/ viernes 8 de julio de 2022

La intolerancia a la verdad

La intolerancia a la verdad

Gerson Hernández Mecalco

La intolerancia se ha convertido en la esencia de algunos líderes políticos. Este fanatismo se comunica a través de mensajes en los medios de información y sus seguidores los refuerzan en las redes sociodigitales; las falsas versiones se presentan como verdaderas.

No se puede generalizar, pero durante la pandemia muchos receptores no se han informado de fuentes veraces, mucho menos han analizado la información, pero se han caracterizado por comentar y compartir links, audios y videos y presentarse como expertos en diversas temáticas.

Imagen ilustrativa | Freepik ​​| Rawpixel

Estas reflexiones, conceptos y análisis del periodismo y la Comunicación Política se encuentran en el último libro del Dr. Raúl Trejo Delarbre “Posverdad, populismo, pandemia”. Pero mejor vamos por partes: La posverdad “es la creencia masiva en versiones y falsedades que se ajustan a los prejuicios de quienes las consideran ciertas. Mentiras y mentirosos han existido siempre, pero ahora en las redes sociodigitales los fanáticos de una causa o de una falsedad se retroalimentan con otras personas que tienen las mismas convicciones y crean entornos autorreferenciales, hermenéuticos a opiniones distintas a las suyas”. Ejemplos de lo anterior hay muchos, pero esta semana diferentes usuarios apoyaron la propuesta del presidente López Obrador acerca de que si el activista Julian Assange es condenado a la pena máxima en EU se debería retirar la Estatua de la Libertad.

Respecto al populismo, el también miembro del SIN lo define como “el ejercicio autoritario de poder a cargo de personajes que, al considerar que encarnan la voluntad del pueblo, avasallan reglas, instituciones y derechos de la democracia”. Agrega que tanto la posverdad como el populismo “se apoyan en la usurpación de los hechos” debido a que el segundo concepto difunde noticias falsas y se beneficia de la era de las desconfianzas (dixit Latinobarómetro) que hay a las instituciones políticas y medios de información.

Un ejemplo de lo anterior es el menosprecio de gobernantes a la epidemia del Covid-19. En marzo de 2020 durante una mañanera, el emisor del púlpito presidencial mostró una estampa de la oración "Detente" y lo presentó como su "escudo protector" contra el coronavirus.

En 250 páginas el investigador del IIS de la UNAM concluye: “La posverdad se debe a las dificultades para jerarquizar y autentificar la abundante información que recibimos y a la manipulación que algunos hacen y otros reproducen para acicatear confesiones temores y fanatismos. El populismo se extiende gracias al recelo de ciudadanos desencantados con la política tradicional, que es aprovechado por líderes demagogos que reemplazan a las instituciones y suplantan al pueblo mismo. La pandemia es un fenómeno biológico cuyas graves consecuencias sociales empeoran debido a la desinformación que surge en condiciones de posvedad”.

Los emisores del discurso populista han reaccionado con ineptitud en su desempeño ante la pandemia, no sin dejar de aprovecharla para fortalecer su popularidad y legitimar su gobierno. Estos retos se tienen que enfrentar no con “otros datos” como se comunica en Palacio, sino con datos y argumentos. Del tamaño de la popularidad de los gobernantes es la dimensión del problema que hay que resolver.


La intolerancia a la verdad

Gerson Hernández Mecalco

La intolerancia se ha convertido en la esencia de algunos líderes políticos. Este fanatismo se comunica a través de mensajes en los medios de información y sus seguidores los refuerzan en las redes sociodigitales; las falsas versiones se presentan como verdaderas.

No se puede generalizar, pero durante la pandemia muchos receptores no se han informado de fuentes veraces, mucho menos han analizado la información, pero se han caracterizado por comentar y compartir links, audios y videos y presentarse como expertos en diversas temáticas.

Imagen ilustrativa | Freepik ​​| Rawpixel

Estas reflexiones, conceptos y análisis del periodismo y la Comunicación Política se encuentran en el último libro del Dr. Raúl Trejo Delarbre “Posverdad, populismo, pandemia”. Pero mejor vamos por partes: La posverdad “es la creencia masiva en versiones y falsedades que se ajustan a los prejuicios de quienes las consideran ciertas. Mentiras y mentirosos han existido siempre, pero ahora en las redes sociodigitales los fanáticos de una causa o de una falsedad se retroalimentan con otras personas que tienen las mismas convicciones y crean entornos autorreferenciales, hermenéuticos a opiniones distintas a las suyas”. Ejemplos de lo anterior hay muchos, pero esta semana diferentes usuarios apoyaron la propuesta del presidente López Obrador acerca de que si el activista Julian Assange es condenado a la pena máxima en EU se debería retirar la Estatua de la Libertad.

Respecto al populismo, el también miembro del SIN lo define como “el ejercicio autoritario de poder a cargo de personajes que, al considerar que encarnan la voluntad del pueblo, avasallan reglas, instituciones y derechos de la democracia”. Agrega que tanto la posverdad como el populismo “se apoyan en la usurpación de los hechos” debido a que el segundo concepto difunde noticias falsas y se beneficia de la era de las desconfianzas (dixit Latinobarómetro) que hay a las instituciones políticas y medios de información.

Un ejemplo de lo anterior es el menosprecio de gobernantes a la epidemia del Covid-19. En marzo de 2020 durante una mañanera, el emisor del púlpito presidencial mostró una estampa de la oración "Detente" y lo presentó como su "escudo protector" contra el coronavirus.

En 250 páginas el investigador del IIS de la UNAM concluye: “La posverdad se debe a las dificultades para jerarquizar y autentificar la abundante información que recibimos y a la manipulación que algunos hacen y otros reproducen para acicatear confesiones temores y fanatismos. El populismo se extiende gracias al recelo de ciudadanos desencantados con la política tradicional, que es aprovechado por líderes demagogos que reemplazan a las instituciones y suplantan al pueblo mismo. La pandemia es un fenómeno biológico cuyas graves consecuencias sociales empeoran debido a la desinformación que surge en condiciones de posvedad”.

Los emisores del discurso populista han reaccionado con ineptitud en su desempeño ante la pandemia, no sin dejar de aprovecharla para fortalecer su popularidad y legitimar su gobierno. Estos retos se tienen que enfrentar no con “otros datos” como se comunica en Palacio, sino con datos y argumentos. Del tamaño de la popularidad de los gobernantes es la dimensión del problema que hay que resolver.