/ miércoles 20 de julio de 2022

El Muro | La calor y el progreso

La calor y el progreso

Del calor sabemos muy poco, aunque al menos lo suficiente como para sentirnos súper humanos resistentes, o bien para victimizarnos, en especial los más quejumbrosos, los trabajadores de oficina casi nunca expuestos al sol, salvo cuando deben abordar su auto modelo reciente con termómetro al cual tomarle fotos, para enseguida trasladarse a su hogar perfectamente refrigerado

Pero el calor debería ser un tema serio, incluso una asignatura escolar desde la primaria, una que brinde la oportunidad para aprender sobre física, o de química para luego, convertirse en un elemento que nos muestre cómo convivir con el clima extremo, hasta llegar a la educación superior donde cada disciplina buscaría consolidar un avance reflejado en progreso: Desde el diseño de nuevos sistemas para refrigerar los hogares hasta el tratamiento de la ansiedad provocada por la calor.

Carlos Juvera | La Voz de la Frontera

Porque análisis científicos sobre el calor hay bastantes, por ejemplo “Reducing the health effects of hot weather and heat extremes: from personal cooling strategies to green cities”, “Climate effects on archaic human habitants and species succesions”, “Hot weather and heat extremes: health risks”. Análisis sobre los riesgos de salud mental existen otros tantos, como “Association between ambient heat and risk of emergency department visits for mental health among…”, “Climate anxiety. When it´s good to be worried”, pero ninguno generado en Mexicali que sea de fácil acceso o al menos, disponible a la vista.

No es normal vivir bajo un clima en verano como el nuestro, tampoco debería ser motivo de orgullo o de fortaleza. El hecho de desconocer las inevitables consecuencias de vivir al extremo, no significa que aquí nunca haya pasado nada, así como tampoco, 120 años de vida comunitaria, son suficientes como para provocar modificaciones genéticas que permitan a los cachanillas, procesar mejor el calor.

La creencia pueblerina de que en el pasado la gente aguantaba más porque antes hacía más calor y nadie se enfermaba, carece de sustento, porque quizá lo más probable es que sí existieran enfermos, muertes, pero una cultura machista, controladora, represora, sumada a una conciencia científica en ciernes, impedía la expresión de sentimientos, la muestra de malestares, así como el consecuente registro de dichos males.

En un momento de la vida en el cual permea el pesimismo postcovidiano, cuando además, hablamos sobre violencia, ausencia de valores, pobreza, enfermedades, enfocar las energías hacia un progreso sustentado -que no es igual a un optimismo ramplón- con visión solucionista, es la oportunidad para llegar a ver la luz al final de un túnel. Para lograr eso, es necesario comenzar a trabajar desde las aulas a edad temprana, porque nada de eso llegará por decreto gubernamental.

La calor y el progreso

Del calor sabemos muy poco, aunque al menos lo suficiente como para sentirnos súper humanos resistentes, o bien para victimizarnos, en especial los más quejumbrosos, los trabajadores de oficina casi nunca expuestos al sol, salvo cuando deben abordar su auto modelo reciente con termómetro al cual tomarle fotos, para enseguida trasladarse a su hogar perfectamente refrigerado

Pero el calor debería ser un tema serio, incluso una asignatura escolar desde la primaria, una que brinde la oportunidad para aprender sobre física, o de química para luego, convertirse en un elemento que nos muestre cómo convivir con el clima extremo, hasta llegar a la educación superior donde cada disciplina buscaría consolidar un avance reflejado en progreso: Desde el diseño de nuevos sistemas para refrigerar los hogares hasta el tratamiento de la ansiedad provocada por la calor.

Carlos Juvera | La Voz de la Frontera

Porque análisis científicos sobre el calor hay bastantes, por ejemplo “Reducing the health effects of hot weather and heat extremes: from personal cooling strategies to green cities”, “Climate effects on archaic human habitants and species succesions”, “Hot weather and heat extremes: health risks”. Análisis sobre los riesgos de salud mental existen otros tantos, como “Association between ambient heat and risk of emergency department visits for mental health among…”, “Climate anxiety. When it´s good to be worried”, pero ninguno generado en Mexicali que sea de fácil acceso o al menos, disponible a la vista.

No es normal vivir bajo un clima en verano como el nuestro, tampoco debería ser motivo de orgullo o de fortaleza. El hecho de desconocer las inevitables consecuencias de vivir al extremo, no significa que aquí nunca haya pasado nada, así como tampoco, 120 años de vida comunitaria, son suficientes como para provocar modificaciones genéticas que permitan a los cachanillas, procesar mejor el calor.

La creencia pueblerina de que en el pasado la gente aguantaba más porque antes hacía más calor y nadie se enfermaba, carece de sustento, porque quizá lo más probable es que sí existieran enfermos, muertes, pero una cultura machista, controladora, represora, sumada a una conciencia científica en ciernes, impedía la expresión de sentimientos, la muestra de malestares, así como el consecuente registro de dichos males.

En un momento de la vida en el cual permea el pesimismo postcovidiano, cuando además, hablamos sobre violencia, ausencia de valores, pobreza, enfermedades, enfocar las energías hacia un progreso sustentado -que no es igual a un optimismo ramplón- con visión solucionista, es la oportunidad para llegar a ver la luz al final de un túnel. Para lograr eso, es necesario comenzar a trabajar desde las aulas a edad temprana, porque nada de eso llegará por decreto gubernamental.