/ viernes 3 de julio de 2020

Hambre y sed de justicia

EL AGUA DEL MOLINO

Don Justo Sierra, el ministro educador, siendo diputado federal dijo en memorable e histórico discurso pronunciado en 1893 las siguientes palabras: “México es un pueblo con hambre y sed. El hambre y la sed que tiene no es de pan; México tiene hambre y sed de justicia”.

Hoy nuestro pueblo sigue teniendo hambre y la tendrá más, agobiado por la pandemia del Covid 19 y la feroz violencia, si las cosas no se remedian, pero sobre todo tiene hambre y sed de justicia. En este sentido la justicia lo abarca todo, porque es injusto no remediar el hambre del pueblo como lo es no remediar tampoco la violencia feroz, continua, imparable y retadora al Estado y a lo que éste representa.

Hace días el Presidente de la República nos dio a elegir a los mexicanos entre dos posibles caminos de acción política y social, el conservadurismo y el liberalismo y obviamente elegimos por convicción, tradición familiar y universitaria, el liberalismo. Sin embargo, hay una confusión de ideas o falsa apreciación de lo que es el liberalismo, que fundamentalmente y sin mayores ambages es libertad. Libertad de opinar y disentir dentro del mismo cuadro de ideas.

En tal virtud nos confunden, por ambiguas, las palabras del Presidente al declarar: “No nos vamos a dejar intimidar ni vamos a hacer acuerdos con la delincuencia organizada como era antes. Nosotros no vamos a declararle la guerra a nadie; tampoco vamos a violar derechos humanos y no se van a permitir masacres, pero sí vamos a actuar y a evitar que se cometan estos atentados, como el ocurrido al secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, con el uso de los servicios de inteligencia”.

¿Me pregunto si solo con los servicios de inteligencia se va a lograr eso? La verdad es que según tales palabras el Estado y el gobierno de López Obrador van a utilizar con la delincuencia -¿qué no lo han venido utilizando?- el poder coercitivo del Estado, a saber, la represión legal, jurídica y constitucional. En realidad se va a recurrir a una guerra -que es una lucha o combate- y a una oposición del Estado para frenar la acción delictiva. Y puede que en ello haya masacres, matanza de personas, lo cual será en legítima defensa de los intereses superiores que tutela y representa el Estado por medio del gobierno. Y ello no sería ni remotamente violar ningún derecho humano. Pero… ¿con solo los servicios de inteligencia? No se entiende, porque éstos nada más le proporcionan al Poder Ejecutivo la información necesaria para prevenir las amenazas y acciones delictivas, en defensa de los interés de la nación mexicana. No obstante, el poder coercitivo del Estado es otra cosa.

El Presidente nos confunde. E insisto una vez más en que no se duda de su buena fe ni de su patriotismo, pero el pueblo sigue teniendo hambre y sed de justicia. Es necesario que el Presidente hable más claro. O la violencia, la injusticia y la impunidad se adueñarán del país…

EL AGUA DEL MOLINO

Don Justo Sierra, el ministro educador, siendo diputado federal dijo en memorable e histórico discurso pronunciado en 1893 las siguientes palabras: “México es un pueblo con hambre y sed. El hambre y la sed que tiene no es de pan; México tiene hambre y sed de justicia”.

Hoy nuestro pueblo sigue teniendo hambre y la tendrá más, agobiado por la pandemia del Covid 19 y la feroz violencia, si las cosas no se remedian, pero sobre todo tiene hambre y sed de justicia. En este sentido la justicia lo abarca todo, porque es injusto no remediar el hambre del pueblo como lo es no remediar tampoco la violencia feroz, continua, imparable y retadora al Estado y a lo que éste representa.

Hace días el Presidente de la República nos dio a elegir a los mexicanos entre dos posibles caminos de acción política y social, el conservadurismo y el liberalismo y obviamente elegimos por convicción, tradición familiar y universitaria, el liberalismo. Sin embargo, hay una confusión de ideas o falsa apreciación de lo que es el liberalismo, que fundamentalmente y sin mayores ambages es libertad. Libertad de opinar y disentir dentro del mismo cuadro de ideas.

En tal virtud nos confunden, por ambiguas, las palabras del Presidente al declarar: “No nos vamos a dejar intimidar ni vamos a hacer acuerdos con la delincuencia organizada como era antes. Nosotros no vamos a declararle la guerra a nadie; tampoco vamos a violar derechos humanos y no se van a permitir masacres, pero sí vamos a actuar y a evitar que se cometan estos atentados, como el ocurrido al secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, con el uso de los servicios de inteligencia”.

¿Me pregunto si solo con los servicios de inteligencia se va a lograr eso? La verdad es que según tales palabras el Estado y el gobierno de López Obrador van a utilizar con la delincuencia -¿qué no lo han venido utilizando?- el poder coercitivo del Estado, a saber, la represión legal, jurídica y constitucional. En realidad se va a recurrir a una guerra -que es una lucha o combate- y a una oposición del Estado para frenar la acción delictiva. Y puede que en ello haya masacres, matanza de personas, lo cual será en legítima defensa de los intereses superiores que tutela y representa el Estado por medio del gobierno. Y ello no sería ni remotamente violar ningún derecho humano. Pero… ¿con solo los servicios de inteligencia? No se entiende, porque éstos nada más le proporcionan al Poder Ejecutivo la información necesaria para prevenir las amenazas y acciones delictivas, en defensa de los interés de la nación mexicana. No obstante, el poder coercitivo del Estado es otra cosa.

El Presidente nos confunde. E insisto una vez más en que no se duda de su buena fe ni de su patriotismo, pero el pueblo sigue teniendo hambre y sed de justicia. Es necesario que el Presidente hable más claro. O la violencia, la injusticia y la impunidad se adueñarán del país…

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