/ miércoles 4 de diciembre de 2019

La favorita del profesor…

El Muro


Tiernamente sicalíptica, con su vestido corto, ampón, Julissa encarnó en los 60´s lo que parece ser la fantasía erótica de una parte de los profesores universitarios: “… Quiero aprender algo que sus labios solo pueden enseñar, con un poco de tarea un 10 me voy a sacar… quiero ser la favorita del profesor, quiero en sus brazos quedarme y graduarme en su corazón”.

Existe una versión realista -aunque cruda- de esta canción, hecha en este 2019, escrita e interpretada por una jovencita de 24 años, Melanie Martínez: “…Atrapó al profesor que miraba a una estudiante y

pensó ‘él es muy lindo’… No me importan las calificaciones, solo llámame tu dama… Si apruebo este examen, ¿me harás un bebé?... Si soy tan especial, ¿por qué soy un secreto?... Sé que soy joven, pero soy muy madura para mi edad... Devuélveme mi dinero, no aprendí nada de ti cariño, excepto cómo mentir”.

En una facultad de la universidad pública bajacaliforniana que más dinero recibe del erario, un grupo de mujeres instalaron lo que llamaron “Tendedero del Acoso”, en el cual invitaban a quienes hubieran tenido un problema a que lo expresaran, colocando una nota guardando el anonimato, expresando su caso. A la pregunta: “¿Has sufrido una experiencia de acoso?”, se expusieron decenas de respuestas escritas en post its (pequeños cuadros de papel amarillo, engomados por detrás, usados comúnmente en oficinas) o simples trozos de hojas de cuaderno.

El denominador común en los mensajes fue el abuso de la posición influyente de parte del maestro en el intento por conseguir favores sexuales de la alumna.

Un docente posee mucho más poder del que cualquier persona ajena al mundillo académico pueda percibir. Un profesor, como parece obvio, es la máxima autoridad en el aula, a diferencia de que en la educación superior lo que está en juego es el futuro inmediato de una persona que decide ingresar en busca de mejorar su condición de vida, por lo que no podría fácilmente ser enfrentado o rebatido, máxime si la institución no ofrece un servicio justo para la atención de este tipo de acontecimientos.

En un país como el nuestro, considerado por un estudio de este año de la revista “US News & World Report” como uno de los peores para ser mujer (los mejores son Suecia, Dinamarca, Canadá, Noruega y los Países Bajos), habrá que estar pendientes sobre las medidas de castigo para las personas involucradas, sin importar su posición -en caso de demostrarse su responsabilidad- (el artículo 184-TER. del Código Penal establece una pena máxima de 2 años a quien “valiéndose de su posición jerárquica derivada de relaciones laborales, docentes (…) con fines lascivos asedie reiteradamente a persona de cualquier sexo”, con la salvedad de que para que la autoridad judicial actúe, debe mediar denuncia de la parte ofendida), más allá de las políticas a futuro que se proyecten, para prevenir estos actos.

El Muro


Tiernamente sicalíptica, con su vestido corto, ampón, Julissa encarnó en los 60´s lo que parece ser la fantasía erótica de una parte de los profesores universitarios: “… Quiero aprender algo que sus labios solo pueden enseñar, con un poco de tarea un 10 me voy a sacar… quiero ser la favorita del profesor, quiero en sus brazos quedarme y graduarme en su corazón”.

Existe una versión realista -aunque cruda- de esta canción, hecha en este 2019, escrita e interpretada por una jovencita de 24 años, Melanie Martínez: “…Atrapó al profesor que miraba a una estudiante y

pensó ‘él es muy lindo’… No me importan las calificaciones, solo llámame tu dama… Si apruebo este examen, ¿me harás un bebé?... Si soy tan especial, ¿por qué soy un secreto?... Sé que soy joven, pero soy muy madura para mi edad... Devuélveme mi dinero, no aprendí nada de ti cariño, excepto cómo mentir”.

En una facultad de la universidad pública bajacaliforniana que más dinero recibe del erario, un grupo de mujeres instalaron lo que llamaron “Tendedero del Acoso”, en el cual invitaban a quienes hubieran tenido un problema a que lo expresaran, colocando una nota guardando el anonimato, expresando su caso. A la pregunta: “¿Has sufrido una experiencia de acoso?”, se expusieron decenas de respuestas escritas en post its (pequeños cuadros de papel amarillo, engomados por detrás, usados comúnmente en oficinas) o simples trozos de hojas de cuaderno.

El denominador común en los mensajes fue el abuso de la posición influyente de parte del maestro en el intento por conseguir favores sexuales de la alumna.

Un docente posee mucho más poder del que cualquier persona ajena al mundillo académico pueda percibir. Un profesor, como parece obvio, es la máxima autoridad en el aula, a diferencia de que en la educación superior lo que está en juego es el futuro inmediato de una persona que decide ingresar en busca de mejorar su condición de vida, por lo que no podría fácilmente ser enfrentado o rebatido, máxime si la institución no ofrece un servicio justo para la atención de este tipo de acontecimientos.

En un país como el nuestro, considerado por un estudio de este año de la revista “US News & World Report” como uno de los peores para ser mujer (los mejores son Suecia, Dinamarca, Canadá, Noruega y los Países Bajos), habrá que estar pendientes sobre las medidas de castigo para las personas involucradas, sin importar su posición -en caso de demostrarse su responsabilidad- (el artículo 184-TER. del Código Penal establece una pena máxima de 2 años a quien “valiéndose de su posición jerárquica derivada de relaciones laborales, docentes (…) con fines lascivos asedie reiteradamente a persona de cualquier sexo”, con la salvedad de que para que la autoridad judicial actúe, debe mediar denuncia de la parte ofendida), más allá de las políticas a futuro que se proyecten, para prevenir estos actos.