/ miércoles 27 de julio de 2022

El Muro | Impunidad googol

Impunidad googol

Las imágenes muestran rostros sonrientes, sin malicia, de personas que fueron retratadas en momentos cotidianos en su entorno familiar, solo que ahora las fotos sirven para ilustrar lonas en las cuales exponen su desaparición.

El berrinche de un adolescente con sus papás, que lo impulsa a huir temporalmente de casa, es hasta cierto punto comprensible, sin embargo, la idea de que alguien simplemente desaparezca sin avisar o dejar rastro, por el simple placer de hacerlo, es dolorosa e incomprensible. Cuesta trabajo creer que ese joven, la muchacha, el señor, todos ellos, hayan decidido desaparecer nomás porque sí.

Jorge Galindo | La Voz de la Frontera

Lo más probable es que su ausencia se explique a causa de la impunidad googol (el nombre del número estratosférico formado por un 1 seguido de cien ceros), o, dicho de otra forma, lo opuesto a la impunidad cero, no necesariamente debido a que el total de los desaparecidos, tenga alguna relación con los criminales organizados. Pitarle al carro lujoso de enfrente, en un semáforo, retar con la mirada a otro en un centro nocturno, seguirle el juego a un aparente chisme sin sentido, todas esas simplezas u otras tantas, pueden llevar a alguien a castigar al osado, borrándole su existencia.

Justificar las desapariciones a causa de malas compañías, solo es útil cuando se trata de tranquilizar a la sociedad, pero, aun así, suponiendo sin conceder, que el creciente número de personas sin aparecer, sea en su totalidad, resultado de una relación con el narco, el tráfico de personas, el robo o cualquier otro acto ilícito, entonces es un problema serio, no solo para la autoridad, sino para los demás.

Porque entonces estaríamos hablando de personas quienes viven y mueren bajo leyes alternas, que tienen su propio sistema de justicia, personas que, dicho sea de paso, seguramente pasaron por alguno de los grados académicos de nuestro sistema educativo, asistieron a la primaria, secundaria, la prepa o quizá a la universidad, pero el sistema no fue capaz de ofrecerles algo tan atractivo como para poder competir contra las ventajas del dinero fácil, la fama, el poder.

Pero no, lo más sensato es creer en el hecho de que un número no tan grande, pero aun así, creciente, de personas que actúan con total impunidad -que, por cierto, sí pasaron por nuestro sistema educativo-, es decir, sin castigo alguno, sean las responsables no solo de las desapariciones, sino de los homicidios, las amenazas, los robos con violencia. El resto, son víctimas colaterales.

Los familiares de los desaparecidos, tienen el derecho a vivir con tranquilidad, tener la certeza de que el responsable pagará por sus actos, pero también, merecen encontrar a su ser querido. De igual forma el resto de los mexicalenses, merece llevar una vida tranquila, sin zozobra, porque la ansiedad también mata, lentamente.

Impunidad googol

Las imágenes muestran rostros sonrientes, sin malicia, de personas que fueron retratadas en momentos cotidianos en su entorno familiar, solo que ahora las fotos sirven para ilustrar lonas en las cuales exponen su desaparición.

El berrinche de un adolescente con sus papás, que lo impulsa a huir temporalmente de casa, es hasta cierto punto comprensible, sin embargo, la idea de que alguien simplemente desaparezca sin avisar o dejar rastro, por el simple placer de hacerlo, es dolorosa e incomprensible. Cuesta trabajo creer que ese joven, la muchacha, el señor, todos ellos, hayan decidido desaparecer nomás porque sí.

Jorge Galindo | La Voz de la Frontera

Lo más probable es que su ausencia se explique a causa de la impunidad googol (el nombre del número estratosférico formado por un 1 seguido de cien ceros), o, dicho de otra forma, lo opuesto a la impunidad cero, no necesariamente debido a que el total de los desaparecidos, tenga alguna relación con los criminales organizados. Pitarle al carro lujoso de enfrente, en un semáforo, retar con la mirada a otro en un centro nocturno, seguirle el juego a un aparente chisme sin sentido, todas esas simplezas u otras tantas, pueden llevar a alguien a castigar al osado, borrándole su existencia.

Justificar las desapariciones a causa de malas compañías, solo es útil cuando se trata de tranquilizar a la sociedad, pero, aun así, suponiendo sin conceder, que el creciente número de personas sin aparecer, sea en su totalidad, resultado de una relación con el narco, el tráfico de personas, el robo o cualquier otro acto ilícito, entonces es un problema serio, no solo para la autoridad, sino para los demás.

Porque entonces estaríamos hablando de personas quienes viven y mueren bajo leyes alternas, que tienen su propio sistema de justicia, personas que, dicho sea de paso, seguramente pasaron por alguno de los grados académicos de nuestro sistema educativo, asistieron a la primaria, secundaria, la prepa o quizá a la universidad, pero el sistema no fue capaz de ofrecerles algo tan atractivo como para poder competir contra las ventajas del dinero fácil, la fama, el poder.

Pero no, lo más sensato es creer en el hecho de que un número no tan grande, pero aun así, creciente, de personas que actúan con total impunidad -que, por cierto, sí pasaron por nuestro sistema educativo-, es decir, sin castigo alguno, sean las responsables no solo de las desapariciones, sino de los homicidios, las amenazas, los robos con violencia. El resto, son víctimas colaterales.

Los familiares de los desaparecidos, tienen el derecho a vivir con tranquilidad, tener la certeza de que el responsable pagará por sus actos, pero también, merecen encontrar a su ser querido. De igual forma el resto de los mexicalenses, merece llevar una vida tranquila, sin zozobra, porque la ansiedad también mata, lentamente.