/ miércoles 11 de marzo de 2020

Fakeminismo

El Muro


Que un comercio publique un flyer digital –un anuncio distribuido en redes sociales- ofreciendo sus instalaciones como un “espacio seguro” para la mujer, es fakeminismo, en este caso publicidad disfrazada de compromiso social, que se convierte en viral sin que el comerciante pague un solo centavo.

El feminismo ha luchado durante años por la emancipación de la mujer; el fakeminismo, el falso feminismo, se cuelga del tren de la popularidad del momento y se aprovecha de la nobleza o de la ingenuidad del público, lo cual a la larga termina por hacer más daño.

Cuando un hombre se ofrece como un aliado en la lucha de la mujer, es fakeminismo porque es un acto egoísta que busca la aprobación del grupo. El feminismo no requiere aliados porque éstos suelen ser cómplices en las virtudes, pero también lo son en los errores y un aliado haría cualquier cosa, menos ofender a quien admira porque la segregación es fea.

Criticar a las mujeres que tienen como himno “…mujeres, lo que nos pidan podemos, si no podemos no existe y si no existe lo inventamos por ustedes…” no es feminismo. Fakeminismo lo es decir que “…me estremeció la mujer del poeta, el caudillo siempre a la sombra y llenando un espacio vital”, es mejor porque la escribió Silvio Rodríguez, quien no tiene comparación con Ricardo Arjona.

Imponer una ideología, promover actos violentos, criticar a mujeres que sí gustan ser consideradas como “el ser maravilloso, dador de vida, frágil y fuerte, compañera de luchas”, es fakeminismo porque el feminismo no pierde de vista dónde está la raíz del problema, sabe que todo acto multitudinario impacta a los incautos, pero en el fondo revuelve las cosas, sabe que la lucha se sustenta en una sólida formación intelectual no en la habilidad para redactar tuits contestatarios. Fakeminismo es seguir una moda en el vestir, en el corte de cabello, en la forma de expresarse, de actuar.

Promover institutos gubernamentales burocráticos que trabajen en pro de la mujer no es feminismo; crearlos y sostenerlos con poco presupuesto, es ofensivo. Que un partido político dominado por hombres presuma su feminismo es fakeminismo. El feminismo explora alternativas, no se cicla en investigaciones científicas que digan lo que quiere escuchar, da la bienvenida a todo lo que aporta, no lo bloquea ni lo ignora. Sabe que el problema inicia en el hogar y que en muchos de los casos influye la figura paterna (cuando existe). El reporte de investigación “Child gender influences paternal behavior…” concluye que papá se comunica de forma diferenciada con las niñas que con los niños. A ellas se les habla de empatía; con ellos juega “luchitas” y los alienta a cumplir metas.

El feminismo sabe que el asesinato de mujeres sí es un problema serio, pero representa el extremo desafortunado de una serie de condiciones socioeconómicas desafortunadas que colocan a la mujer en una posición desventajosa. El fakeminismo odia al hombre; el feminismo es compromiso de todos; el fakeminismo quiere lucirse.

El Muro


Que un comercio publique un flyer digital –un anuncio distribuido en redes sociales- ofreciendo sus instalaciones como un “espacio seguro” para la mujer, es fakeminismo, en este caso publicidad disfrazada de compromiso social, que se convierte en viral sin que el comerciante pague un solo centavo.

El feminismo ha luchado durante años por la emancipación de la mujer; el fakeminismo, el falso feminismo, se cuelga del tren de la popularidad del momento y se aprovecha de la nobleza o de la ingenuidad del público, lo cual a la larga termina por hacer más daño.

Cuando un hombre se ofrece como un aliado en la lucha de la mujer, es fakeminismo porque es un acto egoísta que busca la aprobación del grupo. El feminismo no requiere aliados porque éstos suelen ser cómplices en las virtudes, pero también lo son en los errores y un aliado haría cualquier cosa, menos ofender a quien admira porque la segregación es fea.

Criticar a las mujeres que tienen como himno “…mujeres, lo que nos pidan podemos, si no podemos no existe y si no existe lo inventamos por ustedes…” no es feminismo. Fakeminismo lo es decir que “…me estremeció la mujer del poeta, el caudillo siempre a la sombra y llenando un espacio vital”, es mejor porque la escribió Silvio Rodríguez, quien no tiene comparación con Ricardo Arjona.

Imponer una ideología, promover actos violentos, criticar a mujeres que sí gustan ser consideradas como “el ser maravilloso, dador de vida, frágil y fuerte, compañera de luchas”, es fakeminismo porque el feminismo no pierde de vista dónde está la raíz del problema, sabe que todo acto multitudinario impacta a los incautos, pero en el fondo revuelve las cosas, sabe que la lucha se sustenta en una sólida formación intelectual no en la habilidad para redactar tuits contestatarios. Fakeminismo es seguir una moda en el vestir, en el corte de cabello, en la forma de expresarse, de actuar.

Promover institutos gubernamentales burocráticos que trabajen en pro de la mujer no es feminismo; crearlos y sostenerlos con poco presupuesto, es ofensivo. Que un partido político dominado por hombres presuma su feminismo es fakeminismo. El feminismo explora alternativas, no se cicla en investigaciones científicas que digan lo que quiere escuchar, da la bienvenida a todo lo que aporta, no lo bloquea ni lo ignora. Sabe que el problema inicia en el hogar y que en muchos de los casos influye la figura paterna (cuando existe). El reporte de investigación “Child gender influences paternal behavior…” concluye que papá se comunica de forma diferenciada con las niñas que con los niños. A ellas se les habla de empatía; con ellos juega “luchitas” y los alienta a cumplir metas.

El feminismo sabe que el asesinato de mujeres sí es un problema serio, pero representa el extremo desafortunado de una serie de condiciones socioeconómicas desafortunadas que colocan a la mujer en una posición desventajosa. El fakeminismo odia al hombre; el feminismo es compromiso de todos; el fakeminismo quiere lucirse.