/ domingo 11 de marzo de 2018

Educación: el rubro prioritario

Vientos

Es infrecuente este tema en el ámbito de la política que se practica en México a nivel popular; tal vez por eso no ha permeado la ingente necesidad de su atención en los niveles en donde se sufre el imperio de la pobreza.

Hace muchísimos años… vamos a decir que en los albores del siglo XX, la educación llegaba difícilmente a todos, pero esos pocos y quienes no tuvieron oportunidad, fueron seres ávidos de aprender como lo registra la historia educativa de México y en particular la bajacaliforniana. Es la etapa casi increíble de profesores, algunos llegados al sacrificio, para enseñar “con buena letra” como se decía entonces, todas las materias susceptibles de aprendizaje según la edad de los educandos, pero fundamentalmente la gramática y la aritmética, consideradas (hasta hoy) como las armas fundamentales para la comunicación y los negocios. La geografía, la historia, las prácticas manuales eran tarea cotidiana como lo era la educación cívica con referencia urbana. Había cuatro años de primaria y si fuera posible verlo ahora en comparativo, esos niños sabían lo que un joven terminando la secundaria. No es mentira.

Nos superamos educativamente en los años sucesivos al quinto lustro: más escuelas, más profesores con menos sacrificios y parecía que ya nada detendría al país en ese rubro. Pero en la tercera década, Europa se incendió otra vez. La amenaza de la Segunda Guerra Mundial se hizo presente y tuvimos, los mexicanos, que acomodarnos a la realidad mundial.

Por alguna circunstancia que nos vamos a dilucidar aquí, los estudiantes bajacalifornianos no teníamos universidad y los que pudimos fuimos a dar unos al Colegio Militar, otros a Chapingo (Escuela Nacional de Agricultura), a Medicina, a Leyes, a Contaduría Pública o a las tecnológicas del Instituto Politécnico Nacional como la ESIME, ESIA, ESIQUIE, ESCA, ESMR y así el bajacaliforniano mostró el músculo intelectual y superó con mucho a sus compañeros del interior del país.

Y la Segunda Guerra Mundial terminó en 1945 y empezó la declive de nuestra educación. La influencia de los cambios en todo, del vecino del norte, sin pensarlo, sin proponérselo, nos deformó.

Nuestra educación hoy, posiblemente técnicamente sea la deseable y los ancianos no lo sepamos. Pero advertimos una muy mala educación cívica. Se están perdiendo o se perdieron ya los valores familiares que nos hacían fuertes. Hoy ni siquiera existe un respeto real de hijos a padres y claro, de padres a hijos también. La falta de educación general es evidente. Los valores sociales tradicionales ya no son visibles, murieron cualquier día pasado. ¿Por inservibles? No, ¡por desconocidos! Y eso es una tragedia. Hay pretensos enamorados de la silla presidencial que hablan de una revisión de la cosa educativa. Creo que es el mejor punto. Pero ¿a quién le importa?

jaimepardoverdugo@yahoo.com.mx

Vientos

Es infrecuente este tema en el ámbito de la política que se practica en México a nivel popular; tal vez por eso no ha permeado la ingente necesidad de su atención en los niveles en donde se sufre el imperio de la pobreza.

Hace muchísimos años… vamos a decir que en los albores del siglo XX, la educación llegaba difícilmente a todos, pero esos pocos y quienes no tuvieron oportunidad, fueron seres ávidos de aprender como lo registra la historia educativa de México y en particular la bajacaliforniana. Es la etapa casi increíble de profesores, algunos llegados al sacrificio, para enseñar “con buena letra” como se decía entonces, todas las materias susceptibles de aprendizaje según la edad de los educandos, pero fundamentalmente la gramática y la aritmética, consideradas (hasta hoy) como las armas fundamentales para la comunicación y los negocios. La geografía, la historia, las prácticas manuales eran tarea cotidiana como lo era la educación cívica con referencia urbana. Había cuatro años de primaria y si fuera posible verlo ahora en comparativo, esos niños sabían lo que un joven terminando la secundaria. No es mentira.

Nos superamos educativamente en los años sucesivos al quinto lustro: más escuelas, más profesores con menos sacrificios y parecía que ya nada detendría al país en ese rubro. Pero en la tercera década, Europa se incendió otra vez. La amenaza de la Segunda Guerra Mundial se hizo presente y tuvimos, los mexicanos, que acomodarnos a la realidad mundial.

Por alguna circunstancia que nos vamos a dilucidar aquí, los estudiantes bajacalifornianos no teníamos universidad y los que pudimos fuimos a dar unos al Colegio Militar, otros a Chapingo (Escuela Nacional de Agricultura), a Medicina, a Leyes, a Contaduría Pública o a las tecnológicas del Instituto Politécnico Nacional como la ESIME, ESIA, ESIQUIE, ESCA, ESMR y así el bajacaliforniano mostró el músculo intelectual y superó con mucho a sus compañeros del interior del país.

Y la Segunda Guerra Mundial terminó en 1945 y empezó la declive de nuestra educación. La influencia de los cambios en todo, del vecino del norte, sin pensarlo, sin proponérselo, nos deformó.

Nuestra educación hoy, posiblemente técnicamente sea la deseable y los ancianos no lo sepamos. Pero advertimos una muy mala educación cívica. Se están perdiendo o se perdieron ya los valores familiares que nos hacían fuertes. Hoy ni siquiera existe un respeto real de hijos a padres y claro, de padres a hijos también. La falta de educación general es evidente. Los valores sociales tradicionales ya no son visibles, murieron cualquier día pasado. ¿Por inservibles? No, ¡por desconocidos! Y eso es una tragedia. Hay pretensos enamorados de la silla presidencial que hablan de una revisión de la cosa educativa. Creo que es el mejor punto. Pero ¿a quién le importa?

jaimepardoverdugo@yahoo.com.mx