo, públicamente, que dejaría el PRI y la presidencia a manos de un priísta. Y cumplió, pero a manos de un priísta retobado y con cicatrices tricolores, que arrebató las banderas de la Revolución Mexicana que los partidos PNR, PRM y PRI jamás cumplieron. Ojalá y no se arrepientan de su inepcia dirigencial.