/ viernes 18 de diciembre de 2020

Doloroso 2020...y 2021

QUO VADIS

Millones de personas concluyen este año atribuladas, en penoso viacrucis por el dolor de perder familiares y amistades cercanas o lejanas y, más aún, afligidas por los tristes pronósticos socio-económicos que enfrentan desde que por causa de la pandemia perdieron empleos y formas dignas de vivir.

Entre tanta pena no es fácil decir o suponer que tendremos una feliz Navidad cuando a nuestro alrededor se multiplicaron los sepelios y suena a despropósito tratar siquiera de acudir u organizar una reunión en la celebración cristiana del 24 o la mundana del año nuevo, porque con qué objeto se daría el ánimo de trastocar la sana distancia si no es el de jugar a la ruleta rusa con cercanos que si hallan el contagio en grupo, pueden morir por su frágil sistema de salud.

Por eso y tratándose de nuestro medio ambiente, qué importante será que no solo los ciudadanos, sino también los gobernantes hagan un alto, por pequeño que sea, para reflexionar que si se quieren mejores resultados en la calidad de vida de los mexicanos, es necesario cambiar estrategias y comportamientos sociales como gubernamentales. Porque a un año de distancia de que comenzó la tragicomedia mexicana por el coronavirus, lo único que hemos descubierto es que somos una sociedad inculta para disfrutar, como lo cité en mi colaboración anterior, nuestra libertad en un ambiente sano, apropiado, justo y necesario, ante la inobjetable amenaza que ronda en cualquier lugar de nuestro país.

Es momento de que reflexionemos en la fuerza positiva que puede darnos anteponer los principios preventivos para lograr una mejor salud pública que el disfrute pasajero particular que solo puede multiplicar, como también está científicamente comprobado, amenazas a la vida que hoy más que nunca se aprecia y parece encontrar su verdadero valor existencial.

Los partidos políticos, quienes sean sus candidatos, los gobernantes en turno y los ciudadanos en general tenemos la posibilidad de construir un gran pacto, un enorme acuerdo que permita ordenar ideas y propósitos para que el 2021, con toda la carga negativa que asoma, pueda transitarse de manera menos riesgosa y dolorosa.

En nosotros, como seres humanos está la posibilidad de tener en el 2021 si Dios nos presta vida y nos ayudamos a protegerla, vivir quizá…y tan solo quizá, una feliz Navidad y un próspero año nuevo 2022, porque siendo realistas y sin subestimar en nada lo que ha sucedido a lo largo del 2020 y lo que se advierte en el 2021 en salud, economía e inseguridad, por citar solo tres rubros, es francamente desesperanzador.

Todavía hay tiempo de corregir, de enderezar el rumbo, de dejarse de repartir culpas y de asumir liderazgos o identificar aquellos que son útiles socialmente porque por décadas hemos visto, antes, durante y después de la pandemia en México que los verdaderos líderes son escasos, tanto que solo se pueden encontrar en aquellos que privilegian y dan todo cuanto sea necesario por salvar vidas. ¿O no?

pibenavarro115@hotmail.com


QUO VADIS

Millones de personas concluyen este año atribuladas, en penoso viacrucis por el dolor de perder familiares y amistades cercanas o lejanas y, más aún, afligidas por los tristes pronósticos socio-económicos que enfrentan desde que por causa de la pandemia perdieron empleos y formas dignas de vivir.

Entre tanta pena no es fácil decir o suponer que tendremos una feliz Navidad cuando a nuestro alrededor se multiplicaron los sepelios y suena a despropósito tratar siquiera de acudir u organizar una reunión en la celebración cristiana del 24 o la mundana del año nuevo, porque con qué objeto se daría el ánimo de trastocar la sana distancia si no es el de jugar a la ruleta rusa con cercanos que si hallan el contagio en grupo, pueden morir por su frágil sistema de salud.

Por eso y tratándose de nuestro medio ambiente, qué importante será que no solo los ciudadanos, sino también los gobernantes hagan un alto, por pequeño que sea, para reflexionar que si se quieren mejores resultados en la calidad de vida de los mexicanos, es necesario cambiar estrategias y comportamientos sociales como gubernamentales. Porque a un año de distancia de que comenzó la tragicomedia mexicana por el coronavirus, lo único que hemos descubierto es que somos una sociedad inculta para disfrutar, como lo cité en mi colaboración anterior, nuestra libertad en un ambiente sano, apropiado, justo y necesario, ante la inobjetable amenaza que ronda en cualquier lugar de nuestro país.

Es momento de que reflexionemos en la fuerza positiva que puede darnos anteponer los principios preventivos para lograr una mejor salud pública que el disfrute pasajero particular que solo puede multiplicar, como también está científicamente comprobado, amenazas a la vida que hoy más que nunca se aprecia y parece encontrar su verdadero valor existencial.

Los partidos políticos, quienes sean sus candidatos, los gobernantes en turno y los ciudadanos en general tenemos la posibilidad de construir un gran pacto, un enorme acuerdo que permita ordenar ideas y propósitos para que el 2021, con toda la carga negativa que asoma, pueda transitarse de manera menos riesgosa y dolorosa.

En nosotros, como seres humanos está la posibilidad de tener en el 2021 si Dios nos presta vida y nos ayudamos a protegerla, vivir quizá…y tan solo quizá, una feliz Navidad y un próspero año nuevo 2022, porque siendo realistas y sin subestimar en nada lo que ha sucedido a lo largo del 2020 y lo que se advierte en el 2021 en salud, economía e inseguridad, por citar solo tres rubros, es francamente desesperanzador.

Todavía hay tiempo de corregir, de enderezar el rumbo, de dejarse de repartir culpas y de asumir liderazgos o identificar aquellos que son útiles socialmente porque por décadas hemos visto, antes, durante y después de la pandemia en México que los verdaderos líderes son escasos, tanto que solo se pueden encontrar en aquellos que privilegian y dan todo cuanto sea necesario por salvar vidas. ¿O no?

pibenavarro115@hotmail.com