/ miércoles 17 de agosto de 2022

EL MURO | Forcemos la buena suerte

Forcemos la buena suerte

La evidencia científica demuestra, contrario a la creencia popular, que los exitosos en realidad son personas mediocres con mucha buena suerte.

Sí, esto suena ofensivo, quizá para algunos, pero hay investigaciones suficientes respaldando tal afirmación. Además no todo es malo, al contrario, esto abre una ventana para oxigenar el ánimo de muchos quienes, como el personaje incidental de la caricatura de los 70’s, viven acostumbrados a traer la nube lluviosa sobre ellos.

Foto: Imagen ilustrativa | Freepik

Los creadores de “Talent versus luck: the role of randomness in success and failure”, desarrollaron un modelo matemático con el fin de comprender la razón por la cual a muy pocos les va muy bien y a muchos parece irles de la patada. ¿Acaso a los perdedores les falta esfuerzo, compromiso, son flojos incapaces de ser constantes? O ¿simplemente tienen una larga serie de rachas de mala suerte?

El prototipo computarizado demostró algo contra-intuitivo, fuera de lógica para la cultura meritocrática: El éxito convencional, o sea, en este caso una actividad bien remunerada no está relacionada con poseer talento o alta inteligencia medida en cociente intelectual. Los exitosos no siempre eran mentalmente superiores a aquellos sin trabajo o subempleados. Es más, los primeros solían estar en la medianía o, incluso, por debajo.

Luego entonces ¿qué ocurre? El estudio mostró que sobre los triunfadores influye, además de la buena suerte, el efecto Mateo, es decir, la tendencia de recibir aún más, quienes más tienen (en México le decimos “dinero llama dinero”). Este es un círculo virtuoso para los ganadores, pero vicioso para quienes no ven resultados, por más empeño aplicado, sueños de grandeza, entrevistas laborales, visitas al sicólogo, cursos de motivación realizados.

Entonces, ¿acaso es posible vivir sumidos en una eterna maldición? No necesariamente. La noticia alentadora es que las rachas de suerte negativa pueden cambiarse a favor, forzar la buena suerte, con tan solo ser equitativo e incluyente en las oportunidades, tan fácil como eso (The role of luck in life success is far greater than we realized).

Por ejemplo, para la realización de proyectos escolares o en la promoción de un empleo disponible, el docente universitario debería tomar en cuenta a todos por igual e incluir hasta el alumno en apariencia desinteresado o sobre quien pesa la fama de flojo, porque no sabemos si esa conducta en realidad oculta una depresión por la falta de oportunidades. Forzar la buena suerte, es, pues, un acto de humanidad.

vicmarcen09@gmail.com

Forcemos la buena suerte

La evidencia científica demuestra, contrario a la creencia popular, que los exitosos en realidad son personas mediocres con mucha buena suerte.

Sí, esto suena ofensivo, quizá para algunos, pero hay investigaciones suficientes respaldando tal afirmación. Además no todo es malo, al contrario, esto abre una ventana para oxigenar el ánimo de muchos quienes, como el personaje incidental de la caricatura de los 70’s, viven acostumbrados a traer la nube lluviosa sobre ellos.

Foto: Imagen ilustrativa | Freepik

Los creadores de “Talent versus luck: the role of randomness in success and failure”, desarrollaron un modelo matemático con el fin de comprender la razón por la cual a muy pocos les va muy bien y a muchos parece irles de la patada. ¿Acaso a los perdedores les falta esfuerzo, compromiso, son flojos incapaces de ser constantes? O ¿simplemente tienen una larga serie de rachas de mala suerte?

El prototipo computarizado demostró algo contra-intuitivo, fuera de lógica para la cultura meritocrática: El éxito convencional, o sea, en este caso una actividad bien remunerada no está relacionada con poseer talento o alta inteligencia medida en cociente intelectual. Los exitosos no siempre eran mentalmente superiores a aquellos sin trabajo o subempleados. Es más, los primeros solían estar en la medianía o, incluso, por debajo.

Luego entonces ¿qué ocurre? El estudio mostró que sobre los triunfadores influye, además de la buena suerte, el efecto Mateo, es decir, la tendencia de recibir aún más, quienes más tienen (en México le decimos “dinero llama dinero”). Este es un círculo virtuoso para los ganadores, pero vicioso para quienes no ven resultados, por más empeño aplicado, sueños de grandeza, entrevistas laborales, visitas al sicólogo, cursos de motivación realizados.

Entonces, ¿acaso es posible vivir sumidos en una eterna maldición? No necesariamente. La noticia alentadora es que las rachas de suerte negativa pueden cambiarse a favor, forzar la buena suerte, con tan solo ser equitativo e incluyente en las oportunidades, tan fácil como eso (The role of luck in life success is far greater than we realized).

Por ejemplo, para la realización de proyectos escolares o en la promoción de un empleo disponible, el docente universitario debería tomar en cuenta a todos por igual e incluir hasta el alumno en apariencia desinteresado o sobre quien pesa la fama de flojo, porque no sabemos si esa conducta en realidad oculta una depresión por la falta de oportunidades. Forzar la buena suerte, es, pues, un acto de humanidad.

vicmarcen09@gmail.com