LA ESPIGA
El gran escritor mexicano José Revueltas llegó a Mexicali en 1943 en plena Segunda Guerra Mundial, con un ambiente bélico que inundaba todo el panorama del noroeste de México.
Enviado por la revista “Así” llega en ferrocarril a Mexicali, al que encuentra “…desconcertante, duro, terrible”. Hospedado en un hotel del Centro Histórico muy cerca de la estación del ferrocarril InterCalifornia inicia un trabajo narrativo bastante interesante. Aplicando el arte de la observación describe el panorama que advierte a su paso, los sonidos, gestos, tonos y formas humanas que encuentra en aquel Mexicali agrícola son percibidos por una sensibilidad privilegiada y expresados con un sólido oficio literario y periodístico.
Lo primero que capta es el ferrocarril transfronterizo que transporta materiales bélicos con destino a los frentes de guerra. Por el Centro Histórico de Mexicali atraviesan convoyes militares americanos llevando armas, cañones, tanques, soldados…Revueltas encuentra en las calles a grupos de soldados y marinos que vienen a divertirse en el lado mexicano del cerco fronterizo, son jóvenes que vienen o van a los escenarios de guerra más terribles. Soldados mexicoamericanos platican sobre sus experiencias de combate, hablan de los tremendos enfrentamientos con tropas de combatientes japoneses en las islas y costas del Océano Pacífico. Se referían a los soldados japoneses como los “chapos”, quienes estaban dotados de una gran capacidad combativa.
En su narrativa Revueltas refiere el encuentro con un soldado mexicoamericano desertor de la guerra. Este joven le platica de los duros enfrentamientos ocurridos en Guadalcanal, todo un escenario espantoso. Los japoneses peleaban férreamente hasta el final, sin reparar en los medios no se dejaban tomar prisioneros.
Otro testimonio recabado por el escritor y periodista es el de un agricultor cachanilla que le relata sus experiencias como productor agrícola en estas tierras bendecidas por el Río Colorado: “La guerra es dinero -me dijo un agricultor de Mexicali- se encontraba bañado en sudor frente a una ‘catedral’ inconmensurable de cerveza (Mexicali) en la barra de una cantina…”.
Esta expresión se refería al incremento en los precios de la fibra algodonera, algo que convenía a los agricultores mexicalenses, a los comerciantes y empresarios ligados al cultivo del oro blanco, una actividad floreciente en el contexto bélico.
Revueltas visita el barrio de Pueblo Nuevo, el cual encuentra bastante interesante; sus residentes formaban parte de una enorme fuerza de trabajo que hacía funcionar a la agroindustria conocida como Jabonera del Pacífico, a la planta industrial de la Cervecería de Mexicali, que producía productos de una gran calidad.
El amigo personal de Revueltas era el gobernador Rodolfo Sánchez Taboada, quien lo lleva a recorrer el Valle de Mexicali para mostrarle cómo en el pleno calorón de agosto (estilo cachanilla) los agricultores locales se afanaban para levantar las cosechas de algodón con calidad de exportación.
