/ martes 13 de febrero de 2018

Episcopado opina sobre proceso electoral

Prisma

Los integrantes del Episcopado Mexicano -que en todo están menos en misa-, no se aguantaron las ganas de opinar sobre el desarrollo de las famosas “precampañas” electorales que incluye la joya de la corona: La Presidencia de la República, lo que sea de cada quien, coincidiendo con el sentir de millones de mexicanos.

A través de su semanario “Desde la Fe”, su órgano oficial de difusión, calificaron las precampañas de los aspirantes a la Presidencia de la República como una “verdadera simulación electoral que contravienen los propósitos de austeridad y transparencia” y que las famosas llamadas coaliciones presidenciales han registrado más gastos que ingresos.

En este punto, por medio de dicho documento, los obispos aseguran que la mayor opacidad se verifica entre las coaliciones presidenciales que en el período terminado en enero se habían excedido en materia de gastos la cantidad de 4.5 millones de pesos, mientras que, según el Instituto Nacional Electoral, informó que los ingresos manifestados apenas sumaron el importe de 660 mil pesos. Lo cual revela una diferencia de 5.1 millones de pesos.

Ya entrados en gastos, el semanario indica que en el caso de los aspirantes a diputados federales y senadores de la República, se registró el mismo fenómeno: Las cuentas señaladas por la autoridad electoral sencillamente “no cuadran”, ya que quienes anhelan un escaño en el Senado de la República -95- y los pretensos a ocupar una curul en la Cámara de Diputados -695- reportaron al INE 6.2 millones de pesos y 1.7 millones de ingresos.

Puede observarse que en este caso tampoco “cuadran los números” manejados por ambas partes, es decir, autoridad electoral y aspirantes.

Tampoco escapó a la crítica de los clérigos el Instituto Nacional Electoral, que calificaron como “una autoridad desdentada y débil que tiene encima toda un maraña casi imposible de deshacer de forma pronta y expedita”, en lo cual -hay que decirlo- también coinciden con el pensar de muchos mexicanos que hoy le escatiman su confianza en torno a su funcionamiento eficaz en los procesos electorales.

En cuanto a los alcances y eficiencia de las campañas electorales, el Episcopado consideró que para erradicar el hartazgo de la ciudadanía por la forma de actuar de sus políticos, deben ser atractivas en lo que se refiere a sus propuestas relacionadas con el bien común y sobre todo, transparentes.

Prisma

Los integrantes del Episcopado Mexicano -que en todo están menos en misa-, no se aguantaron las ganas de opinar sobre el desarrollo de las famosas “precampañas” electorales que incluye la joya de la corona: La Presidencia de la República, lo que sea de cada quien, coincidiendo con el sentir de millones de mexicanos.

A través de su semanario “Desde la Fe”, su órgano oficial de difusión, calificaron las precampañas de los aspirantes a la Presidencia de la República como una “verdadera simulación electoral que contravienen los propósitos de austeridad y transparencia” y que las famosas llamadas coaliciones presidenciales han registrado más gastos que ingresos.

En este punto, por medio de dicho documento, los obispos aseguran que la mayor opacidad se verifica entre las coaliciones presidenciales que en el período terminado en enero se habían excedido en materia de gastos la cantidad de 4.5 millones de pesos, mientras que, según el Instituto Nacional Electoral, informó que los ingresos manifestados apenas sumaron el importe de 660 mil pesos. Lo cual revela una diferencia de 5.1 millones de pesos.

Ya entrados en gastos, el semanario indica que en el caso de los aspirantes a diputados federales y senadores de la República, se registró el mismo fenómeno: Las cuentas señaladas por la autoridad electoral sencillamente “no cuadran”, ya que quienes anhelan un escaño en el Senado de la República -95- y los pretensos a ocupar una curul en la Cámara de Diputados -695- reportaron al INE 6.2 millones de pesos y 1.7 millones de ingresos.

Puede observarse que en este caso tampoco “cuadran los números” manejados por ambas partes, es decir, autoridad electoral y aspirantes.

Tampoco escapó a la crítica de los clérigos el Instituto Nacional Electoral, que calificaron como “una autoridad desdentada y débil que tiene encima toda un maraña casi imposible de deshacer de forma pronta y expedita”, en lo cual -hay que decirlo- también coinciden con el pensar de muchos mexicanos que hoy le escatiman su confianza en torno a su funcionamiento eficaz en los procesos electorales.

En cuanto a los alcances y eficiencia de las campañas electorales, el Episcopado consideró que para erradicar el hartazgo de la ciudadanía por la forma de actuar de sus políticos, deben ser atractivas en lo que se refiere a sus propuestas relacionadas con el bien común y sobre todo, transparentes.