/ miércoles 20 de noviembre de 2019

Hoy no circulo…

El Muro


Por favor no se hagan tarugos: En la contaminación de Mexicali todos tenemos algo qué ver, no solo los grandes consorcios, ni la empresa que tenga la chimenea más alta, por más esfuerzo que hagan muchos por focalizar la culpa.

Por si fuera poco, los grupos de ambientalistas andan del chongo: Los del “A” critican el sistema de monitoreo del grupo “B”. Ellos a su vez reviran que el suyo es un servicio avalado por una entidad norteamericana. Total que hasta por la cantidad de puntos en el índice contaminante existen diferencias.

Entre tanto, ha habido días en los cuales la ciudad tiene un aire similar a la mañana de un 1 de enero. En ocasiones como esas saber si el índice de partículas contaminantes es de 50, 150 ó 200 da absolutamente lo mismo porque el problema se nota a simple vista. Lástima que las consecuencias no sean de inmediato impacto para la mayor parte de la población y ahí está la clave.

Los humanos poseemos un cerebro cableado para detectar correlaciones entre hechos con resultados notorios de inmediato impacto, es algo que está en nuestro ADN para la supervivencia. En otras palabras: Todo aquello sin consecuencias al instante es ignorado. Esa es la lógica que está detrás del porqué seguimos consumiendo sodas, fumando cigarros, probando comida chatarra o bien, porqué hacemos menos el papel preponderante que tenemos en la contaminación nuestra de cada día.

Esto es algo que las autoridades y los creadores de contenidos mediáticos para concientizar no aceptan, desconocen o peor aún, ignoran, por eso las campañas están destinadas al fracaso, incluidas las del “Hoy no circula” (por cierto, si deciden aplicarla ¿cómo le harán con las unidades irregulares?).

Hace miles de años, con una alimentación balanceada incluida carne cocinada al fuego, no existían motivos sensatos para la preocupación por algún tipo de enfermedad en el futuro, solo cabía esperar cosas buenas como la consolidación de un cerebro más grande que el resto de los mamíferos (“Earliest Porotic Hyperostosis on a 1.5-Million-Year-Old Hominin, Olduvai Gorge, Tanzania”). Es más, hubo cierta ventaja en el descubrimiento del valor del fuego, de la cual en cierta forma nos estamos beneficiando en la actualidad.

Hace decenas de miles de años una persona expuesta a las toxinas del humo despedido por el fuego se veía afectada de una forma rápida. Lo que terminó ocurriendo fue una evolución genética para terminar por tolerar un determinado nivel de toxinas, motivo por el cual disfrutamos en esta época de una carne asada o bien, no parece hacernos mucho daño, la exposición al cochinero medioambiental en el que estamos inmersos en esta ciudad con solo 116 años de vida comunitaria. No quiero imaginar lo que ocurrirá en 10 años más si seguimos al ritmo de descomposición actual…

El Muro


Por favor no se hagan tarugos: En la contaminación de Mexicali todos tenemos algo qué ver, no solo los grandes consorcios, ni la empresa que tenga la chimenea más alta, por más esfuerzo que hagan muchos por focalizar la culpa.

Por si fuera poco, los grupos de ambientalistas andan del chongo: Los del “A” critican el sistema de monitoreo del grupo “B”. Ellos a su vez reviran que el suyo es un servicio avalado por una entidad norteamericana. Total que hasta por la cantidad de puntos en el índice contaminante existen diferencias.

Entre tanto, ha habido días en los cuales la ciudad tiene un aire similar a la mañana de un 1 de enero. En ocasiones como esas saber si el índice de partículas contaminantes es de 50, 150 ó 200 da absolutamente lo mismo porque el problema se nota a simple vista. Lástima que las consecuencias no sean de inmediato impacto para la mayor parte de la población y ahí está la clave.

Los humanos poseemos un cerebro cableado para detectar correlaciones entre hechos con resultados notorios de inmediato impacto, es algo que está en nuestro ADN para la supervivencia. En otras palabras: Todo aquello sin consecuencias al instante es ignorado. Esa es la lógica que está detrás del porqué seguimos consumiendo sodas, fumando cigarros, probando comida chatarra o bien, porqué hacemos menos el papel preponderante que tenemos en la contaminación nuestra de cada día.

Esto es algo que las autoridades y los creadores de contenidos mediáticos para concientizar no aceptan, desconocen o peor aún, ignoran, por eso las campañas están destinadas al fracaso, incluidas las del “Hoy no circula” (por cierto, si deciden aplicarla ¿cómo le harán con las unidades irregulares?).

Hace miles de años, con una alimentación balanceada incluida carne cocinada al fuego, no existían motivos sensatos para la preocupación por algún tipo de enfermedad en el futuro, solo cabía esperar cosas buenas como la consolidación de un cerebro más grande que el resto de los mamíferos (“Earliest Porotic Hyperostosis on a 1.5-Million-Year-Old Hominin, Olduvai Gorge, Tanzania”). Es más, hubo cierta ventaja en el descubrimiento del valor del fuego, de la cual en cierta forma nos estamos beneficiando en la actualidad.

Hace decenas de miles de años una persona expuesta a las toxinas del humo despedido por el fuego se veía afectada de una forma rápida. Lo que terminó ocurriendo fue una evolución genética para terminar por tolerar un determinado nivel de toxinas, motivo por el cual disfrutamos en esta época de una carne asada o bien, no parece hacernos mucho daño, la exposición al cochinero medioambiental en el que estamos inmersos en esta ciudad con solo 116 años de vida comunitaria. No quiero imaginar lo que ocurrirá en 10 años más si seguimos al ritmo de descomposición actual…