/ miércoles 3 de agosto de 2022

El Muro | Utopías realizables

Utopías realizables

Somos los mismos tontos soñadores de siempre, quejándonos del gobierno desde tiempos inmemoriales, usando el mismo estilo, las mismas palabras para expresar nuestro enojo, pero sin hacer alguna propuesta, ya no digamos recurrir a un ejemplo práctico de algo que ya pusimos en acción y dio resultados. Así cualquiera es un influencer revolucionario.

Pero ese comportamiento no es exclusivo de los adictos al fentanilo político, porque actuamos de la misma forma cuando hablamos de nuestro centro de trabajo, del patrón, del sistema educativo, del comportamiento de los elementos de seguridad pública. Que todos son unos corruptos, abusivos, mentirosos, egoístas y que si las cosas fueran diferents el mundo estaría mejor, claro, si mi abuelita tuviera trompiates, sería mi abuelito.

Imagen ilustrativa: Freepik | Jcomp

Y en este mundo de reacciones predecibles hay quienes efectivamente se aprovechan de las limitaciones de nuestros pensadores e incluso alimentan el fuego para mantenerlos ocupados, haciéndolos odiar a personajes que ni en el mundo los hacen, porque ese odio permite que la figura pública se mantenga vigente en la palestra. No existe la mala publicidad, existen cándidos creyentes en acabar el mal como acabamos con las moscas: A periodicazos.

No se trata de tumbar a un político, orillar a la remoción de un jefe policiaco o nombrar a una mujer como la máxima jefa educativa. Se trata de que las cosas den resultado en la práctica. Pero para lograrlo se requiere además de capacidad mental, voluntad, paciencia, habilidad de hacer ajustes sobre la marcha, serenidad para soportar las críticas o la indiferencia del entorno. Pero la más importante es ser capaz de mostrar el destino al que buscamos llegar con nuestros actos, para de esa forma hacer menos compleja la lucha contra la intuitiva tendencia humana, de esperar resultados inmediatos de cada uno de nuestros eventos. Es una lucha constante en la cual avanzas si eres capaz de mostrar al otro que, en esencia, hoy es diferente de como era ayer.

Con el diez por ciento de un grupo dispuesto a jugársela, es suficiente para que en una escuela las clases sean distintas, atendiendo los intereses del alumno por más caprichosos que nos parezcan, no priorizando la comodidad del docente. Ese mismo diez por ciento puede ignorar a los políticos en sus anhelos personales, poniendo atención a los resultados de sus actos. Un diez por ciento de padres, comprometidos con el desarrollo emocional de sus hijos, haciendo a un lado los placeres tecnológicos o el dinero fácil, haría mucho más por la paz social, que 50 mil patrullas y un millón de cámaras.

Habrá quien considere esto como una tontería, yo prefiero llamarle utopías realizables.

vicmarcen09@gmail.com

Utopías realizables

Somos los mismos tontos soñadores de siempre, quejándonos del gobierno desde tiempos inmemoriales, usando el mismo estilo, las mismas palabras para expresar nuestro enojo, pero sin hacer alguna propuesta, ya no digamos recurrir a un ejemplo práctico de algo que ya pusimos en acción y dio resultados. Así cualquiera es un influencer revolucionario.

Pero ese comportamiento no es exclusivo de los adictos al fentanilo político, porque actuamos de la misma forma cuando hablamos de nuestro centro de trabajo, del patrón, del sistema educativo, del comportamiento de los elementos de seguridad pública. Que todos son unos corruptos, abusivos, mentirosos, egoístas y que si las cosas fueran diferents el mundo estaría mejor, claro, si mi abuelita tuviera trompiates, sería mi abuelito.

Imagen ilustrativa: Freepik | Jcomp

Y en este mundo de reacciones predecibles hay quienes efectivamente se aprovechan de las limitaciones de nuestros pensadores e incluso alimentan el fuego para mantenerlos ocupados, haciéndolos odiar a personajes que ni en el mundo los hacen, porque ese odio permite que la figura pública se mantenga vigente en la palestra. No existe la mala publicidad, existen cándidos creyentes en acabar el mal como acabamos con las moscas: A periodicazos.

No se trata de tumbar a un político, orillar a la remoción de un jefe policiaco o nombrar a una mujer como la máxima jefa educativa. Se trata de que las cosas den resultado en la práctica. Pero para lograrlo se requiere además de capacidad mental, voluntad, paciencia, habilidad de hacer ajustes sobre la marcha, serenidad para soportar las críticas o la indiferencia del entorno. Pero la más importante es ser capaz de mostrar el destino al que buscamos llegar con nuestros actos, para de esa forma hacer menos compleja la lucha contra la intuitiva tendencia humana, de esperar resultados inmediatos de cada uno de nuestros eventos. Es una lucha constante en la cual avanzas si eres capaz de mostrar al otro que, en esencia, hoy es diferente de como era ayer.

Con el diez por ciento de un grupo dispuesto a jugársela, es suficiente para que en una escuela las clases sean distintas, atendiendo los intereses del alumno por más caprichosos que nos parezcan, no priorizando la comodidad del docente. Ese mismo diez por ciento puede ignorar a los políticos en sus anhelos personales, poniendo atención a los resultados de sus actos. Un diez por ciento de padres, comprometidos con el desarrollo emocional de sus hijos, haciendo a un lado los placeres tecnológicos o el dinero fácil, haría mucho más por la paz social, que 50 mil patrullas y un millón de cámaras.

Habrá quien considere esto como una tontería, yo prefiero llamarle utopías realizables.

vicmarcen09@gmail.com