/ miércoles 11 de diciembre de 2019

La “jajaganda”

El Muro


El humor no es resignado, sino rebelde, escribió en 1927 Sigmund Freud.

Un movimiento de reivindicación femenina surgido en Chile hace unas cuantas semanas e imitado en varios países, quedó reducido a un performance (por cierto lleno de sentido y significado) ridiculizado, no tanto porque exista ignorancia acerca de la desequilibrada posición de la mujer en la sociedad, sino simplemente porque el humor es parte de la vida, solo que las redes sociales como la buena caja de resonancia que es, ha conseguido exponenciar la sorna.

En Estados Unidos crearon el término “Hahaganda” formado por la onomatopeya de la risa sumado a la sufijo “ganda” derivado de propaganda, para definir el acto de desestimar todo movimiento social gracias a un ataque sistematizado de burlas (el mejor ejemplo es el ocurrido contra la joven activista Greta Thunberg, con síndrome de Asperger). Si la palabra se consolida, es muy probable que su equivalente en castellano sea “jajaganda”.

Pero la burla no es nueva, lo nuevo es la masificación del sentimiento, la facilidad con la que millones de personas tienden a la hipervictimización simultánea en nombre de los derechos humanos, de la equidad o nada más porque si a muchos les molestó a mí también debe de ofenderme. El humor libera de la opresión, según Freud: “El humor no es resignado, sino rebelde; no solo significa el triunfo del yo, sino también del principio del placer, que en el humor logra triunfar sobre la adversidad de las circunstancias reales”.

Miles de mujeres en edad productiva y en horarios productivos, en distintos lugares del mundo, escenificaron la pieza “Un violador en tu camino” para mostrar la realidad de la mujer: “El patriarcado es un juez/que nos juzga por nacer/y nuestro castigo/ es la violencia que no (ya) ves/ Es “femicidio”/ Impunidad para mi asesino/ Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía…El violador eres tú”.

Sin embargo, la escenificación no tuvo impacto por el contenido per se, sino por las decenas de versiones burlescas que se popularizaron en las plataformas musicales y replicadas en diversos espacios, entre éstos antros, en fiestas o en cualquier lugar donde existiera una reunión social con sonido musical, ya no digamos en redes sociales.

Hoy, más allá de las personas involucradas directamente, a pocos les ha llegado el sentido de las manifestaciones músico-teatrales, ya que muchos solo recuerdan las chichis (en náhuatl, chichiualli significa mama de mujer, así que es muy probable que decir “chichi” provenga de ahí) de una cantante mexicana que protestó en la ceremonia de una entrega de premios o las versiones chuscas del performance.

A pesar de todo, el movimiento feminista debería salir fortalecido de las burlas y aprovechar la difusión gratuita que han obtenido para seguir escenificando. La lucha por la emancipación femenina es larga y tiene como enemigos incluso a algunas mujeres…

El Muro


El humor no es resignado, sino rebelde, escribió en 1927 Sigmund Freud.

Un movimiento de reivindicación femenina surgido en Chile hace unas cuantas semanas e imitado en varios países, quedó reducido a un performance (por cierto lleno de sentido y significado) ridiculizado, no tanto porque exista ignorancia acerca de la desequilibrada posición de la mujer en la sociedad, sino simplemente porque el humor es parte de la vida, solo que las redes sociales como la buena caja de resonancia que es, ha conseguido exponenciar la sorna.

En Estados Unidos crearon el término “Hahaganda” formado por la onomatopeya de la risa sumado a la sufijo “ganda” derivado de propaganda, para definir el acto de desestimar todo movimiento social gracias a un ataque sistematizado de burlas (el mejor ejemplo es el ocurrido contra la joven activista Greta Thunberg, con síndrome de Asperger). Si la palabra se consolida, es muy probable que su equivalente en castellano sea “jajaganda”.

Pero la burla no es nueva, lo nuevo es la masificación del sentimiento, la facilidad con la que millones de personas tienden a la hipervictimización simultánea en nombre de los derechos humanos, de la equidad o nada más porque si a muchos les molestó a mí también debe de ofenderme. El humor libera de la opresión, según Freud: “El humor no es resignado, sino rebelde; no solo significa el triunfo del yo, sino también del principio del placer, que en el humor logra triunfar sobre la adversidad de las circunstancias reales”.

Miles de mujeres en edad productiva y en horarios productivos, en distintos lugares del mundo, escenificaron la pieza “Un violador en tu camino” para mostrar la realidad de la mujer: “El patriarcado es un juez/que nos juzga por nacer/y nuestro castigo/ es la violencia que no (ya) ves/ Es “femicidio”/ Impunidad para mi asesino/ Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía…El violador eres tú”.

Sin embargo, la escenificación no tuvo impacto por el contenido per se, sino por las decenas de versiones burlescas que se popularizaron en las plataformas musicales y replicadas en diversos espacios, entre éstos antros, en fiestas o en cualquier lugar donde existiera una reunión social con sonido musical, ya no digamos en redes sociales.

Hoy, más allá de las personas involucradas directamente, a pocos les ha llegado el sentido de las manifestaciones músico-teatrales, ya que muchos solo recuerdan las chichis (en náhuatl, chichiualli significa mama de mujer, así que es muy probable que decir “chichi” provenga de ahí) de una cantante mexicana que protestó en la ceremonia de una entrega de premios o las versiones chuscas del performance.

A pesar de todo, el movimiento feminista debería salir fortalecido de las burlas y aprovechar la difusión gratuita que han obtenido para seguir escenificando. La lucha por la emancipación femenina es larga y tiene como enemigos incluso a algunas mujeres…