/ miércoles 6 de noviembre de 2019

La llama de Queta

El Muro


La norma en 1968 en nuestro país indicaba que el rol femenino estaba limitado a procrear, al hogar y como una fiel compañera del hombre. Por eso fue impactante cuando la entonces jovencita de 20 años, Norma Enriqueta Basilio Sotelo, subió las escaleras en el Estadio Universitario en octubre de ese año para encender el pebetero olímpico.

Particularmente el 68 estuvo marcado por un movimiento social estudiantil iniciado en París: “…Jamás, ni en mi estudiosa juventud, ni siquiera a comienzos de ese año 68 hubiera podido imaginar tal fiesta” (...), en los muros florecían los maravillosos eslóganes inventados unas semanas antes en Nanterre (...); en las escaleras o en medio del patio había grupos que discutían acaloradamente (...) jóvenes y menos jóvenes abarrotaban los bancos de los anfiteatros, quien lo deseaba tomaba la palabra exponía su caso, sus ideas, sugería tareas y consignas”, escribió Simone de Beauvoir.

Las referencias disponibles sobre Queta en internet destacan el hecho de ser la primera mujer en celebrar dicho acto simbólico, lo cual no fue poca cosa por más que suene a lugar común de tanto repetirlo. Desde Berlín 1936 hasta Roma 1960 fueron únicamente caballeros, incluso hubo ocasiones en que dos hombres encendieron el fuego en Melbourne, en 1956.

Luego de Queta, nacida en Mexicali en 1948 y fallecida apenas el mes pasado en la Ciudad de México, tuvimos que esperar hasta los Juegos Olímpicos de Montreal para que Sandra Henderson fuera acompañante de un hombre en el acto culminante y más esperado en la ceremonia de inauguración. De nueva cuenta, la mujer fue relegada a segundo término durante 24 años, hasta que en el siglo XXI Cathy Freeman tuvo el privilegio en Sydney 2000. Ya para las Olimpiadas celebradas en Londres en el 2012, fueron 3 las mujeres participantes.

En 1968, Queta era considerada la mejor atleta femenina a nivel nacional con especialidad en 80 metros con vallas, relevos 4 por 100 y 400 metros. Sin embargo, su carrera deportiva se vio interrumpida, por lo cual ya no fue considerada para asistir a las Olimpiadas en Berlín 1972. Al transcurrir de los años tuvo una fugaz participación en política, cuando fue diputada federal del PRI por la vía plurinominal del 2000 al 2003.

Queta es prácticamente una desconocida para las generaciones actuales en Mexicali, las cuales no tienen la más remota idea de lo simbólicamente trascendente del acto en que tomó parte. Ni qué decir sobre el hecho de que es cachanilla de nacimiento, de eso muy pocos lo recuerdan, quizá buena parte de eso estriba en que fue una residente de la capital mexicana hasta el día de su muerte.

La llama de Queta se ha extinguido, pero su recuerdo perdurará por siempre.

El Muro


La norma en 1968 en nuestro país indicaba que el rol femenino estaba limitado a procrear, al hogar y como una fiel compañera del hombre. Por eso fue impactante cuando la entonces jovencita de 20 años, Norma Enriqueta Basilio Sotelo, subió las escaleras en el Estadio Universitario en octubre de ese año para encender el pebetero olímpico.

Particularmente el 68 estuvo marcado por un movimiento social estudiantil iniciado en París: “…Jamás, ni en mi estudiosa juventud, ni siquiera a comienzos de ese año 68 hubiera podido imaginar tal fiesta” (...), en los muros florecían los maravillosos eslóganes inventados unas semanas antes en Nanterre (...); en las escaleras o en medio del patio había grupos que discutían acaloradamente (...) jóvenes y menos jóvenes abarrotaban los bancos de los anfiteatros, quien lo deseaba tomaba la palabra exponía su caso, sus ideas, sugería tareas y consignas”, escribió Simone de Beauvoir.

Las referencias disponibles sobre Queta en internet destacan el hecho de ser la primera mujer en celebrar dicho acto simbólico, lo cual no fue poca cosa por más que suene a lugar común de tanto repetirlo. Desde Berlín 1936 hasta Roma 1960 fueron únicamente caballeros, incluso hubo ocasiones en que dos hombres encendieron el fuego en Melbourne, en 1956.

Luego de Queta, nacida en Mexicali en 1948 y fallecida apenas el mes pasado en la Ciudad de México, tuvimos que esperar hasta los Juegos Olímpicos de Montreal para que Sandra Henderson fuera acompañante de un hombre en el acto culminante y más esperado en la ceremonia de inauguración. De nueva cuenta, la mujer fue relegada a segundo término durante 24 años, hasta que en el siglo XXI Cathy Freeman tuvo el privilegio en Sydney 2000. Ya para las Olimpiadas celebradas en Londres en el 2012, fueron 3 las mujeres participantes.

En 1968, Queta era considerada la mejor atleta femenina a nivel nacional con especialidad en 80 metros con vallas, relevos 4 por 100 y 400 metros. Sin embargo, su carrera deportiva se vio interrumpida, por lo cual ya no fue considerada para asistir a las Olimpiadas en Berlín 1972. Al transcurrir de los años tuvo una fugaz participación en política, cuando fue diputada federal del PRI por la vía plurinominal del 2000 al 2003.

Queta es prácticamente una desconocida para las generaciones actuales en Mexicali, las cuales no tienen la más remota idea de lo simbólicamente trascendente del acto en que tomó parte. Ni qué decir sobre el hecho de que es cachanilla de nacimiento, de eso muy pocos lo recuerdan, quizá buena parte de eso estriba en que fue una residente de la capital mexicana hasta el día de su muerte.

La llama de Queta se ha extinguido, pero su recuerdo perdurará por siempre.