/ miércoles 27 de noviembre de 2019

¡Eeeeeeh, put…!

El Muro


Científicamente es una paradoja darwiniana y en inglés no se escucha ofensivo porque no lo entendemos con claridad: “How can these behaviors be so persistent when they offer no opportunity to produce offspring?”.

La picardía mexicana lo resume en “¿por qué existen si no se pueden reproducir entre ellos?”. La homosexualidad, sobre todo la masculina provoca malestar, indignación, escozor, ha sido motivo de repudio -incluso dentro de las familias- en el menor de los casos y hasta de muerte en los más severos.

En los estadios del futbol mexicano, un grito de presión –no necesariamente homofóbico- hacia el portero del equipo rival cada vez que despeja el balón permeó en diversas culturas: “Eeeeeeh, put…! y el clamor impactó tanto, que obligó a la FIFA, el organismo rector del balompié mundial, a presionar a los federativos mexicanos para calmar la situación.

El público en los estadios no lo usa en sentido peyorativo estableciendo que el portero rival es homosexual y por lo tanto motivo de vergüenza, lo utiliza para dejar en claro el bajo nivel como ser humano del contrincante. En el lenguaje coloquial mexicano, esto aplica para cualquiera que tenga en común la falta de empatía (solo se usa en versión masculina): “No fuiste a la fiesta, qué put…”. “Put… el que creyó lo del informe, put… el que nos quita la papa”, canta Molotov.

Hace siglos, en latín, putus se usaba para referir a algo brillante, espléndido, puro: “Meae putissimae orationes” o “mi discurso fue brillante”, luego el vulgo lo deformó hasta quedar en puttus, pero aún no era ofensivo porque significaba niño. “Putto” era muchacho, de donde surgió pucha que refiere a una prostituta. Fue a partir del siglo XV cuando en España se convirtió en sinónimo de sodomita.

“… Rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo. Y llamaron a Lot y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos. Entonces Lot salió a ellos a la puerta y cerró la puerta tras sí y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad…”. De ahí derivó sodomía.

Pero resulta que la sodomía es una conducta normal en al menos 1 mil 500 especies de animales incluidos los gorilas, los orangutanes, los pingüinos (para ponerlo en proporción, hay casi 8 millones de especies en el mundo animal). Alrededor del 15% de la población de dichas especies, entre ellas el humano, sostiene relaciones con personas del mismo sexo.

El más reciente de los estudios sobre el tema “An alternative hypothesis for the evolution of same-sex sexual behaviour in animals” plantea que contrario a la creencia de que se trata de un acto que implica un gasto inútil de energía, porque no se refleja en descendencia. En realidad es un acto neutro por lo que aparentemente no existe razón para que la selección natural lo elimine. Sea como sea, la homosexualidad no es una enfermedad, ni tampoco se fortalece si se aprueban leyes en favor de matrimonio entre personas del mismo sexo.

El Muro


Científicamente es una paradoja darwiniana y en inglés no se escucha ofensivo porque no lo entendemos con claridad: “How can these behaviors be so persistent when they offer no opportunity to produce offspring?”.

La picardía mexicana lo resume en “¿por qué existen si no se pueden reproducir entre ellos?”. La homosexualidad, sobre todo la masculina provoca malestar, indignación, escozor, ha sido motivo de repudio -incluso dentro de las familias- en el menor de los casos y hasta de muerte en los más severos.

En los estadios del futbol mexicano, un grito de presión –no necesariamente homofóbico- hacia el portero del equipo rival cada vez que despeja el balón permeó en diversas culturas: “Eeeeeeh, put…! y el clamor impactó tanto, que obligó a la FIFA, el organismo rector del balompié mundial, a presionar a los federativos mexicanos para calmar la situación.

El público en los estadios no lo usa en sentido peyorativo estableciendo que el portero rival es homosexual y por lo tanto motivo de vergüenza, lo utiliza para dejar en claro el bajo nivel como ser humano del contrincante. En el lenguaje coloquial mexicano, esto aplica para cualquiera que tenga en común la falta de empatía (solo se usa en versión masculina): “No fuiste a la fiesta, qué put…”. “Put… el que creyó lo del informe, put… el que nos quita la papa”, canta Molotov.

Hace siglos, en latín, putus se usaba para referir a algo brillante, espléndido, puro: “Meae putissimae orationes” o “mi discurso fue brillante”, luego el vulgo lo deformó hasta quedar en puttus, pero aún no era ofensivo porque significaba niño. “Putto” era muchacho, de donde surgió pucha que refiere a una prostituta. Fue a partir del siglo XV cuando en España se convirtió en sinónimo de sodomita.

“… Rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo. Y llamaron a Lot y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos. Entonces Lot salió a ellos a la puerta y cerró la puerta tras sí y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad…”. De ahí derivó sodomía.

Pero resulta que la sodomía es una conducta normal en al menos 1 mil 500 especies de animales incluidos los gorilas, los orangutanes, los pingüinos (para ponerlo en proporción, hay casi 8 millones de especies en el mundo animal). Alrededor del 15% de la población de dichas especies, entre ellas el humano, sostiene relaciones con personas del mismo sexo.

El más reciente de los estudios sobre el tema “An alternative hypothesis for the evolution of same-sex sexual behaviour in animals” plantea que contrario a la creencia de que se trata de un acto que implica un gasto inútil de energía, porque no se refleja en descendencia. En realidad es un acto neutro por lo que aparentemente no existe razón para que la selección natural lo elimine. Sea como sea, la homosexualidad no es una enfermedad, ni tampoco se fortalece si se aprueban leyes en favor de matrimonio entre personas del mismo sexo.