/ sábado 28 de julio de 2018

La Aguja

Pensares


Un alfiler y una aguja se encontraron en una cesta de labores y no teniendo nada qué hacer empezaron a reñir, como suele suceder entre gentes ociosas, entablaron la siguiente disputa:

¿De qué utilidad eres tú? Dijo el alfiler a la aguja ¿Y cómo piensas pasar la vida sin cabeza? ¿Y a ti respondió la aguja molesta, de que te sirve la cabeza si no tienes ojo y de que te sirve un ojo si siempre tienes algo en él?, pues yo con algo en mi ojo puedo hacer muchos más que tú, si pero tu vida es muy corta, pues dependes de un hilo, mientras hablaban así el alfiles y la aguja, entró una niña deseando coser, tomó la guja y echó mano a la obra por algunos momentos, pero tuvo la mala suerte de que se rompiera el ojo de la aguja, después cogió al alfiler y atándole el hilo en la cabeza, procuró terminar su labor, pero tal vez fue la fuerza empleada que le arrancó la cabeza y disgustada lo echó con la aguja en la cesta y se fue.

Con que aquí estamos de nuevo se dijeron, parece que el infortunio nos ha hecho comprender nuestra pequeñez, no tenemos ya motivo para reñir.

Como nos asemejamos a los seres humanos que disputan acerca de sus dones y aptitudes hasta que los pierden y luego echados en el polvo, como nosotros descubren que son hermanos.


Pensares


Un alfiler y una aguja se encontraron en una cesta de labores y no teniendo nada qué hacer empezaron a reñir, como suele suceder entre gentes ociosas, entablaron la siguiente disputa:

¿De qué utilidad eres tú? Dijo el alfiler a la aguja ¿Y cómo piensas pasar la vida sin cabeza? ¿Y a ti respondió la aguja molesta, de que te sirve la cabeza si no tienes ojo y de que te sirve un ojo si siempre tienes algo en él?, pues yo con algo en mi ojo puedo hacer muchos más que tú, si pero tu vida es muy corta, pues dependes de un hilo, mientras hablaban así el alfiles y la aguja, entró una niña deseando coser, tomó la guja y echó mano a la obra por algunos momentos, pero tuvo la mala suerte de que se rompiera el ojo de la aguja, después cogió al alfiler y atándole el hilo en la cabeza, procuró terminar su labor, pero tal vez fue la fuerza empleada que le arrancó la cabeza y disgustada lo echó con la aguja en la cesta y se fue.

Con que aquí estamos de nuevo se dijeron, parece que el infortunio nos ha hecho comprender nuestra pequeñez, no tenemos ya motivo para reñir.

Como nos asemejamos a los seres humanos que disputan acerca de sus dones y aptitudes hasta que los pierden y luego echados en el polvo, como nosotros descubren que son hermanos.


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