/ miércoles 4 de mayo de 2022

La felicidad de comer torta

EL MURO

Tener cara de fuchi por disposición genética es un factor que colabora para la infelicidad porque el resto tiende a aislarte (“Exploring the biological basis for happiness”), aunque eso tiene solución, ya que con mucha voluntad siempre se puede ser más simpático, sonreír más seguido.

Definamos felicidad como la predominancia de momentáneos estados internos de placer, gozo o de tranquilidad, sobre los de temor, inseguridad e insatisfacción. Hay placer en pagar una deuda, tener buenos amigos o en comer una torta cubana; no en balde feliz deriva de un término originalmente usado para el acto de amamantar, o sea, panza llena, corazón contento. Hay infelicidad cuando el entorno nos hace sentir con miedo a perder lo nuestro.

Cortesía | World Happiness Report

Los factores hereditarios son responsables en aproximadamente un 40% de la tendencia de una persona a ser feliz o no, lo cual significa que el resto está relacionado en cómo percibimos nuestro entorno, algo que los expertos conocen como bienestar subjetivo, el cual no está conectado directamente con los datos duros del crecimiento económico nacional, el Producto Interno Bruto.

Para un residente de un entorno social complicado, el hecho de pasar un día sin ser agredido, posiblemente sea considerado como un elemento de felicidad, mientras alguien en el otro extremo ocupe gastar mucho dinero en adquirir los maquillajes de moda para sentir el mismo grado de excitación. La felicidad es relativa.

De cualquier forma, al ser la percepción subjetiva el elemento primordial para el sentimiento de paz comunitaria, con mayor razón el gobierno debería ser más cauto al momento de comunicar sus mensajes. Si no puede responder con la velocidad requerida para atender los problemas de inseguridad, ya que hacerlo velozmente es materialmente imposible, al menos debería ser cuidadoso en la forma en que la gobernadora expone su vida personal. Aunque queda claro que al compartirnos imágenes de sus bellos hijos o de algunos aspectos de su vida, no lo hace con el ánimo de molestar (además, a mucha gente le gusta ver sus publicaciones), al menos debería considerar que su estilo puede ser lastimoso porque está muy por encima de la mayoría, lo cual involuntariamente genera desazón.

Algo contrastante ocurre en Tijuana, donde su alcaldesa suele publicar en redes cómo enseña a su hijo el valor de apoyar a los demás a través del trabajo en el servicio público.

Sea como sea, en el periodo 2016-2018 México ocupaba el lugar 23 en el ranking de felicidad o de bienestar subjetivo. Para el periodo 2019-2021 caímos al lugar 46. Todo apunta a que nos sentíamos mejor cuando estábamos peor o literal: Éramos felices y no lo sabíamos.

vicmarcen09@gmail.com


EL MURO

Tener cara de fuchi por disposición genética es un factor que colabora para la infelicidad porque el resto tiende a aislarte (“Exploring the biological basis for happiness”), aunque eso tiene solución, ya que con mucha voluntad siempre se puede ser más simpático, sonreír más seguido.

Definamos felicidad como la predominancia de momentáneos estados internos de placer, gozo o de tranquilidad, sobre los de temor, inseguridad e insatisfacción. Hay placer en pagar una deuda, tener buenos amigos o en comer una torta cubana; no en balde feliz deriva de un término originalmente usado para el acto de amamantar, o sea, panza llena, corazón contento. Hay infelicidad cuando el entorno nos hace sentir con miedo a perder lo nuestro.

Cortesía | World Happiness Report

Los factores hereditarios son responsables en aproximadamente un 40% de la tendencia de una persona a ser feliz o no, lo cual significa que el resto está relacionado en cómo percibimos nuestro entorno, algo que los expertos conocen como bienestar subjetivo, el cual no está conectado directamente con los datos duros del crecimiento económico nacional, el Producto Interno Bruto.

Para un residente de un entorno social complicado, el hecho de pasar un día sin ser agredido, posiblemente sea considerado como un elemento de felicidad, mientras alguien en el otro extremo ocupe gastar mucho dinero en adquirir los maquillajes de moda para sentir el mismo grado de excitación. La felicidad es relativa.

De cualquier forma, al ser la percepción subjetiva el elemento primordial para el sentimiento de paz comunitaria, con mayor razón el gobierno debería ser más cauto al momento de comunicar sus mensajes. Si no puede responder con la velocidad requerida para atender los problemas de inseguridad, ya que hacerlo velozmente es materialmente imposible, al menos debería ser cuidadoso en la forma en que la gobernadora expone su vida personal. Aunque queda claro que al compartirnos imágenes de sus bellos hijos o de algunos aspectos de su vida, no lo hace con el ánimo de molestar (además, a mucha gente le gusta ver sus publicaciones), al menos debería considerar que su estilo puede ser lastimoso porque está muy por encima de la mayoría, lo cual involuntariamente genera desazón.

Algo contrastante ocurre en Tijuana, donde su alcaldesa suele publicar en redes cómo enseña a su hijo el valor de apoyar a los demás a través del trabajo en el servicio público.

Sea como sea, en el periodo 2016-2018 México ocupaba el lugar 23 en el ranking de felicidad o de bienestar subjetivo. Para el periodo 2019-2021 caímos al lugar 46. Todo apunta a que nos sentíamos mejor cuando estábamos peor o literal: Éramos felices y no lo sabíamos.

vicmarcen09@gmail.com