/ miércoles 10 de junio de 2020

El pandemonio

EL MURO

Cuando hace 4 meses los expertos advertían sobre el crecimiento exponencial en los contagios del virus, no lo entendimos. Hoy que lo estamos viviendo, tampoco. Gracias a eso Mexicali está pasando por un estado de confusión, un pandemonio por la pandemia.

El coronavirus se vale de su tasa de contagio alta (medido en factor R, o sea el promedio de personas que un enfermo podrá infectar, en este caso es de 2.5, por encima de la gripe común, aunque muy por debajo del sarampión que es 12), pero sobre todo de la necedad de las personas. Ha resultado más sencillo autoengañarnos, por ejemplo sobredimensionando el valor de la sanitización de espacios públicos, porque el virus no vuela por los aires permanentemente, sino se hospeda en el interior del humano, que realmente someternos a un estricto control de nuestros actos.

Cuando alguien joven anuncia en redes que dio positivo al virus, a pesar de según él haber cumplido con las medidas sanitarias, está mintiendo y nos está afectando a todos porque fortalece la creencia de que la enfermedad es un monstruo de actos imprevisibles.

Existen suficientes estudios serios (“Social distancing strategies for curbing the COVID-19 epidemic” o el meta análisis publicado el 1 de junio “Physical distancing, face masks, en eye protection to prevent person to person transmission of SARS-CoV-2 and COVID19…” que incluye decenas de estudios previos) que validan el poderoso beneficio de mantenerse alejado del prójimo. Es así de simple.

Del virus, de los parientes y del sol, entre más lejos mejor. 1 metro puede ser suficiente, 2 metros es mucho mejor, pero si son 3 metros de separación, entonces garantizas casi una protección total. Ahora sí a eso le sumas un cubrebocas de calidad y unos lentes que cubran todos los flancos, se puede estar más tranquilo, cuando uno se ve obligado a realizar actividades en el exterior.

Aunque la probabilidad de contagiarte por tocar un objeto que un enfermo tocó tras haberse frotado su nariz luego de haber estornudado, es real, matemáticamente es bajísima porque a eso hay que agregar que inmediato al contacto con dicho objeto, tendrías que llevarte la mano a la boca, frotarte los ojos o hurgar la nariz. El lavado de manos resuelve eso.

Los contagios ocurren con el paso de las horas en un mismo lugar con la misma gente, ya sea en una fiesta, un centro laboral o irónicamente haciendo fila para ser atendido por un médico, afuera del banco o en un camión urbano, porque es fácil incurrir en descuidos que van desde el saludo de manos involuntario, el abrazo (costumbres arraigadas en la mente) o sufrir el estornudo o la tos de alguien.

Si la presión comunitaria orilla a la reactivación económica total, entonces debemos ser más estrictos en nuestra protección (medidas de intervención no farmacéuticas, les llama la OMS). No conviene esperar mucho de la autoridad, ya que está en campaña electoral y hará todo para cuidar sus intereses, sin importar si con ello afectan los nuestros.

vicmarcen09@gmail.com


EL MURO

Cuando hace 4 meses los expertos advertían sobre el crecimiento exponencial en los contagios del virus, no lo entendimos. Hoy que lo estamos viviendo, tampoco. Gracias a eso Mexicali está pasando por un estado de confusión, un pandemonio por la pandemia.

El coronavirus se vale de su tasa de contagio alta (medido en factor R, o sea el promedio de personas que un enfermo podrá infectar, en este caso es de 2.5, por encima de la gripe común, aunque muy por debajo del sarampión que es 12), pero sobre todo de la necedad de las personas. Ha resultado más sencillo autoengañarnos, por ejemplo sobredimensionando el valor de la sanitización de espacios públicos, porque el virus no vuela por los aires permanentemente, sino se hospeda en el interior del humano, que realmente someternos a un estricto control de nuestros actos.

Cuando alguien joven anuncia en redes que dio positivo al virus, a pesar de según él haber cumplido con las medidas sanitarias, está mintiendo y nos está afectando a todos porque fortalece la creencia de que la enfermedad es un monstruo de actos imprevisibles.

Existen suficientes estudios serios (“Social distancing strategies for curbing the COVID-19 epidemic” o el meta análisis publicado el 1 de junio “Physical distancing, face masks, en eye protection to prevent person to person transmission of SARS-CoV-2 and COVID19…” que incluye decenas de estudios previos) que validan el poderoso beneficio de mantenerse alejado del prójimo. Es así de simple.

Del virus, de los parientes y del sol, entre más lejos mejor. 1 metro puede ser suficiente, 2 metros es mucho mejor, pero si son 3 metros de separación, entonces garantizas casi una protección total. Ahora sí a eso le sumas un cubrebocas de calidad y unos lentes que cubran todos los flancos, se puede estar más tranquilo, cuando uno se ve obligado a realizar actividades en el exterior.

Aunque la probabilidad de contagiarte por tocar un objeto que un enfermo tocó tras haberse frotado su nariz luego de haber estornudado, es real, matemáticamente es bajísima porque a eso hay que agregar que inmediato al contacto con dicho objeto, tendrías que llevarte la mano a la boca, frotarte los ojos o hurgar la nariz. El lavado de manos resuelve eso.

Los contagios ocurren con el paso de las horas en un mismo lugar con la misma gente, ya sea en una fiesta, un centro laboral o irónicamente haciendo fila para ser atendido por un médico, afuera del banco o en un camión urbano, porque es fácil incurrir en descuidos que van desde el saludo de manos involuntario, el abrazo (costumbres arraigadas en la mente) o sufrir el estornudo o la tos de alguien.

Si la presión comunitaria orilla a la reactivación económica total, entonces debemos ser más estrictos en nuestra protección (medidas de intervención no farmacéuticas, les llama la OMS). No conviene esperar mucho de la autoridad, ya que está en campaña electoral y hará todo para cuidar sus intereses, sin importar si con ello afectan los nuestros.

vicmarcen09@gmail.com