/ jueves 10 de marzo de 2022

El reto de ser mujer en tiempos de la 4T

Ser mujer en estos tiempos de la llamada Cuarta Transformación, es quizá el más grande reto al que nos hemos enfrentado en años recientes.

Este gobierno se ha caracterizado por su capacidad de demolición de las instituciones, de devastación de lo público, de destrucción de todo aquello que no coincide con proyectos improvisados y con delirios presidenciales.

Foto: Sergio Caro | La Voz de la Frontera

Se han clausurado programas y políticas que eran un apoyo indispensable para las mujeres en todo el país: se cerraron las estancias infantiles, los refugios para las mujeres víctimas de violencia y el Seguro Popular. El golpe más reciente y brutal para las madres de familia fue la terminación del Programa de Escuelas de Tiempo Completo.

Los retrocesos han sido históricos: Disminución de las mujeres en la fuerza laboral, ensanchamiento de la brecha salarial, desocupación y precariedad con más mujeres en situación de pobreza y vulnerabilidad, número creciente de muertes por cáncer que se debieron y pudieron evitar y violencia familiar.

A la falta de apoyos y políticas para las mujeres hay que sumar la violencia que vivimos a diario, en éste que ha resultado ser el sexenio con más mujeres muertas, con al menos diez por día. La agenda feminista ha sido incómoda para el Presidente, quien no ha podido demostrar la más mínima empatía y solidaridad; en cambio, ha atacado desde las mañaneras a mujeres periodistas y ha ignorado las reivindicaciones del movimiento feminista.

La marcha del pasado 8 de marzo fue una señal más de urgencia y una llamada de atención a un gobierno que en lugar de tender puentes y lazos, prefirió construir muros para resguardar el Palacio donde vive un hombre que tiene un gabinete paritario silencioso, obediente y sumiso. En el Poder Legislativo, donde celebramos la paridad total, las mujeres aliadas del Presidente no tienen voto ni voz propia: Se ven obligadas a repetir lo que les mandan y a obedecer sin condiciones.

Las marchas que se dieron en todo el país fueron pacíficas, a pesar de que nacen de la indignación y el coraje. En Baja California, mientras las mujeres marchaban, nuestra gobernadora se entregaba del todo a la agenda presidencial en un evento palaciego, en el que se ve a figuras de primera importancia escuchar en silencio la larga perorata presidencial.

El feminismo de fachada del presidente López Obrador quedó evidenciado, cuando en lugar de conmemorar con las mujeres el 8 de marzo, se convirtió en la figura central de una fotografía con funcionarias obedientes y obsequiosas. Mala señal ha sido para nuestro Estado que la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda se ausentara en un día tan significativo, para dar prioridad a la agenda presidencial y no a la agenda de las mujeres.

Esperemos que ésta no haya sido una señal de obediencia y sumisión, porque todavía tenemos la esperanza de que nuestra gobernadora sí sea congruente y tenga la determinación y el valor de llevar a la realidad aquel precepto que solo ha quedado en el papel: No mentir, no robar, no traicionar.

Ser mujer en estos tiempos de la llamada Cuarta Transformación, es quizá el más grande reto al que nos hemos enfrentado en años recientes.

Este gobierno se ha caracterizado por su capacidad de demolición de las instituciones, de devastación de lo público, de destrucción de todo aquello que no coincide con proyectos improvisados y con delirios presidenciales.

Foto: Sergio Caro | La Voz de la Frontera

Se han clausurado programas y políticas que eran un apoyo indispensable para las mujeres en todo el país: se cerraron las estancias infantiles, los refugios para las mujeres víctimas de violencia y el Seguro Popular. El golpe más reciente y brutal para las madres de familia fue la terminación del Programa de Escuelas de Tiempo Completo.

Los retrocesos han sido históricos: Disminución de las mujeres en la fuerza laboral, ensanchamiento de la brecha salarial, desocupación y precariedad con más mujeres en situación de pobreza y vulnerabilidad, número creciente de muertes por cáncer que se debieron y pudieron evitar y violencia familiar.

A la falta de apoyos y políticas para las mujeres hay que sumar la violencia que vivimos a diario, en éste que ha resultado ser el sexenio con más mujeres muertas, con al menos diez por día. La agenda feminista ha sido incómoda para el Presidente, quien no ha podido demostrar la más mínima empatía y solidaridad; en cambio, ha atacado desde las mañaneras a mujeres periodistas y ha ignorado las reivindicaciones del movimiento feminista.

La marcha del pasado 8 de marzo fue una señal más de urgencia y una llamada de atención a un gobierno que en lugar de tender puentes y lazos, prefirió construir muros para resguardar el Palacio donde vive un hombre que tiene un gabinete paritario silencioso, obediente y sumiso. En el Poder Legislativo, donde celebramos la paridad total, las mujeres aliadas del Presidente no tienen voto ni voz propia: Se ven obligadas a repetir lo que les mandan y a obedecer sin condiciones.

Las marchas que se dieron en todo el país fueron pacíficas, a pesar de que nacen de la indignación y el coraje. En Baja California, mientras las mujeres marchaban, nuestra gobernadora se entregaba del todo a la agenda presidencial en un evento palaciego, en el que se ve a figuras de primera importancia escuchar en silencio la larga perorata presidencial.

El feminismo de fachada del presidente López Obrador quedó evidenciado, cuando en lugar de conmemorar con las mujeres el 8 de marzo, se convirtió en la figura central de una fotografía con funcionarias obedientes y obsequiosas. Mala señal ha sido para nuestro Estado que la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda se ausentara en un día tan significativo, para dar prioridad a la agenda presidencial y no a la agenda de las mujeres.

Esperemos que ésta no haya sido una señal de obediencia y sumisión, porque todavía tenemos la esperanza de que nuestra gobernadora sí sea congruente y tenga la determinación y el valor de llevar a la realidad aquel precepto que solo ha quedado en el papel: No mentir, no robar, no traicionar.