/ lunes 13 de agosto de 2018

Elba Esther… a volar

VIENTOS

Si escribiera que la libertad de la “maestra” Elba Esther Gordillo Morales era asunto esperado, se me diría que es una presunción del peor jaez; pero no es así.

En nuestro México “maravilloso” lo imposible es lo posible, sólo factible con mayor dificultad… País de milagros no es posible enderezar jorobados porque es tarea divina en la que los dioses no pierden el tiempo; pero los políticos y algunos abogados de “prosapia”, son “relojeros” de tanta precisión, que son capaces de desarmar y armar un reloj en la oscuridad, para que vuelvan a “servir”… con mayor razón encontrar la punta del hilo que conduce a la libertad aunque esta libertad quede en calidad de “milagro justiciero” o, acción sucia de origen, que requiere satisfacción pública si la dignidad y la justicia tienen algún valor más allá del pantano de la política en que se sustenta el país de “los milagros”.

La profa. Gordillo -ese es el hecho- salió de su “jaula de oro”. Ya podrá volver a los restaurantes de lujo que siempre buscó, porque las propinas grandes dejan olor a pureza y son lavadoras de los malos prestigios. Y podrá viajar a los Estados Unidos a visitar sus propiedades; a Europa para el justo descanso luego de casi seis años de mirar puros enrejados. Para eso es el dinero; para eso es la libertad. Eso, claro, cuando las dos cosas se tienen, como es el caso. Ya a su regreso se ajustarán (ajustar significa con justicia) las cuentas que la señora Gordillo, seguro, cuenta con fruición religioso como las cuentas de un rosario. Y el viaje largo podrá hacerle otro milagro: restaurarle su imagen tan manchada por la “jiricua” que produce la razón sospechosista pública y deja opacos los espejos artificialmente bien pulidos. Quizá, con la nueva política, prefiera esa tranquilidad que proporciona el “amor y paz” capaces de convertir los insultos del pasado en frases acariciantes que como lijas finas conviertan los caminos empedrados en suaves rutas anímicas para convertir a México en otro país, por supuesto sin perder su armonioso tránsito de país de milagros maravillosos siempre preferible al espanto cotidiano del escenario de rejas y chirridos de puertas metálicas que tanto dañan los oídos.

Y volverán los amores a empezar, como dice la canción. Y sus leales seguidores, los que afirman su integridad y su enriquecimiento como resultado de herencias y loterías, tal vez le reintegren el trono de la “abeja reina”, para que vuelvan los esplendores a brillar y la educación, bajo el ojo clínico del nuevo tlatoani, vuelvan a lo que antes fue y dejó a tantos maestros de verdad en la calle y a los sedicentes como gente de confiar. Ya veremos.

jaimepardoverdugo@yahoo.com.mx





VIENTOS

Si escribiera que la libertad de la “maestra” Elba Esther Gordillo Morales era asunto esperado, se me diría que es una presunción del peor jaez; pero no es así.

En nuestro México “maravilloso” lo imposible es lo posible, sólo factible con mayor dificultad… País de milagros no es posible enderezar jorobados porque es tarea divina en la que los dioses no pierden el tiempo; pero los políticos y algunos abogados de “prosapia”, son “relojeros” de tanta precisión, que son capaces de desarmar y armar un reloj en la oscuridad, para que vuelvan a “servir”… con mayor razón encontrar la punta del hilo que conduce a la libertad aunque esta libertad quede en calidad de “milagro justiciero” o, acción sucia de origen, que requiere satisfacción pública si la dignidad y la justicia tienen algún valor más allá del pantano de la política en que se sustenta el país de “los milagros”.

La profa. Gordillo -ese es el hecho- salió de su “jaula de oro”. Ya podrá volver a los restaurantes de lujo que siempre buscó, porque las propinas grandes dejan olor a pureza y son lavadoras de los malos prestigios. Y podrá viajar a los Estados Unidos a visitar sus propiedades; a Europa para el justo descanso luego de casi seis años de mirar puros enrejados. Para eso es el dinero; para eso es la libertad. Eso, claro, cuando las dos cosas se tienen, como es el caso. Ya a su regreso se ajustarán (ajustar significa con justicia) las cuentas que la señora Gordillo, seguro, cuenta con fruición religioso como las cuentas de un rosario. Y el viaje largo podrá hacerle otro milagro: restaurarle su imagen tan manchada por la “jiricua” que produce la razón sospechosista pública y deja opacos los espejos artificialmente bien pulidos. Quizá, con la nueva política, prefiera esa tranquilidad que proporciona el “amor y paz” capaces de convertir los insultos del pasado en frases acariciantes que como lijas finas conviertan los caminos empedrados en suaves rutas anímicas para convertir a México en otro país, por supuesto sin perder su armonioso tránsito de país de milagros maravillosos siempre preferible al espanto cotidiano del escenario de rejas y chirridos de puertas metálicas que tanto dañan los oídos.

Y volverán los amores a empezar, como dice la canción. Y sus leales seguidores, los que afirman su integridad y su enriquecimiento como resultado de herencias y loterías, tal vez le reintegren el trono de la “abeja reina”, para que vuelvan los esplendores a brillar y la educación, bajo el ojo clínico del nuevo tlatoani, vuelvan a lo que antes fue y dejó a tantos maestros de verdad en la calle y a los sedicentes como gente de confiar. Ya veremos.

jaimepardoverdugo@yahoo.com.mx