/ miércoles 6 de julio de 2022

EL MURO | 100 cachanillas dijeron

100 cachanillas dijeron

100 cachanillas, ajenos a la vida política, académica, o sea, ciudadanos de a pie, elegidos al azar, nos ayudarían a aclarar inquietudes sobre la operación de nuestras instituciones de gobierno y de las educativas, con el fin de optimizarlas.

¿Hay corrupción o es mala leche de rivales políticos o quizá sean alucinaciones colectivas? ¿Debemos tolerar los conflictos de intereses de un funcionario? ¿Es aceptable la burla de un funcionario hacia los señalamientos en su contra o debería ser removido? ¿La universidad pública que más dinero recibe del erario, está haciendo bien su trabajo como formador de profesionistas librespensadores, tolerantes o por temor, solo anima a intolerantes seudo progresistas? ¿Existe equidad en el apoyo a las comunidades históricamente marginadas o la balanza está cargada hacia un lado? ¿Debemos aceptar que esta ola de violencia es normal?

Sergio Caro | La Voz de la Frontera

Es momento de hacer una pausa para reconocer que los problemas sociales que más daño nos hacen no se resuelven exclusivamente desde el gobierno, ni mucho menos a punta de publicaciones ofensivas en redes sociales. No hay avance cuando alguien, movido por el odio, desparrama todo su aparato erudito para exhibir a otro. Ocupamos análisis motivados únicamente por el interés de mejorar nuestra vida, bajo el principio elemental, de que si en otros lugares del mundo, las cosas son diferentes para bien, ¿por qué nosotros no deberíamos aspirar a eso, si lo merecemos?

En varias ciudades del mundo, la figura de asamblea ciudadana, tras un análisis a conciencia, emite recomendaciones. La diferencia de otros tantos ejercicios participativos es que las personas responsables de la operación no tienen nexos o intereses en la actividad gubernamental o política. Por lo tanto, sus observaciones, realizadas eso sí con el apoyo de expertos, representan una posición realista, digna de tomarse en cuenta.

Debemos basarnos, más no copiar lo que hacen en Bélgica, China, Toronto, Madrid o Irlanda (“Enabling national initiatives to take democracy beyond elections”). Debemos quedarnos con el hecho de que las instituciones a analizar sí forman parte del proceso porque brindan información e incluso apoyan con algunos gastos mínimos como transporte de ser necesario y alimentación. Los participantes, quienes no recibirán sueldo, serán insaculados por el organismo electoral, bajo el mismo mecanismo utilizado para integrar las mesas directivas de casilla.

Si bien 100 es un número arbitrario, porque la cantidad puede variar, termina siendo recomendable por cuestiones de logística, porque hacer reuniones de trabajo con más gente nos llevaría a un cuento de nunca acabar y las cosas no están como para perder más tiempo del que ya de por sí perdemos, queriendo tener la razón a toda costa.

vicmarcen09@gmail.com


100 cachanillas dijeron

100 cachanillas, ajenos a la vida política, académica, o sea, ciudadanos de a pie, elegidos al azar, nos ayudarían a aclarar inquietudes sobre la operación de nuestras instituciones de gobierno y de las educativas, con el fin de optimizarlas.

¿Hay corrupción o es mala leche de rivales políticos o quizá sean alucinaciones colectivas? ¿Debemos tolerar los conflictos de intereses de un funcionario? ¿Es aceptable la burla de un funcionario hacia los señalamientos en su contra o debería ser removido? ¿La universidad pública que más dinero recibe del erario, está haciendo bien su trabajo como formador de profesionistas librespensadores, tolerantes o por temor, solo anima a intolerantes seudo progresistas? ¿Existe equidad en el apoyo a las comunidades históricamente marginadas o la balanza está cargada hacia un lado? ¿Debemos aceptar que esta ola de violencia es normal?

Sergio Caro | La Voz de la Frontera

Es momento de hacer una pausa para reconocer que los problemas sociales que más daño nos hacen no se resuelven exclusivamente desde el gobierno, ni mucho menos a punta de publicaciones ofensivas en redes sociales. No hay avance cuando alguien, movido por el odio, desparrama todo su aparato erudito para exhibir a otro. Ocupamos análisis motivados únicamente por el interés de mejorar nuestra vida, bajo el principio elemental, de que si en otros lugares del mundo, las cosas son diferentes para bien, ¿por qué nosotros no deberíamos aspirar a eso, si lo merecemos?

En varias ciudades del mundo, la figura de asamblea ciudadana, tras un análisis a conciencia, emite recomendaciones. La diferencia de otros tantos ejercicios participativos es que las personas responsables de la operación no tienen nexos o intereses en la actividad gubernamental o política. Por lo tanto, sus observaciones, realizadas eso sí con el apoyo de expertos, representan una posición realista, digna de tomarse en cuenta.

Debemos basarnos, más no copiar lo que hacen en Bélgica, China, Toronto, Madrid o Irlanda (“Enabling national initiatives to take democracy beyond elections”). Debemos quedarnos con el hecho de que las instituciones a analizar sí forman parte del proceso porque brindan información e incluso apoyan con algunos gastos mínimos como transporte de ser necesario y alimentación. Los participantes, quienes no recibirán sueldo, serán insaculados por el organismo electoral, bajo el mismo mecanismo utilizado para integrar las mesas directivas de casilla.

Si bien 100 es un número arbitrario, porque la cantidad puede variar, termina siendo recomendable por cuestiones de logística, porque hacer reuniones de trabajo con más gente nos llevaría a un cuento de nunca acabar y las cosas no están como para perder más tiempo del que ya de por sí perdemos, queriendo tener la razón a toda costa.

vicmarcen09@gmail.com