/ domingo 4 de julio de 2021

La masacre de chinos en Torreón

LA ESPIGA

Entre el 13 y el 15 de mayo de 1911 cerca de 300 chinos fueron asesinados en Torreón, Coahuila. Este genocidio formó parte del profundo odio racial imperante contra los asiáticos en la región de la Comarca Lagunera y en un vasto territorio de la República Mexicana.

Hacía pocos meses que el levantamiento armado promovido por Francisco I. Madero había iniciado un sangriento movimiento social conocido como la Revolución Mexicana, a los combatientes en contra de las fuerzas federales los acompañaban grupos de personas dedicadas a saquear, robar, violar y cometer crímenes en las ciudades, pueblos y rancherías tomadas por los insurrectos.

En Torreón existía una próspera comunidad de chinos dedicados a todo tipo de labores agrícolas, comerciales y de servicios. Eran personas de origen asiático las que en su mayoría ya habían adoptado la nacionalidad mexicana. Su esfuerzo se veía reflejado en sus viviendas con huertos, en los extensos sembradíos de algodón, en almacenes colmados de mercancías y de productos de importación.

Esos días terribles de mayo 300 inmigrantes chinos fueron masacrados, mutilados y vejados; sus propiedades fueron saqueadas, sus cadáveres arrojados en fosas y parajes. Todas estas atrocidades sucedieron muy cerca del actual Centro Histórico de Torreón. Mediante investigaciones y testimonios diversos se sabe que las personas culpables de esta masacre fueron turbas de mexicanos alimentados por el odio, el vandalismo y la barbarie. Estas manadas depredadoras se mezclaban con los combatientes revolucionarios; iban de pueblo en pueblo causando destrozos y rapiñas, violaban mujeres y destrozaban viviendas, robaban ganado e incendiaban ranchos y haciendas.

Las noticias de esta masacre salieron de Torreón y llegaron a las ciudades cercanas de Monterrey a Ciudad Juárez y de ahí a Guadalajara y a la Ciudad de México. La prensa mexicana reportó este suceso después de varias semanas; la prensa extranjera dio cuenta también de este evento perteneciente al México Bárbaro.

Mientras los grupos revolucionarios sacaban del poder a Porfirio Díaz, una ola de ingobernabilidad, desorden y caos se apoderó del país. Cuando la prensa empezó a dar cobertura a este suceso, poco a poco se fueron conociendo los detalles de la tragedia, periódicos internacionales comenzaron a referirse a este asesinato de 303 orientales en su mayoría chinos incluidos varios japoneses.

En el extranjero el genocidio causói indignación y en nuestro país más bien predominó la indiferencia, el cinismo y la burla. Las investigaciones realizadas enredaron los acontecimientos, los expedientes mal organizados se almacenaron en los archivos del olvido.

Con el paso de los años llegaron los gobiernos revolucionarios, los cuales con su política de rechazo a los chinos enterraron todo intento por conocer e investigar este hecho terrible. Entre el 13 y el 15 de mayo de 1911 la matanza de chinos en Torreón (en la cual no participó Pancho Villa) mostró al mundo el rostro siniestro de México, de un país envuelto en una prolongada guerra civil que costó miles de vidas y en el cual los preceptos constitucionales fueron desechados.

Recientemente el Gobierno Federal llevó a cabo un evento de disculpa pública ante representantes de la comunidad china del país.

oscarh1955@yahoo.com.mx

LA ESPIGA

Entre el 13 y el 15 de mayo de 1911 cerca de 300 chinos fueron asesinados en Torreón, Coahuila. Este genocidio formó parte del profundo odio racial imperante contra los asiáticos en la región de la Comarca Lagunera y en un vasto territorio de la República Mexicana.

Hacía pocos meses que el levantamiento armado promovido por Francisco I. Madero había iniciado un sangriento movimiento social conocido como la Revolución Mexicana, a los combatientes en contra de las fuerzas federales los acompañaban grupos de personas dedicadas a saquear, robar, violar y cometer crímenes en las ciudades, pueblos y rancherías tomadas por los insurrectos.

En Torreón existía una próspera comunidad de chinos dedicados a todo tipo de labores agrícolas, comerciales y de servicios. Eran personas de origen asiático las que en su mayoría ya habían adoptado la nacionalidad mexicana. Su esfuerzo se veía reflejado en sus viviendas con huertos, en los extensos sembradíos de algodón, en almacenes colmados de mercancías y de productos de importación.

Esos días terribles de mayo 300 inmigrantes chinos fueron masacrados, mutilados y vejados; sus propiedades fueron saqueadas, sus cadáveres arrojados en fosas y parajes. Todas estas atrocidades sucedieron muy cerca del actual Centro Histórico de Torreón. Mediante investigaciones y testimonios diversos se sabe que las personas culpables de esta masacre fueron turbas de mexicanos alimentados por el odio, el vandalismo y la barbarie. Estas manadas depredadoras se mezclaban con los combatientes revolucionarios; iban de pueblo en pueblo causando destrozos y rapiñas, violaban mujeres y destrozaban viviendas, robaban ganado e incendiaban ranchos y haciendas.

Las noticias de esta masacre salieron de Torreón y llegaron a las ciudades cercanas de Monterrey a Ciudad Juárez y de ahí a Guadalajara y a la Ciudad de México. La prensa mexicana reportó este suceso después de varias semanas; la prensa extranjera dio cuenta también de este evento perteneciente al México Bárbaro.

Mientras los grupos revolucionarios sacaban del poder a Porfirio Díaz, una ola de ingobernabilidad, desorden y caos se apoderó del país. Cuando la prensa empezó a dar cobertura a este suceso, poco a poco se fueron conociendo los detalles de la tragedia, periódicos internacionales comenzaron a referirse a este asesinato de 303 orientales en su mayoría chinos incluidos varios japoneses.

En el extranjero el genocidio causói indignación y en nuestro país más bien predominó la indiferencia, el cinismo y la burla. Las investigaciones realizadas enredaron los acontecimientos, los expedientes mal organizados se almacenaron en los archivos del olvido.

Con el paso de los años llegaron los gobiernos revolucionarios, los cuales con su política de rechazo a los chinos enterraron todo intento por conocer e investigar este hecho terrible. Entre el 13 y el 15 de mayo de 1911 la matanza de chinos en Torreón (en la cual no participó Pancho Villa) mostró al mundo el rostro siniestro de México, de un país envuelto en una prolongada guerra civil que costó miles de vidas y en el cual los preceptos constitucionales fueron desechados.

Recientemente el Gobierno Federal llevó a cabo un evento de disculpa pública ante representantes de la comunidad china del país.

oscarh1955@yahoo.com.mx