/ domingo 25 de marzo de 2018

El maldito “Centro Histórico”

EL MURO

Hace pocos años, el centro de la ciudad estuvo a casi nada de ser rescatado gracias a inversiones millonarias, pero una serie de trabas burocráticas aniquilaron ese alcanzable sueño.

Por cierto, “Centro Histórico de la Ciudad de México” es una marca comercial perteneciente al grupo de Carlos Slim, registrada ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, el 18 de diciembre de 2003, sin aparente fecha de vigencia.

Luego entonces decirle “centro histórico” al núcleo de construcciones originales de una ciudad, es una moda que data de comienzos de este siglo, que en cierta forma infringe la Ley de Propiedad Industrial.

En Inglaterra le dicen City Centre, pero fue en Nueva York donde se acuñó la expresión Downtown, originalmente utilizada para referirse a las primeras construcciones ubicadas a la orilla de la bahía Upper, en Manhattan. Dado que la ciudad solo podía crecer hacia arriba o lo que es lo mismo, hacia el norte, la gente de comienzos del siglo XIX hacía mención de la zona residencial como Upper Manhattan, mientras la zona vieja terminó por ser conocida como Down Manhattan. Por ende, Downtown.

Es de uso común en Norteamérica referirse como Downtown a los centros de la vida comercial y gubernativa, mientras en Mexicali -nacida por inspiración estadounidense-, por muchos años nos referimos al Centro como “El Pueblo”, algo que no era bien visto por todos los cachanillas.

Luego tuvo muchos otros nombres, siendo el más popular “El Tango”, que en cierta forma suena parecido a Town. Pero sea como sea, a final de cuentas de lo que trata esto es de destacar que mientras en otras partes del país su zona fundacional recibe un buen trato, en primer término porque está ligada a la identidad comunitaria, aquí está parcialmente abandonada.

Pero quien, armado de valor civil –por aquello de la fama que se carga- ha recorrido con nosotros el centro para conocer el origen de Mexicali, ha descubierto su realidad: Sí está desordenado, sí está sucio, pero no es ese sitio que la leyenda cuenta, no te asaltan, no te ofenden; al contrario, hasta comedidos saludos recibimos, de paso el caminante descubre que tenemos una original historia, digna de orgullo.

Como es de suponerse, la carga negativa pesa lo suficiente como para ocultar el potencial positivo que posee la zona, la cual ha permeado hasta llegar a la autoridad que ha hecho tímidos e intermitentes esfuerzos por el lugar. Hubo uno muy interesante, en el que un gobernante se comprometió a convencer al Presidente para que firmara un decreto ventajoso para los empresarios: Adquirir propiedades en el Centro a cambio de deducción de impuestos, inspirados en lo que Carlos Slim había conseguido con Ernesto Zedillo.

El proyecto de rescate fue encargado a los empresarios, pero el principal atoramiento lo tuvieron al intentar definir el perímetro de la zona. La cosa es que para cuando todo estuvo listo, ni el Gobernador ni el Presidente estaban en funciones. Así las cosas con “El Pueblo”.

vicmarcen09@gmail.com



EL MURO

Hace pocos años, el centro de la ciudad estuvo a casi nada de ser rescatado gracias a inversiones millonarias, pero una serie de trabas burocráticas aniquilaron ese alcanzable sueño.

Por cierto, “Centro Histórico de la Ciudad de México” es una marca comercial perteneciente al grupo de Carlos Slim, registrada ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, el 18 de diciembre de 2003, sin aparente fecha de vigencia.

Luego entonces decirle “centro histórico” al núcleo de construcciones originales de una ciudad, es una moda que data de comienzos de este siglo, que en cierta forma infringe la Ley de Propiedad Industrial.

En Inglaterra le dicen City Centre, pero fue en Nueva York donde se acuñó la expresión Downtown, originalmente utilizada para referirse a las primeras construcciones ubicadas a la orilla de la bahía Upper, en Manhattan. Dado que la ciudad solo podía crecer hacia arriba o lo que es lo mismo, hacia el norte, la gente de comienzos del siglo XIX hacía mención de la zona residencial como Upper Manhattan, mientras la zona vieja terminó por ser conocida como Down Manhattan. Por ende, Downtown.

Es de uso común en Norteamérica referirse como Downtown a los centros de la vida comercial y gubernativa, mientras en Mexicali -nacida por inspiración estadounidense-, por muchos años nos referimos al Centro como “El Pueblo”, algo que no era bien visto por todos los cachanillas.

Luego tuvo muchos otros nombres, siendo el más popular “El Tango”, que en cierta forma suena parecido a Town. Pero sea como sea, a final de cuentas de lo que trata esto es de destacar que mientras en otras partes del país su zona fundacional recibe un buen trato, en primer término porque está ligada a la identidad comunitaria, aquí está parcialmente abandonada.

Pero quien, armado de valor civil –por aquello de la fama que se carga- ha recorrido con nosotros el centro para conocer el origen de Mexicali, ha descubierto su realidad: Sí está desordenado, sí está sucio, pero no es ese sitio que la leyenda cuenta, no te asaltan, no te ofenden; al contrario, hasta comedidos saludos recibimos, de paso el caminante descubre que tenemos una original historia, digna de orgullo.

Como es de suponerse, la carga negativa pesa lo suficiente como para ocultar el potencial positivo que posee la zona, la cual ha permeado hasta llegar a la autoridad que ha hecho tímidos e intermitentes esfuerzos por el lugar. Hubo uno muy interesante, en el que un gobernante se comprometió a convencer al Presidente para que firmara un decreto ventajoso para los empresarios: Adquirir propiedades en el Centro a cambio de deducción de impuestos, inspirados en lo que Carlos Slim había conseguido con Ernesto Zedillo.

El proyecto de rescate fue encargado a los empresarios, pero el principal atoramiento lo tuvieron al intentar definir el perímetro de la zona. La cosa es que para cuando todo estuvo listo, ni el Gobernador ni el Presidente estaban en funciones. Así las cosas con “El Pueblo”.

vicmarcen09@gmail.com