/ viernes 16 de agosto de 2019

El poder de una semilla

Pensares


En el silencio de mi reflexión percibo todo mi mundo interno como si fuera una semilla, de alguna manera pequeña e insignificante, pero también pletórica de potencialidades. Y veo en sus entrañas el germen de un árbol magnífico, el árbol de mi propia vida en proceso de desarrollo.

En su pequeñez cada semilla contiene el espíritu del árbol que será después. Cada semilla sabe cómo transformarse en árbol cayendo en tierra fértil, absorbiendo los jugos que la alimentan, expandiendo las ramas y el follaje, llenándose de flores y de frutos, para poder dar lo que tienen que dar.

Cada semilla sabe cómo transformarse en árbol y tantas son las semillas como son los sueños secretos. Dentro de nosotros innumerables sueños esperan el tiempo de germinar, echar raíces y darse a luz; morir como semillas para convertirse en árboles, árboles magníficos y orgullosos que a su vez nos digan en su solidez que oigamos vuestra voz interior, que escuchemos la sabiduría de nuestros sueños semilla.

Ellos, los sueños, indican el camino con símbolos y señales de toda clase, en cada hecho, en cada momento; entre las cosas y entre las personas; en los dolores y en los placeres; en los triunfos y en los fracasos. Lo soñado nos enseña dormidos o despiertos, a escucharnos, a darnos cuenta. Nos muestra el rumbo de presentimientos huidizos o en relámpagos de lucidez cegadora.

Y así crecemos, nos desarrollamos, evolucionamos y un día, mientras transitamos este eterno presente que llamamos vida, las semillas de nuestros sueños se transformarán en árboles y desplegarán sus ramas que como alas gigantescas cruzarán el cielo, uniendo en un solo trazo nuestro pasado y nuestro futuro.

Nada hay qué temer. Una sabiduría interior nos acompaña porque cada semilla sabe cómo llegar a ser árbol.

Pensares


En el silencio de mi reflexión percibo todo mi mundo interno como si fuera una semilla, de alguna manera pequeña e insignificante, pero también pletórica de potencialidades. Y veo en sus entrañas el germen de un árbol magnífico, el árbol de mi propia vida en proceso de desarrollo.

En su pequeñez cada semilla contiene el espíritu del árbol que será después. Cada semilla sabe cómo transformarse en árbol cayendo en tierra fértil, absorbiendo los jugos que la alimentan, expandiendo las ramas y el follaje, llenándose de flores y de frutos, para poder dar lo que tienen que dar.

Cada semilla sabe cómo transformarse en árbol y tantas son las semillas como son los sueños secretos. Dentro de nosotros innumerables sueños esperan el tiempo de germinar, echar raíces y darse a luz; morir como semillas para convertirse en árboles, árboles magníficos y orgullosos que a su vez nos digan en su solidez que oigamos vuestra voz interior, que escuchemos la sabiduría de nuestros sueños semilla.

Ellos, los sueños, indican el camino con símbolos y señales de toda clase, en cada hecho, en cada momento; entre las cosas y entre las personas; en los dolores y en los placeres; en los triunfos y en los fracasos. Lo soñado nos enseña dormidos o despiertos, a escucharnos, a darnos cuenta. Nos muestra el rumbo de presentimientos huidizos o en relámpagos de lucidez cegadora.

Y así crecemos, nos desarrollamos, evolucionamos y un día, mientras transitamos este eterno presente que llamamos vida, las semillas de nuestros sueños se transformarán en árboles y desplegarán sus ramas que como alas gigantescas cruzarán el cielo, uniendo en un solo trazo nuestro pasado y nuestro futuro.

Nada hay qué temer. Una sabiduría interior nos acompaña porque cada semilla sabe cómo llegar a ser árbol.

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