/ viernes 8 de marzo de 2019

El regalo más hermoso

Pensares


El día en que María José nació, no sintió gran alegría porque la decepción que sentía parecía ser más grande que el gran acontecimiento que representa tener un hijo; él quería un varón.

A los dos días de haber nacido fue a buscar a sus dos mujeres. Una lucía pálida y la otra radiante y dormilona. En pocos meses se dejó cautivar por la sonrisa de María José. Fue entonces cuando empezó a amarla; su carita, su sonrisa y su mirada no se apartaban ni un instante de su pensamiento.

Una tarde estaba una familia amiga de su casa haciendo un picnic y la niña le preguntó a su papá:

-Papá, cuando cumpla 15 años ¿cuál será mi regalo?

El papá le respondió:

-Pero si apenas tienes 10 años, falta mucho para esa fecha.

-Bueno papá, tú siempre dices que el tiempo pasa volando.

La conversación se extendía. Al caer el sol regresaron a sus casas. Una mañana se encontró con un amigo donde estudiaba su hija, quien ya tenía 14 años. El hombre se veía muy contento y la sonrisa no se apartaba de su rostro. María José ocupaba todo el espacio en su casa, en la mente y el corazón de su familia, especialmente el de su padre.

Tiempo después María José perdió el conocimiento y la llevaron al hospital. Permaneció 10 días y fue entonces cuando les informaron que su hija padecía una enfermedad que afectaba seriamente su corazón, pero no era algo definitivo, deberían practicarle otras pruebas para llegar a un diagnóstico firme.

Los días iban transcurriendo. El papá renunció a su trabajo para dedicarse al cuidado de María José. Su madre quería hacerlo, pero decidieron que ella trabajara, pues sus ingresos eran superiores a los de él.

Una mañana la niña le dijo:

-¿Voy a morir no es cierto?, te lo dijeron los médicos.

-No mi amor, no vas a morir. Si yo muriera no te dejaría sola, estando en el más allá buscaría la manera de comunicarme contigo, en última instancia utilizaría el viento para venir a verte.

-¿Al viento? replicó María José. ¿Y cómo lo harías?

-No tengo la menor idea hija, solo será que si algún día muero sentirás que estoy contigo cuando un suave viento roce tu cara y una brisa fresca bese tus mejillas.

Ese mismo día en la tarde le hablaron al papá para comunicarle que su hija estaba muriendo, necesitaban un corazón. Ese mismo mes María José cumpliría sus 15 años; el viernes siguiente consiguieron un donante y fue operada con éxito. Permaneció en el hospital 15 días más, los médicos no habían querido dejarla salir hasta que su corazón estuviera firme y fuerte y así lo hicieron.

Al llegar a su casa todos se sentaron en un enorme sofá y su mamá entre lágrimas le entregó una carta de su padre: “María José, mi gran amor, al momento de leer esta carta debes tener 15 años y un corazón fuerte latiendo en tu pecho, esa fue la promesa de los médicos que te operaron… Cuando supe que ibas a morir sentí que yo también moría contigo y me preguntaba ¿qué podía hacer? Después de tanto pensar y sentir mil cosas dentro de mí, decidí finalmente hacerte el regalo más hermoso que nadie jamás ha hecho: Te regalo mi vida entera sin condición alguna para que hagas con ella lo que creas es mejor… Vive hija, te amo; hoy, mañana y siempre estaré a tu lado, siempre te amaré”.

María José lloró todo el día y toda la noche. Al día siguiente fue al cementerio y se sentó sobre la tumba de su papá y le dijo:

-Papá, ahora puedo comprender cuánto me amabas, yo también te amo aunque nunca te lo dije… te pido perdón por haber guardado silencio.

Ella caminó a casa con la alegría de saber que lleva en su corazón el amor más grande del mundo.

Pensares


El día en que María José nació, no sintió gran alegría porque la decepción que sentía parecía ser más grande que el gran acontecimiento que representa tener un hijo; él quería un varón.

A los dos días de haber nacido fue a buscar a sus dos mujeres. Una lucía pálida y la otra radiante y dormilona. En pocos meses se dejó cautivar por la sonrisa de María José. Fue entonces cuando empezó a amarla; su carita, su sonrisa y su mirada no se apartaban ni un instante de su pensamiento.

Una tarde estaba una familia amiga de su casa haciendo un picnic y la niña le preguntó a su papá:

-Papá, cuando cumpla 15 años ¿cuál será mi regalo?

El papá le respondió:

-Pero si apenas tienes 10 años, falta mucho para esa fecha.

-Bueno papá, tú siempre dices que el tiempo pasa volando.

La conversación se extendía. Al caer el sol regresaron a sus casas. Una mañana se encontró con un amigo donde estudiaba su hija, quien ya tenía 14 años. El hombre se veía muy contento y la sonrisa no se apartaba de su rostro. María José ocupaba todo el espacio en su casa, en la mente y el corazón de su familia, especialmente el de su padre.

Tiempo después María José perdió el conocimiento y la llevaron al hospital. Permaneció 10 días y fue entonces cuando les informaron que su hija padecía una enfermedad que afectaba seriamente su corazón, pero no era algo definitivo, deberían practicarle otras pruebas para llegar a un diagnóstico firme.

Los días iban transcurriendo. El papá renunció a su trabajo para dedicarse al cuidado de María José. Su madre quería hacerlo, pero decidieron que ella trabajara, pues sus ingresos eran superiores a los de él.

Una mañana la niña le dijo:

-¿Voy a morir no es cierto?, te lo dijeron los médicos.

-No mi amor, no vas a morir. Si yo muriera no te dejaría sola, estando en el más allá buscaría la manera de comunicarme contigo, en última instancia utilizaría el viento para venir a verte.

-¿Al viento? replicó María José. ¿Y cómo lo harías?

-No tengo la menor idea hija, solo será que si algún día muero sentirás que estoy contigo cuando un suave viento roce tu cara y una brisa fresca bese tus mejillas.

Ese mismo día en la tarde le hablaron al papá para comunicarle que su hija estaba muriendo, necesitaban un corazón. Ese mismo mes María José cumpliría sus 15 años; el viernes siguiente consiguieron un donante y fue operada con éxito. Permaneció en el hospital 15 días más, los médicos no habían querido dejarla salir hasta que su corazón estuviera firme y fuerte y así lo hicieron.

Al llegar a su casa todos se sentaron en un enorme sofá y su mamá entre lágrimas le entregó una carta de su padre: “María José, mi gran amor, al momento de leer esta carta debes tener 15 años y un corazón fuerte latiendo en tu pecho, esa fue la promesa de los médicos que te operaron… Cuando supe que ibas a morir sentí que yo también moría contigo y me preguntaba ¿qué podía hacer? Después de tanto pensar y sentir mil cosas dentro de mí, decidí finalmente hacerte el regalo más hermoso que nadie jamás ha hecho: Te regalo mi vida entera sin condición alguna para que hagas con ella lo que creas es mejor… Vive hija, te amo; hoy, mañana y siempre estaré a tu lado, siempre te amaré”.

María José lloró todo el día y toda la noche. Al día siguiente fue al cementerio y se sentó sobre la tumba de su papá y le dijo:

-Papá, ahora puedo comprender cuánto me amabas, yo también te amo aunque nunca te lo dije… te pido perdón por haber guardado silencio.

Ella caminó a casa con la alegría de saber que lleva en su corazón el amor más grande del mundo.

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