/ sábado 28 de agosto de 2021

Historia de un héroe

PENSARES

Hace ya muchos años, Al Capone era el dueño virtual de la ciudad de Chicago. No era famoso por nada que fuera heroico; su notoriedad consistía más bien por sembrar la incertidumbre general en la ciudad de los vientos en todo lo relacionado con piratería, extorsión, producción ilegal y contrabando de alcohol, prostitución y asesinatos.

Él tenía un abogado a quien apodaban Easy Eddie y era un buen abogado, bien preparado y astuto; de hecho las habilidades de Eddie en el manejo de las leyes y manipulaciones legalistas procedimentales mantuvieron a Big Al fuera de la cárcel, mientras fue su abogado y durante casi toda su trayectoria.

Para mostrar su aprecio, Capone le pagaba muy bien, no solo con abultados cheques, sino que él gozaba de comisiones y de beneficios especiales también. Él y su familia ocupaban una mansión cercada con muralla en todo su perímetro; contaba con un tren de sirvientes de todo tipo y tenía todas las comodidades más modernas de la época. La mansión era tan grande que ocupaba toda una manzana de la zona residencial más prestigiosa de Chicago.

Eddie vivía la gran vida de la mafia de Chicago y le prestaba poca o ninguna consideración a las atrocidades que sucedían a su alrededor, pero Eddie tenía una gran debilidad: Tenía un hijo al que amaba entrañablemente, así que Eddie estaba muy al pendiente de que no le faltara nada a su joven hijo: Ropas, automóviles, lujos y una buena educación en prestigiosos colegios.

Nada era suficientemente bueno para el hijo; el dinero no era obstáculo. Sin embargo, a pesar de su relación con el crimen organizado, hizo esfuerzos en enseñarle la diferencia entre el bien y el mal; simplemente deseaba que su hijo fuera mejor que él. Desafortunadamente con toda su fortuna e influencia había dos cosas que Eddie no le podía dar a su hijo: Un buen nombre ni un buen ejemplo. Ello lo impulsó a encontrarse en una encrucijada. Para hacer esto tendría que ser testigo ante los tribunales en contra de la mafia y él sabía perfectamente bien el costo que ello conllevaría, así que testificó.

Al paso de un año, la vida de Eddie terminó en una ráfaga de disparos y ametralladoras en una solitaria calle de Chicago, pero ante sus ojos como ya lo había comentado ante amigos, él le había dado a su hijo el regalo más grande que le podía ofrecer y estaba dispuesto a pagar el más alto precio, lo cual en efecto sucedió: La Policía removió el cuerpo de Eddie y en sus bolsillos encontraron un rosario, un crucifijo, un medallón religioso impreso con un clip tomado de una revista.

El poema decía así: Al reloj de la vida se le da cuerda una sola vez y a ningún hombre le está dado sabe cuándo las manecillas habrán de detenerse en cualquier temprana o dilatada hora. El ahora es el único tiempo que te pertenece: Vive, ama, lucha con un propósito; no confíes tu fe al tiempo, pues el reloj puede pronto detenerse.

Lo que le hubiera llenado de orgullo, la segunda guerra mundial produjo muchos héroes y uno de ellos fue su hijo, que salvó de los japoneses y llegó a ser el primer as de la Naval de la Segunda Guerra Mundial y el primer primer piloto naval en concedérsele la medalla de honor del Congreso de Estados Unidos. Un año más tarde Butch Ohare, el nombre del hijo, pereció en combate aéreo a los 29 años. Chicago no permitiría que la memoria de este héroe de la Segunda Guerra Mundial se desvaneciera. Y hoy el aeropuerto de Chicago se llama precisamente así en tributo y honor a este gran joven héroe, hijo de Easy Eddie.

PENSARES

Hace ya muchos años, Al Capone era el dueño virtual de la ciudad de Chicago. No era famoso por nada que fuera heroico; su notoriedad consistía más bien por sembrar la incertidumbre general en la ciudad de los vientos en todo lo relacionado con piratería, extorsión, producción ilegal y contrabando de alcohol, prostitución y asesinatos.

Él tenía un abogado a quien apodaban Easy Eddie y era un buen abogado, bien preparado y astuto; de hecho las habilidades de Eddie en el manejo de las leyes y manipulaciones legalistas procedimentales mantuvieron a Big Al fuera de la cárcel, mientras fue su abogado y durante casi toda su trayectoria.

Para mostrar su aprecio, Capone le pagaba muy bien, no solo con abultados cheques, sino que él gozaba de comisiones y de beneficios especiales también. Él y su familia ocupaban una mansión cercada con muralla en todo su perímetro; contaba con un tren de sirvientes de todo tipo y tenía todas las comodidades más modernas de la época. La mansión era tan grande que ocupaba toda una manzana de la zona residencial más prestigiosa de Chicago.

Eddie vivía la gran vida de la mafia de Chicago y le prestaba poca o ninguna consideración a las atrocidades que sucedían a su alrededor, pero Eddie tenía una gran debilidad: Tenía un hijo al que amaba entrañablemente, así que Eddie estaba muy al pendiente de que no le faltara nada a su joven hijo: Ropas, automóviles, lujos y una buena educación en prestigiosos colegios.

Nada era suficientemente bueno para el hijo; el dinero no era obstáculo. Sin embargo, a pesar de su relación con el crimen organizado, hizo esfuerzos en enseñarle la diferencia entre el bien y el mal; simplemente deseaba que su hijo fuera mejor que él. Desafortunadamente con toda su fortuna e influencia había dos cosas que Eddie no le podía dar a su hijo: Un buen nombre ni un buen ejemplo. Ello lo impulsó a encontrarse en una encrucijada. Para hacer esto tendría que ser testigo ante los tribunales en contra de la mafia y él sabía perfectamente bien el costo que ello conllevaría, así que testificó.

Al paso de un año, la vida de Eddie terminó en una ráfaga de disparos y ametralladoras en una solitaria calle de Chicago, pero ante sus ojos como ya lo había comentado ante amigos, él le había dado a su hijo el regalo más grande que le podía ofrecer y estaba dispuesto a pagar el más alto precio, lo cual en efecto sucedió: La Policía removió el cuerpo de Eddie y en sus bolsillos encontraron un rosario, un crucifijo, un medallón religioso impreso con un clip tomado de una revista.

El poema decía así: Al reloj de la vida se le da cuerda una sola vez y a ningún hombre le está dado sabe cuándo las manecillas habrán de detenerse en cualquier temprana o dilatada hora. El ahora es el único tiempo que te pertenece: Vive, ama, lucha con un propósito; no confíes tu fe al tiempo, pues el reloj puede pronto detenerse.

Lo que le hubiera llenado de orgullo, la segunda guerra mundial produjo muchos héroes y uno de ellos fue su hijo, que salvó de los japoneses y llegó a ser el primer as de la Naval de la Segunda Guerra Mundial y el primer primer piloto naval en concedérsele la medalla de honor del Congreso de Estados Unidos. Un año más tarde Butch Ohare, el nombre del hijo, pereció en combate aéreo a los 29 años. Chicago no permitiría que la memoria de este héroe de la Segunda Guerra Mundial se desvaneciera. Y hoy el aeropuerto de Chicago se llama precisamente así en tributo y honor a este gran joven héroe, hijo de Easy Eddie.

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