/ viernes 12 de junio de 2020

Indefensos y cautivos…

QUO VADIS

Hay que reconocer que antes del letal coronavirus que ha matado a cientos de miles y dejado secuelas y dolor indeseables a millones, ya se observaba y toleraba en México y los Estados Unidos la brutalidad policiaca y violencia en todas sus formas de manifestación que multiplican damnificados por aquí, por allá y acullá…

Abundan en ese entorno incontables personas que afrontan un verdadero viacrucis mientras los morbosos análisis, comentarios y coberturas periodísticas bombardean información que poco o nada de utilidad tiene para la gente común, la que desventuradamente sufre los daños colaterales de la pandemia, la violencia y otras calamidades políticas, económicas y sociales que acortan las posibilidades de conllevar si no una vida feliz, sí digna.

No se trata de subestimar los casos Floyd (Minneapolis) y Giovanni (Guadalajara), entre muchos otros que se ganaron en su momento y a pulso los principales espacios de la comunicación masiva, sino de tomar conciencia de que la sobreexplotación de estos temas, como la rutina ociosa y estéril de ver cuántos supuestamente mueren e infectan en el día a día o la verborrea política parece placentera para líderes y formadores de opinión de los sectores público y privado que consciente o inconscientemente subestiman realidades que trastocan el devenir de generaciones. Parece, eso sí, que por sus contenidos los medios de comunicación masiva se ponen de acuerdo para explorar y explotar las mismas notas, unos más que otros en intensidad, pero a final de cuentas con guiones casi iguales, como similares han sido los sucesos que relataron años atrás sin pena ni gloria…

¿Dónde están --por ejemplo-- los testimonios de aquellos que vieron sufrir y morir a seres queridos que no quisieron atender en hospitales públicos y privados?, ¿qué destino les depara a los que han perdido sus bienes valuados en decenas de millones de pesos por el inmoral, cobarde e impune ataque de anarquistas en Guadalajara y Ciudad de México?, cuyas autoridades levantan victoriosas la retórica de que no utilizaron la fuerza pública para no caer en provocaciones…

¿De qué manera sobreviven millones que perdieron sus empleos y no tienen nada para sus familias? o ¿cómo sería posible que la sociedad siga contribuyendo en su auxilio? o ¿a dónde acudir los “nuevos” infectados? porque una cosa es lo que se dice de capacidad hospitalaria y otra la realidad cuando se acude a esos espacios…Y si se quiere “escarbar” más, ¿cuáles son las identidades de quienes lucran con la pandemia y la miseria en que se arrincona a millones de indefensos y cautivos?

En fin, no descubro el hilo negro pero estoy seguro que a la gente lo que le importa es salud y empleo, pero las realidades en torno a ello no “venden” y por eso tenemos las notas cotidianas de siempre, menos lo que puede ser más útil a la sociedad. Cuestión de sentido común… ¿O no?

pibenavarro115@gmail.com


QUO VADIS

Hay que reconocer que antes del letal coronavirus que ha matado a cientos de miles y dejado secuelas y dolor indeseables a millones, ya se observaba y toleraba en México y los Estados Unidos la brutalidad policiaca y violencia en todas sus formas de manifestación que multiplican damnificados por aquí, por allá y acullá…

Abundan en ese entorno incontables personas que afrontan un verdadero viacrucis mientras los morbosos análisis, comentarios y coberturas periodísticas bombardean información que poco o nada de utilidad tiene para la gente común, la que desventuradamente sufre los daños colaterales de la pandemia, la violencia y otras calamidades políticas, económicas y sociales que acortan las posibilidades de conllevar si no una vida feliz, sí digna.

No se trata de subestimar los casos Floyd (Minneapolis) y Giovanni (Guadalajara), entre muchos otros que se ganaron en su momento y a pulso los principales espacios de la comunicación masiva, sino de tomar conciencia de que la sobreexplotación de estos temas, como la rutina ociosa y estéril de ver cuántos supuestamente mueren e infectan en el día a día o la verborrea política parece placentera para líderes y formadores de opinión de los sectores público y privado que consciente o inconscientemente subestiman realidades que trastocan el devenir de generaciones. Parece, eso sí, que por sus contenidos los medios de comunicación masiva se ponen de acuerdo para explorar y explotar las mismas notas, unos más que otros en intensidad, pero a final de cuentas con guiones casi iguales, como similares han sido los sucesos que relataron años atrás sin pena ni gloria…

¿Dónde están --por ejemplo-- los testimonios de aquellos que vieron sufrir y morir a seres queridos que no quisieron atender en hospitales públicos y privados?, ¿qué destino les depara a los que han perdido sus bienes valuados en decenas de millones de pesos por el inmoral, cobarde e impune ataque de anarquistas en Guadalajara y Ciudad de México?, cuyas autoridades levantan victoriosas la retórica de que no utilizaron la fuerza pública para no caer en provocaciones…

¿De qué manera sobreviven millones que perdieron sus empleos y no tienen nada para sus familias? o ¿cómo sería posible que la sociedad siga contribuyendo en su auxilio? o ¿a dónde acudir los “nuevos” infectados? porque una cosa es lo que se dice de capacidad hospitalaria y otra la realidad cuando se acude a esos espacios…Y si se quiere “escarbar” más, ¿cuáles son las identidades de quienes lucran con la pandemia y la miseria en que se arrincona a millones de indefensos y cautivos?

En fin, no descubro el hilo negro pero estoy seguro que a la gente lo que le importa es salud y empleo, pero las realidades en torno a ello no “venden” y por eso tenemos las notas cotidianas de siempre, menos lo que puede ser más útil a la sociedad. Cuestión de sentido común… ¿O no?

pibenavarro115@gmail.com