/ jueves 25 de marzo de 2021

Entrevista a María Martha Arce

Menos Face y Más Book


Esta semana me subí en un avión que me llevó hasta Buenos Aires (sí, la ciudad de la furia) y tuve una interesante plática con María, ella es correctora de estilo desde hace unos 15 años. En esta entrevista me contó detalles de su labor en el mundo literario.

¿En qué consiste la labor de un corrector de estilo? La verdad causa un poco de confusión este nombre porque mucha gente cree que “corregimos” la manera o la forma que un escritor escribe y eso no es. Nuestro trabajo es corregir las falencias en temas como sintaxis, semánticas, ortográficas. Por ejemplo, si tú tienes que escribir un ensayo y no tienes las bases, los conocimientos para escribir un ensayo, ahí estamos para ayudarte.

Si un libro fuera un carro, nosotros somos quienes le damos el último ajuste. Los cambios que generamos no son antojadizos, sino que se deben respaldar o justificar cada uno con las reglas gramaticales, ortográficas, etc. Otra labor de nosotros es estar actualizándonos, ya que las reglas ortográficas van cambiando y debemos estar al día con estos asuntos.

-¿Se estudia para eso?

Acá en la Argentina está la carrera de corrector de estilo y dos instituciones la imparten. Yo la estudié y desde el 2006 me dedico a esto. A lo largo de estos 15 años he visto de todo desde cosas que me deslumbran por lo bueno, como cosas que realmente debo hacer un gran trabajo. En estos años he aprendido a leer, entretenerme y trabajar al mismo tiempo.

-¿La pandemia ha afectado tu trabajo?

En estos meses sí ha cambiado un poco la dinámica, he hecho talleres online para gente de América Latina, tengo alumnos y trabajo de diferentes países y mucha gente ahora como pasa más tiempo en casa ha podido retomar sus novelas, ensayos y los ha mandado para correcciones. Así que trabajo sigue habiendo.

-¿Te ha tocado que algún escritor no esté muy de acuerdo con los cambios hechos en su obra?

Mira, yo siempre le pido al autor que me mande las dos primeras hojas de su libro, de esta manera se las corrijo y de esta manera él puede ver mi trabajo, la línea que tengo y si le gusta, ya podemos hacer equipo, además todo cambio se justifica.

-¿Siempre tuviste afición por las letras?

Siempre me gustó leer. Recuerdo cuando niña, para vacaciones de verano, mi padre me llevaba a una librería acá en Buenos Aires para elegir los libros que leería en vacaciones. Recuerdo leer sin problema un libro de 200 páginas en un día, realmente lo disfrutaba. Ahora los jóvenes leen menos, ya no leen un libro como tal físico, leen mucho en internet, pero esa falta de lectura genera una generación de personas con mala ortografía, entre otras cosas.

Ya para terminar la llamada telefónica, le pregunto por los libros que la han marcado y sin titubear me comparte sus títulos: “Cien años de soledad”, “El coronel no tiene quien le escriba” y “Rosaura a las diez”, de Marco Denevi.

María tiene cursos de guiones de programa desde tv y radio, textos académicos, entre otros.

Menos Face y Más Book


Esta semana me subí en un avión que me llevó hasta Buenos Aires (sí, la ciudad de la furia) y tuve una interesante plática con María, ella es correctora de estilo desde hace unos 15 años. En esta entrevista me contó detalles de su labor en el mundo literario.

¿En qué consiste la labor de un corrector de estilo? La verdad causa un poco de confusión este nombre porque mucha gente cree que “corregimos” la manera o la forma que un escritor escribe y eso no es. Nuestro trabajo es corregir las falencias en temas como sintaxis, semánticas, ortográficas. Por ejemplo, si tú tienes que escribir un ensayo y no tienes las bases, los conocimientos para escribir un ensayo, ahí estamos para ayudarte.

Si un libro fuera un carro, nosotros somos quienes le damos el último ajuste. Los cambios que generamos no son antojadizos, sino que se deben respaldar o justificar cada uno con las reglas gramaticales, ortográficas, etc. Otra labor de nosotros es estar actualizándonos, ya que las reglas ortográficas van cambiando y debemos estar al día con estos asuntos.

-¿Se estudia para eso?

Acá en la Argentina está la carrera de corrector de estilo y dos instituciones la imparten. Yo la estudié y desde el 2006 me dedico a esto. A lo largo de estos 15 años he visto de todo desde cosas que me deslumbran por lo bueno, como cosas que realmente debo hacer un gran trabajo. En estos años he aprendido a leer, entretenerme y trabajar al mismo tiempo.

-¿La pandemia ha afectado tu trabajo?

En estos meses sí ha cambiado un poco la dinámica, he hecho talleres online para gente de América Latina, tengo alumnos y trabajo de diferentes países y mucha gente ahora como pasa más tiempo en casa ha podido retomar sus novelas, ensayos y los ha mandado para correcciones. Así que trabajo sigue habiendo.

-¿Te ha tocado que algún escritor no esté muy de acuerdo con los cambios hechos en su obra?

Mira, yo siempre le pido al autor que me mande las dos primeras hojas de su libro, de esta manera se las corrijo y de esta manera él puede ver mi trabajo, la línea que tengo y si le gusta, ya podemos hacer equipo, además todo cambio se justifica.

-¿Siempre tuviste afición por las letras?

Siempre me gustó leer. Recuerdo cuando niña, para vacaciones de verano, mi padre me llevaba a una librería acá en Buenos Aires para elegir los libros que leería en vacaciones. Recuerdo leer sin problema un libro de 200 páginas en un día, realmente lo disfrutaba. Ahora los jóvenes leen menos, ya no leen un libro como tal físico, leen mucho en internet, pero esa falta de lectura genera una generación de personas con mala ortografía, entre otras cosas.

Ya para terminar la llamada telefónica, le pregunto por los libros que la han marcado y sin titubear me comparte sus títulos: “Cien años de soledad”, “El coronel no tiene quien le escriba” y “Rosaura a las diez”, de Marco Denevi.

María tiene cursos de guiones de programa desde tv y radio, textos académicos, entre otros.