En este momento, el verdadero peligro para México lo representa la oposición chafa, egoísta, conchuda e inoperante. A ellos se les debe culpar del fortalecimiento del partido en el poder, así como de las consecuencias que de ello emanen.
Porque les ha resultado más cómodo, más rentable, lloriquear, repetir como autómatas que el país va en camino a ser una extensión de Venezuela, en lugar de presentar a los mexicanos alternativas para un mejor gobierno, uno capaz de abarcar todos los sectores.
Por el tamaño de su plañido, de sus conductas altaneras, retadoras, deberían ser capaces de mostrar la plataforma política perfecta, un modelo digno de admiración en el resto del planeta. Pero en llanto perdieron casi 6 años y por lo visto, desperdiciarán otro sexenio. Su cortedad de visión, su soberbia, los orilla a inventar escenarios que cuadren con su capacidad. Tal parece que lo vivido el 2 de junio no les sirvió como lección.
Son un peligro porque sus torpezas terminaron otorgándole todo el poder al sistema actual. Son un peligro porque no se ve cómo en el futuro las cosas cambien.
Nunca será bueno tener a un gobierno con las facultades para operar a discreción. Pero tampoco podemos culparlos, supieron aprovechar las debilidades del rival. Se notó con claridad que alguien sí supo cómo jugar este partido.
Lo realmente triste es que fueron ellos mismos, los opositores, quienes se autosabotearon porque no pueden acusar a la autoridad de represión, control. Tuvieron toda la libertad de operar a sus anchas, pero se sintieron cómodos en la disfunción.
Sorprende cómo ante un gobierno con errores puntuales, graves, en temas como la seguridad, la contraparte, fue incapaz de aprovechar, aunque fuera tantito, para luchar con dignidad, mostrándonos opciones reales, sensatas, no ocurrencias o palos de ciego.
Lo más deprimente es que quienes se quejan del gobierno actual ganan con las pérdidas. Los columnistas, los caricaturistas, los políticos, analistas, obtienen ingresos económicos porque sus lamentos venden. Para el egoísta es más fácil decir que todo va mal, a mostrar los caminos para mejorar el rumbo.
La polarización parece inevitable, pero no es así. Para ello ocupamos aumentar los espacios de la discusión en la vida pública, para de esa forma incluir una diversidad de pensamientos. La oposición actual no sirve y ésta es una buena oportunidad para rellenar ese hueco con gente eficaz.