/ domingo 5 de septiembre de 2021

Historia Cultural de Mexicali

LA ESPIGA

Los dialectos de los grupos aborígenes Yumanos serían las primeras formas de lenguaje empleado en el Delta del Río Colorado. Por siglos las etnias originarias del Colorado vivieron de acuerdo a los ciclos naturales, será hasta la instauración del Virreinato de la Nueva España cuando los conquistadores europeos impusieron su idioma y religión en estas llanuras del desierto.

El español y el inglés serán las lenguas de los colonizadores e inversionistas del siglo 19, la evolución de las formas de expresión nos señalan una fusión multicultural: lo español, mexicano y gringo produjeron nuestra cultura fronteriza donde la economía de mercado impero desde la fundación virtual de los Valles de Imperial y Mexicali.

Cuando el inversionista norteamericano Anthony Heber acude al Palacio Nacional para entrevistarse con el Presidente Porfirio Díaz no solo consigue adquirir los terrenos donde nacería la ciudad de Mexicali, también obtiene la concesión para diseñar un asentamiento a imagen y semejanza de los pueblos californianos.

Heber es el verdadero padre y fundador de Mexicali, el tiene la visión clara de los requerimientos necesarios para crear vida productiva en el semi desierto cachanilla: agua a raudales, tierras de gran calidad, clima óptimo para el cultivo algodonero y mano de obra disponible, con estos elementos Mexicali nace como una extensión del Valle Imperial.

Los aborígenes Cucapa, las familias mexicanas recién llegadas a las márgenes del Colorado, los inmigrantes orientales serán todos convocados por las inversiones del capital yanqui, entre todos crearan negocios ganaderos y agrícolas donde antes solo reinaba la desolación y la fauna del vasto desierto del Norte de Sonora.

La antropología y la historia no se equivocan cuando conciben a la línea fronteriza internacional como algo circunstancial pues en el origen de Imperial y Mexicali el capital extranjero borró del mapa las nomenclaturas nacionales: los dólares americanos trajeron el progreso capitalista, el trabajo productivo se realizó del lado mexicano y las ganancias se fueron a Los Ángeles, San Francisco y Nueva York.

En Mexicali la cultura del esfuerzo quedó instaurada de manera permanente, la inmigración nos trajo la fuerza de trabajo requerida para abrir todo tipo de giros productivos: la agricultura, el comercio, la industria, la construcción, las transacciones inmobiliarias.

Gringos y mexicanos operaron dos ferrocarriles de la Compañía del Sur Pacifico, los canales de irrigación agrícola fueron administrados por el Distrito de Riego del Valle Imperial, la California Development Company creó varias subsidiarias con nombres mexicanos para crear riqueza en el lado mexicano del cerco, el InterCalifornia movió cargas de algodón de Mexicali a los muelles de Los Ángeles.

Los insumos agrícolas, los alimentos y la ropa nos llegaban de California, por la Garita de Calexico-Mexicali se introducía la energía eléctrica, las gasolinas, el teléfono, el petróleo, hasta el agua potable provenía de aquel lado.

La lejanía y el aislamiento de Mexicali posibilitó el que nuestra región del Delta del Colorado quedará en manos de los poderosos capitalistas norteamericanos, Porfirio Díaz cedió nuestras tierras y aguas al vecino Imperio del Dólar.

La historia cultural de Mexicali -como su nombre lo indica- fusionó lo mejor de México y de California para crear a los mexicalifornianos, mexicanos fronterizos muy trabajadores y esforzados vecinos de la quinta economía mundial, de la fábrica de sueños realizados mediante el poder del dinero.

LA ESPIGA

Los dialectos de los grupos aborígenes Yumanos serían las primeras formas de lenguaje empleado en el Delta del Río Colorado. Por siglos las etnias originarias del Colorado vivieron de acuerdo a los ciclos naturales, será hasta la instauración del Virreinato de la Nueva España cuando los conquistadores europeos impusieron su idioma y religión en estas llanuras del desierto.

El español y el inglés serán las lenguas de los colonizadores e inversionistas del siglo 19, la evolución de las formas de expresión nos señalan una fusión multicultural: lo español, mexicano y gringo produjeron nuestra cultura fronteriza donde la economía de mercado impero desde la fundación virtual de los Valles de Imperial y Mexicali.

Cuando el inversionista norteamericano Anthony Heber acude al Palacio Nacional para entrevistarse con el Presidente Porfirio Díaz no solo consigue adquirir los terrenos donde nacería la ciudad de Mexicali, también obtiene la concesión para diseñar un asentamiento a imagen y semejanza de los pueblos californianos.

Heber es el verdadero padre y fundador de Mexicali, el tiene la visión clara de los requerimientos necesarios para crear vida productiva en el semi desierto cachanilla: agua a raudales, tierras de gran calidad, clima óptimo para el cultivo algodonero y mano de obra disponible, con estos elementos Mexicali nace como una extensión del Valle Imperial.

Los aborígenes Cucapa, las familias mexicanas recién llegadas a las márgenes del Colorado, los inmigrantes orientales serán todos convocados por las inversiones del capital yanqui, entre todos crearan negocios ganaderos y agrícolas donde antes solo reinaba la desolación y la fauna del vasto desierto del Norte de Sonora.

La antropología y la historia no se equivocan cuando conciben a la línea fronteriza internacional como algo circunstancial pues en el origen de Imperial y Mexicali el capital extranjero borró del mapa las nomenclaturas nacionales: los dólares americanos trajeron el progreso capitalista, el trabajo productivo se realizó del lado mexicano y las ganancias se fueron a Los Ángeles, San Francisco y Nueva York.

En Mexicali la cultura del esfuerzo quedó instaurada de manera permanente, la inmigración nos trajo la fuerza de trabajo requerida para abrir todo tipo de giros productivos: la agricultura, el comercio, la industria, la construcción, las transacciones inmobiliarias.

Gringos y mexicanos operaron dos ferrocarriles de la Compañía del Sur Pacifico, los canales de irrigación agrícola fueron administrados por el Distrito de Riego del Valle Imperial, la California Development Company creó varias subsidiarias con nombres mexicanos para crear riqueza en el lado mexicano del cerco, el InterCalifornia movió cargas de algodón de Mexicali a los muelles de Los Ángeles.

Los insumos agrícolas, los alimentos y la ropa nos llegaban de California, por la Garita de Calexico-Mexicali se introducía la energía eléctrica, las gasolinas, el teléfono, el petróleo, hasta el agua potable provenía de aquel lado.

La lejanía y el aislamiento de Mexicali posibilitó el que nuestra región del Delta del Colorado quedará en manos de los poderosos capitalistas norteamericanos, Porfirio Díaz cedió nuestras tierras y aguas al vecino Imperio del Dólar.

La historia cultural de Mexicali -como su nombre lo indica- fusionó lo mejor de México y de California para crear a los mexicalifornianos, mexicanos fronterizos muy trabajadores y esforzados vecinos de la quinta economía mundial, de la fábrica de sueños realizados mediante el poder del dinero.