/ jueves 13 de junio de 2019

Delincuencia descarada…

Quo Vadis


Por el tipo de delitos que se cometen a lo largo y ancho del país, buena parte de la sociedad mexicana parece haber perdido la ruta a seguir para no solo contenerlos, sino abatirlos y en este contexto siempre se puede identificar a responsables con nombre y apellido…

Los dramas ocurren no en forma “atípica”, como estima la procuradora de Justicia de la Ciudad de México a propósito del caso del joven estudiante Norberto Ronquillo, asesinado al parecer el mismo día de su secuestro y no obstante haber pagado su familia lo exigido por su liberación...

Menos dramáticos, pero igual de indeseables, los asaltos a mano armada e hiriendo a pasajeros en el transporte público en las inmediaciones de la gran capital, mientras que en otras entidades ocurren cobardes asesinatos y actos delictivos que sería largo enlistar en este breve espacio.

El caso es que mientras la delincuencia se descara impunemente, la sociedad la observo pasiva, no porque no se hagan marchas, gritos y sombrerazos, sino porque pierde la capacidad de asombro e interacción razonable para exigir en tiempo y forma a las personas que detentan el poder público, hacer lo necesario para evitar mayor descomposición social y una agresividad de delincuentes y particulares que conducen, cada vez más cerca (como lo señalé en la anterior colaboración a propósito de la injustificable impunidad de la violencia contra animales) a tomar las víctimas justicia en propia mano o de plano consumar linchamientos igual o peor de terribles que los actos delictivos o violentos.

Quizá…y tan sólo quizá, como ha ocurrido en otros tiempos de triste memoria, cuando quienes ejercen el poder público se convierten en víctimas de algo o alguien darán prioridad a lo que se tiene que hacer en el ámbito político, legal, social y económico para mejorar la seguridad y abatir la impunidad; sin subestimar, por supuesto, los alcances y actos heroicos que han costado vidas y gran esfuerzo a muchísimos servidores públicos que con voluntad y actitud afrontan riesgos.

En ese orden de ideas y a años de distancia de implantarse en México la justicia acusatoria para eliminar la inquisitoria, los mexicanos -TODOS- necesitamos urgentemente demostrar capacidad y determinación para ajustar lo necesario y garantizar que el que la hace…la pague en los ámbitos penal y civil, porque personas de cualquier edad, frágiles, pacíficas y trabajadoras, les siguen arrebatando lo poco o de lo mucho que tienen y…hasta sus vidas.

Comparemos -aun cuando no es lo mismo, pero es igual en materia de seguridad-: El Presidente de EU, con un solo tuit, obligó al gobierno mexicano a mejorar con rapidez asombrosa su seguridad fronteriza por donde ciertamente se “colaban” personas de alta peligrosidad. De tal suerte que si de aquí al 15 de septiembre no resultan efectivas las acciones preventivas y de control migratorio, Trump volverá a replantear su amenaza fiscal a las exportaciones mexicanas y el tema es SEGURIDAD en forma, pero electoral para Trump en el fondo. ¿O no?

Quo Vadis


Por el tipo de delitos que se cometen a lo largo y ancho del país, buena parte de la sociedad mexicana parece haber perdido la ruta a seguir para no solo contenerlos, sino abatirlos y en este contexto siempre se puede identificar a responsables con nombre y apellido…

Los dramas ocurren no en forma “atípica”, como estima la procuradora de Justicia de la Ciudad de México a propósito del caso del joven estudiante Norberto Ronquillo, asesinado al parecer el mismo día de su secuestro y no obstante haber pagado su familia lo exigido por su liberación...

Menos dramáticos, pero igual de indeseables, los asaltos a mano armada e hiriendo a pasajeros en el transporte público en las inmediaciones de la gran capital, mientras que en otras entidades ocurren cobardes asesinatos y actos delictivos que sería largo enlistar en este breve espacio.

El caso es que mientras la delincuencia se descara impunemente, la sociedad la observo pasiva, no porque no se hagan marchas, gritos y sombrerazos, sino porque pierde la capacidad de asombro e interacción razonable para exigir en tiempo y forma a las personas que detentan el poder público, hacer lo necesario para evitar mayor descomposición social y una agresividad de delincuentes y particulares que conducen, cada vez más cerca (como lo señalé en la anterior colaboración a propósito de la injustificable impunidad de la violencia contra animales) a tomar las víctimas justicia en propia mano o de plano consumar linchamientos igual o peor de terribles que los actos delictivos o violentos.

Quizá…y tan sólo quizá, como ha ocurrido en otros tiempos de triste memoria, cuando quienes ejercen el poder público se convierten en víctimas de algo o alguien darán prioridad a lo que se tiene que hacer en el ámbito político, legal, social y económico para mejorar la seguridad y abatir la impunidad; sin subestimar, por supuesto, los alcances y actos heroicos que han costado vidas y gran esfuerzo a muchísimos servidores públicos que con voluntad y actitud afrontan riesgos.

En ese orden de ideas y a años de distancia de implantarse en México la justicia acusatoria para eliminar la inquisitoria, los mexicanos -TODOS- necesitamos urgentemente demostrar capacidad y determinación para ajustar lo necesario y garantizar que el que la hace…la pague en los ámbitos penal y civil, porque personas de cualquier edad, frágiles, pacíficas y trabajadoras, les siguen arrebatando lo poco o de lo mucho que tienen y…hasta sus vidas.

Comparemos -aun cuando no es lo mismo, pero es igual en materia de seguridad-: El Presidente de EU, con un solo tuit, obligó al gobierno mexicano a mejorar con rapidez asombrosa su seguridad fronteriza por donde ciertamente se “colaban” personas de alta peligrosidad. De tal suerte que si de aquí al 15 de septiembre no resultan efectivas las acciones preventivas y de control migratorio, Trump volverá a replantear su amenaza fiscal a las exportaciones mexicanas y el tema es SEGURIDAD en forma, pero electoral para Trump en el fondo. ¿O no?