/ viernes 14 de enero de 2022

El fracaso del Estado mexicano ante la pandemia

En Baja California no hemos dejado de estar de luto: Día tras día vemos con tristeza que la muerte sigue haciendo de las suyas por causa de pésimas decisiones gubernamentales en materia de salud pública.

Desde el inicio de la pandemia, el manejo que se le ha dado por parte de las autoridades de Salud ha sido errático, con mensajes encontrados y acciones ineficaces. Ante la llegada del Covid-19 a nuestro país, nuestras autoridades minimizaron la enfermedad, promovieron eventos colectivos y desinformaron a la ciudadanía. En el colmo de la irresponsabilidad, el presidente López Obrador dijo que la pandemia le había caído como anillo al dedo a su proyecto de Cuarta Transformación. Y efectivamente, la pandemia le ha servido a este gobierno para hacer un uso político e ideológico de la crisis sanitaria.

Ahí les llega la tarde, en espera de la anhelada prueba | Alejandro Domínguez | La Voz de la Frontera

Se llegó a decir, bajo una inadmisible lógica de prejuicio, que la enfermedad no afectaría al pueblo bueno y solo a ciertas clases privilegiadas, además de que las personas honestas serían inmunes. Pero las pandemias no conocen de fronteras ni de clases, hoy son las personas en situación de mayor vulnerabilidad quienes se han visto expuestas y en riesgo por falta de apoyos gubernamentales para mantener un largo encierro y limitar las actividades.

Políticamente la pandemia se ha utilizado para administrar las vacunas con fines electorales, para limitar la aplicación de pruebas para ocultar las dimensiones de la catástrofe y en el extremo, para ocultar toda la información sobre la compra y adquisición de vacunas, promoviéndose así una mayor opacidad y corrupción.

El dolor que se pudo y debió haber evitado se debe principalmente a decisiones gubernamentales que las autoridades estatales se han visto obligadas a acatar. La centralización de las compras y de la estrategia de vacunación, con un sistema de salud que se ha visto vulnerado por recortes presupuestales y presiones al personal, ha causado una tragedia de dimensiones inéditas en nuestro país.

Más de 300 mil familias enlutadas por un desastre evitable representan hoy la mayor pérdida de vidas desde la Guerra Cristera, pérdidas inaceptables en un entorno de paz y estabilidad políticas. La negativa a aplicar vacunas a ciertos grupos de la población ha encontrado a un país vulnerable que hoy está indefenso ante las nuevas variantes de la pandemia que están causando rebrotes y cierres de actividades.

La pandemia ha relevado la ineficacia del gobierno y ha puesto en evidencia el fracaso de las políticas públicas en materia de salud, pero más lamentable aún: Ha desnudado la corrupción y opacidad gubernamentales que hoy siguen costando vidas humanas. Un costo inaceptable y terrible que hemos tenido que pagar y que al día de hoy seguimos pagando todas y todos.

En Baja California no hemos dejado de estar de luto: Día tras día vemos con tristeza que la muerte sigue haciendo de las suyas por causa de pésimas decisiones gubernamentales en materia de salud pública.

Desde el inicio de la pandemia, el manejo que se le ha dado por parte de las autoridades de Salud ha sido errático, con mensajes encontrados y acciones ineficaces. Ante la llegada del Covid-19 a nuestro país, nuestras autoridades minimizaron la enfermedad, promovieron eventos colectivos y desinformaron a la ciudadanía. En el colmo de la irresponsabilidad, el presidente López Obrador dijo que la pandemia le había caído como anillo al dedo a su proyecto de Cuarta Transformación. Y efectivamente, la pandemia le ha servido a este gobierno para hacer un uso político e ideológico de la crisis sanitaria.

Ahí les llega la tarde, en espera de la anhelada prueba | Alejandro Domínguez | La Voz de la Frontera

Se llegó a decir, bajo una inadmisible lógica de prejuicio, que la enfermedad no afectaría al pueblo bueno y solo a ciertas clases privilegiadas, además de que las personas honestas serían inmunes. Pero las pandemias no conocen de fronteras ni de clases, hoy son las personas en situación de mayor vulnerabilidad quienes se han visto expuestas y en riesgo por falta de apoyos gubernamentales para mantener un largo encierro y limitar las actividades.

Políticamente la pandemia se ha utilizado para administrar las vacunas con fines electorales, para limitar la aplicación de pruebas para ocultar las dimensiones de la catástrofe y en el extremo, para ocultar toda la información sobre la compra y adquisición de vacunas, promoviéndose así una mayor opacidad y corrupción.

El dolor que se pudo y debió haber evitado se debe principalmente a decisiones gubernamentales que las autoridades estatales se han visto obligadas a acatar. La centralización de las compras y de la estrategia de vacunación, con un sistema de salud que se ha visto vulnerado por recortes presupuestales y presiones al personal, ha causado una tragedia de dimensiones inéditas en nuestro país.

Más de 300 mil familias enlutadas por un desastre evitable representan hoy la mayor pérdida de vidas desde la Guerra Cristera, pérdidas inaceptables en un entorno de paz y estabilidad políticas. La negativa a aplicar vacunas a ciertos grupos de la población ha encontrado a un país vulnerable que hoy está indefenso ante las nuevas variantes de la pandemia que están causando rebrotes y cierres de actividades.

La pandemia ha relevado la ineficacia del gobierno y ha puesto en evidencia el fracaso de las políticas públicas en materia de salud, pero más lamentable aún: Ha desnudado la corrupción y opacidad gubernamentales que hoy siguen costando vidas humanas. Un costo inaceptable y terrible que hemos tenido que pagar y que al día de hoy seguimos pagando todas y todos.