/ sábado 8 de agosto de 2020

Ecos históricos sobre Porfirio Díaz

PENSARES

El 10 de mayo de 1911, Ciudad Juárez cayó en poder de la revolución maderista. En los siguientes días el presidente provisional, como se hacía llamar Francisco I. Madero, encabezó las negociaciones que culminaron con la firma de los tratados de Ciudad Juárez el 23 de mayo, en los cuales la condición primera para la paz era la renuncia del presidente Porfirio Díaz y del vicepresidente Ramón Corral.

Los periódicos anunciaron que el importante documento se presentaría el 24 de mayo por la tarde. La noticia fue suficiente para que ese día la gente abarrotara las galerías de la cámara y quienes no pudieron ingresar al recinto legislativo recién inaugurado esperaron en la calle de Donceles la confirmación de la renuncia.

Los diputados iniciaron la sesión como si no les corriera prisa. La gente comenzó a impacientarse, se trataba del momento más importante para la historia de México en los últimos años y fueron para provocar la ira de la gente, suficientes legisladores se tomaban su tiempo como si poco les importara.

Decenas de insultos salían de las galerías hasta que uno de los presentes gritó desde lo alto: ¿Y la renuncia? Frente al escándalo generado por la ansiada pregunta, el diputado Manuel Calero tomó la palabra y dijo: Mañana se presentará la renuncia del general Díaz.

Sus palabras fueron suficientes para provocar la ira de la gente; fue necesario pedir a la Policía que desalojara el recinto y los diputados abandonaron el lugar. Vamos a la calle de la Cadena, gritó alguien refiriéndose al domicilio del presidente Díaz.

El pueblo -enardecido- improvisó carteles con las palabras ¡Renuncia! y ¡Viva Madero! Las autoridades se unían a la manifestación; los vagones de tranvías fueron asaltados y apedreados; los comercios cerraron sus tiendas protegiendo los escaparates con tablones de madera.

El 25 de mayo de 1911, el hombre que había llegado a la Presidencia desde 1876, el caudillo necesario, el héroe del 2 de abril, dejó el poder al otro día en la madrugada, en medio de importantes medidas de seguridad y de manera casi clandestina como si fuera un prófugo. El expresidente y su familia partieron hacia el puerto de Veracruz, donde lo esperaba un barco para llevarlo al exilio.

El día 31 don Porfirio recibió los últimos honores militares, las últimas muestras de simpatía y admiración. Después de tomar su desayuno se dirigió al muelle para embarcarse en el trasatlántico alemán “Ypiranga” que debía llevarlo a Europa, de donde ya no volvería.

PENSARES

El 10 de mayo de 1911, Ciudad Juárez cayó en poder de la revolución maderista. En los siguientes días el presidente provisional, como se hacía llamar Francisco I. Madero, encabezó las negociaciones que culminaron con la firma de los tratados de Ciudad Juárez el 23 de mayo, en los cuales la condición primera para la paz era la renuncia del presidente Porfirio Díaz y del vicepresidente Ramón Corral.

Los periódicos anunciaron que el importante documento se presentaría el 24 de mayo por la tarde. La noticia fue suficiente para que ese día la gente abarrotara las galerías de la cámara y quienes no pudieron ingresar al recinto legislativo recién inaugurado esperaron en la calle de Donceles la confirmación de la renuncia.

Los diputados iniciaron la sesión como si no les corriera prisa. La gente comenzó a impacientarse, se trataba del momento más importante para la historia de México en los últimos años y fueron para provocar la ira de la gente, suficientes legisladores se tomaban su tiempo como si poco les importara.

Decenas de insultos salían de las galerías hasta que uno de los presentes gritó desde lo alto: ¿Y la renuncia? Frente al escándalo generado por la ansiada pregunta, el diputado Manuel Calero tomó la palabra y dijo: Mañana se presentará la renuncia del general Díaz.

Sus palabras fueron suficientes para provocar la ira de la gente; fue necesario pedir a la Policía que desalojara el recinto y los diputados abandonaron el lugar. Vamos a la calle de la Cadena, gritó alguien refiriéndose al domicilio del presidente Díaz.

El pueblo -enardecido- improvisó carteles con las palabras ¡Renuncia! y ¡Viva Madero! Las autoridades se unían a la manifestación; los vagones de tranvías fueron asaltados y apedreados; los comercios cerraron sus tiendas protegiendo los escaparates con tablones de madera.

El 25 de mayo de 1911, el hombre que había llegado a la Presidencia desde 1876, el caudillo necesario, el héroe del 2 de abril, dejó el poder al otro día en la madrugada, en medio de importantes medidas de seguridad y de manera casi clandestina como si fuera un prófugo. El expresidente y su familia partieron hacia el puerto de Veracruz, donde lo esperaba un barco para llevarlo al exilio.

El día 31 don Porfirio recibió los últimos honores militares, las últimas muestras de simpatía y admiración. Después de tomar su desayuno se dirigió al muelle para embarcarse en el trasatlántico alemán “Ypiranga” que debía llevarlo a Europa, de donde ya no volvería.

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